“LA ARMADA ESPAÑOLA (III). El Atlántico, siglo XVI”. Revista Desperta Ferro


Tras el Descubrimiento de América y la rápida colonización de las tierras la Monarquía Hispánica tuvo que dar cada vez más importancia a sus flotas atlánticas para velar por las rutas tanto con el Nuevo Mundo como con Flandes. Será con Felipe II y la incorporación del Reino de Portugal a la Corona cuando la “Mar Océano” se convierte en la vía de comunicación del Imperio donde no se ponía el sol.
El Tercer número especial de Desperta Ferro sobre la Armada Española nos muestra los entresijos del poder naval: hombres, buques, cañones, conocimientos científicos y geográficos, además del entramado logístico y administrativo necesario para desplegar varias flotas y armadas. Para comenzar a conocer todos estos aspectos el artículo de Marta García Garralón El Atlántico español, sobre los intereses estratégicos de la Corona en estas aguas y la evolución del sistema naval hispánico desde 1492 al 1600.

Para poder navegar durante meses en alta mar o enviar una expedición anfibia era necesaria una excelente “Preparación y logística de una armada” cono nos describe Magdalena de Pazzis Pi Corrales, autora del libro Tercios del Mar que os reseñamos hace poco en BHM. Tengo que destacar aquí una ilustración a doble página del Puerto de Lisboa con una imagen aérea realizada por José Luís García Morán. Tras el descubrimiento hispánico de América se estructuró un modelo defensivo multifocal con armadas ubicadas en diversos rincones del imperio. La Corona fue consciente de la necesidad de elegir unos puntos concretos de vigilancia, ya que, “la mar era tan larga”, para poderla controlar las inmensidades de “Un océano hispánico” gracias a las armadas y flotas de la Corona como nos explica Estaban Mira Caballos.
Para lograr este control del océano la Corona disponía de “El galeón y otras tipologías navales atlánticas” como nos muestra José Luis Casabán que se podían construir gracias a una compleja La política de construcción naval atlántica de los Austrias Mayores” que podremos vislumbrar gracias a Ivan Valdez-Bubnov. Pero además de medios técnicos se precisaba de los conocimientos de navegación que Antonio Sánchez nos explica a través de la vida y obra de “Alonso de Chaves y el Espejo de navegantes”.  Pese a todos los conocimientos y avances en la navegación la mar es caprichosa, y a veces engulle tanto a barcos como a marineros, como nos relata Pablo E. Pérez Mallaína en “Los peligros del océano. Naufragios en la Carrera de Indias”. Si se tiene en cuenta que fueron casi dieciocho mil las embarcaciones que cruzaron el Atlántico, el porcentaje de pérdidas ronda el 3 %, lo cual dice bastante en favor de la construcción naval española y la supervisión de la Corona.
Para finalizar tres artículo que nos muestran las batallas sobre las aguas del Mar Océano. “Bazán el Viejo y la batalla de Muros, 1543”  de Agustín Ramón Rodríguez González nos describe las luchas en el Canal de la Mancha de Don Álvaro Bazán y Manuel, padre del gran marino de Felipe II, contra los franceses. Carla Rahn Phillios nos describe como eran Los marinos y soldados de las armadas, que les impulsaba a alistarse voluntariamente en las flotas, su origen geográfico…la compleja convivencia y el hacinamiento característico de la vía naval se veía empeorada tras cualquier batalla por lo que es necesario conocer cómo era la “Sanidad y cirugía Naval en el siglo XVI”, gracias a Manuel Gracia Rivas veremos los intentos de lograr unas ciertas mejoras sanitarias a bordo de los barcos transoceánicos.



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