Hoy comienza Jorge Álvarez a colaborar con BHM para difundir momentos desconocidos o olvidados de nuestros Tercios.
A mediados del siglo XVI, los otomanos y berberiscos constituían un considerable quebradero de cabeza para los países cristianos bañados por el Mediterráneo y muy especialmente para España. No sólo era que sus flotas asaltaran una y otra vez las naves que navegaran sin la debida protección o hicieran súbitas incursiones en los pueblos del litoral saqueándolos y llevándose a su población como esclava, sino también el hecho de entorpecer las rutas comerciales y obligar a desviar importantes recursos para hacerles frente, debilitando otros puntos candentes del escenario bélico europeo.
A mediados del siglo XVI, los otomanos y berberiscos constituían un considerable quebradero de cabeza para los países cristianos bañados por el Mediterráneo y muy especialmente para España. No sólo era que sus flotas asaltaran una y otra vez las naves que navegaran sin la debida protección o hicieran súbitas incursiones en los pueblos del litoral saqueándolos y llevándose a su población como esclava, sino también el hecho de entorpecer las rutas comerciales y obligar a desviar importantes recursos para hacerles frente, debilitando otros puntos candentes del escenario bélico europeo.
Aún faltaba una década
para que Felipe II decidiera afrontar el problema volcándose completamente en
él, pero en 1560 dio un primer paso siguiendo el ejemplo intentado por su padre
-con distinta suerte- en Túnez y Argel. Su objetivo, fue tomar la ciudad de Trípoli, una de las bases
mediterráneas que tenía el almirante turco Dragut
desde que se la arrebatase a la Orden Hospitalaria diez años antes. De hecho,
la idea fue del Virrey de Sicilia, el duque de Medinaceli, y del Gran Maestre
de dicha orden, Jean de La Valette...
La alianza con los
Estados Pontificios, Venecia, Génova y Saboya, se formó una gran escuadra cuyos
efectivos nunca han podido establecerse con claridad, aunque parece que
superaría el medio centenar de galeras y otras tantas naves diversas en las que
se embarcó alrededor de diez a doce mil soldados. Al frente estaba el célebre Gian Andrea Doria. Una vez más, los
preparativos revelaron graves deficiencias en lo tocante a intendencia (falta
de agua) y previsión (la campaña se hizo en pleno invierno por lo que el mal
tiempo restrasó la partida hasta marzo), de ahí que no tardaran en brotar las
enfermedades y sobrevenir tormentas que impidieron acercarse a la costa
tripolitana en condiciones; además, el duque de Medinaceli, jefe de la tropa de
asalto, estimó que no podría superar aquellas murallas por no contar con
artillería suficiente.
Vista satelite de la Isla de Yerba, Wikicommons |
Cundió el pánico, con
discusiones entre los comandantes cristianos sobre si combatir al amparo de las
débiles defensas, hacerlo en mar abierto o, directamente, retirarse. Al parecer
se impuso esta última opción porque los barcos musulmanes cayeron sobre los
cristianos e hicieron una escabechina, causando miles de muertos. Andrea Doria
y Medinaceli lograron escapar pero en el fuerte de Los Gelves quedaron cinco
mil hombres aislados dirigidos por Álvaro de Sande, de los que sólo unos tres
mil eran soldados y el resto marineros. Ayudado por los refuerzos recién
llegados de Dragut, Pialí Bajá puso sitio a la isla, que resistió tres meses.
Las tropas de Sande no pudieron recibir ayuda porque otra tempestad desbarató
la flota cristiana frente a la costa del reino de Granada y, así, los españoles
tuvieron que rendir la plaza cuando el enemigo se apoderó de los pozos de agua,
cortándoles el abastecimiento. No fue lo único que cortó porque se registraron
mil bajas que sumar a las de la batalla naval.
Los supervivientes
acabaron en Estambul como esclavos, aunque algunos con fortuna pudieron ser
rescatados mediante pago, como pasó con Álvaro de Sande. Las naves de la media
luna se adueñaron del Mediterráneo durante un par de años, apoderándose de
Rodas e intentándolo también -infructuosamente- con Malta, además de asolar la
costa levantina, algo que sólo se pudo paliar levantando multitud de
castilletes de vigilancia y poniendo patrullas de caballería a recorrer el
litoral, aunque eso decidió a Felipe II a iniciar un importante programa de
construcción naval.
Pero lo verdaderamente impresionante de aquel
desastre fue el destino de los huesos de
los caídos -en total unos diez mil-, pues
con ellos se levantó una torre conocida como Burj al-Rus (Torre de las Calaveras) que medía más de diez
metros de altura por siete y medio en su base. Un macabro monumentos de cráneos
y osamentas que debía servir de advertencia disuasoria ante futuros intentos de
desembarco (por eso se erigió frente al mar, en una playa) y que estuvo en pie
hasta el año 1848, en que el gobernador británico ordenó desmontarlo y dar
cristiana sepultura a los restos.
Bibliografía y Fuentes, puedes comprarlos en Amazon haciendo click en los enlaces y ayudaras a BHM
- “Felipe II” Geoffrey Parker.
- “Imperio” Henry Kamen
- “Felipe II” Geoffrey Parker.
- “Imperio” Henry Kamen
- “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II” FernandBraudel.
- “Yo,Felipe II” Ricardo de la Cierva
- El Reto Histórico
- “Yo,Felipe II” Ricardo de la Cierva
- El Reto Histórico
“Burj
al Rus, la torre hecha con los cráneos de los caídos en Los Gelves” JorgeÁlvarez – Bellumartis Historia Militar
Por qué se habla del Reino de Granada que hacia muchos años que había desaparecido?
ResponderEliminarEl reino de Granada es un termino geográfico y político que en ese momento forma parte de la Corona de Castilla. Como aun persistian en esos momentos los reinos de Jaen, Sevilla o Galicia en los documentos públicos ya que todavía el sistema de provincias no se había creado
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