LAS ARMADURAS DE LOS CONQUISTADORES DE MÉXICO

Haciendo una pequeña pausa en la serie de artículos  sobre las armas de los conquistadores de América de David Nievas, gracias a Juan Molina descubriréis como eran las armaduras que protegían a estos hombres que conquistaron un continente.


Los españoles, en la época de la conquista de México, utilizaron gran variedad de protecciones para guerrear en todos los frentes, si bien estas cambiaban significativamente en proporción según la campaña.
América no es una excepción, y la expedición de Cortés con casi total seguridad contó con todos los tipos de armadura que vamos a tratar ahora, si bien en general en proporciones muy distintas a las utilizadas en Europa. Esto se debe a que las expediciones estaban financiadas por los propios conquistadores y, por tanto, la calidad y cantidad de armamento, armaduras y equipos variaban según la inversión del líder de la conquista.
Podemos inferir, sabiendo que la mayoría de conquistadores iban armados simplemente con espadas y escudos (consideradas "armas secundarias “o "de último recurso"), que muy probablemente no contaban con demasiadas armaduras metálicas, si bien las suficientes para que fuera un elemento significativo. Posiblemente esta falta de armaduras metálicas, y no otras razones, llevaron a muchos españoles a armarse con las armaduras nativas, efectivas y suficientes para la labor a realizar y muchísimo más baratas que las corazas importadas de Europa.
Imagen del ichcahuipilli en su versión
de longitud mediana.
Lienzo de Tlaxcala, siglo XVI.
Dentro de las armaduras utilizadas por los españoles en la época de la conquista, podemos dividirlas en tres secciones: armaduras orgánicas, armaduras metálicas y cascos (estos últimos, al ser mezclados con ambos tipos de armadura y haber una gran cantidad de modelos, merecen un apartado aparte).
Entre las armaduras orgánicas, destaca principalmente el Ichcahuīpīlli, la armadura mexica de algodón en salmuera, de la que ya se ha hablado en varios post de esta página, y que era extraordinariamente resistente a los cortes y a las armas arrojadizas, como dardos y flechas. Usualmente tenía forma de "chaleco" sin mangas, aunque había versiones con mangas. Generalmente protegía el tórax y raramente era tan larga que protegiera las piernas.
Otra armadura orgánica que merece atención es el jubón acolchado o gambesón, que es la versión europea del Ichcahuīpīlli. Básicamente estaba formado por una gran cantidad de capas de tela (entre 5, los más ligeros, y 12 e incluso más, los más pesados) que creaba una gran protección contra el corte y las armas arrojadizas, además de ser usado con frecuencia como "capa de acolchado" para portar una armadura metálica, y así aislar al cuerpo de rozaduras y golpes debidos al uso de una protección de acero. El nombre de "jubón acolchado" se debe a que en el siglo XVI estas protecciones tenían el mismo corte y apariencia externa al de un jubón normal de vestir. Existía una versión para la cabeza, que por boca de Bernal induce a pensar que era la protección de cabeza más común, que era el "gorro acolchado", de igual forma una estupenda protección anticorte, que también servía de "acolchado" para llevar un casco encima, y que tenía una apariencia muy similar a un gorro usual del siglo XVI. Aquí habría que dar un punto a favor de los mexicas, pues muy probalemente el diseño del Ichcahuīpīlli, al ser de algodón en salmuera, ofrecía mejor protecciónque el sistema europeo a mucho menor peso, algo a agradecer en un ambiente como el americano.
Finalmente, como armadura orgánica, debemos mencionar la naciente cuera. La cuera, como su nombre indica, era una armadura realizada con cuero que comenzó su desarrollo a principios del siglo XVI, ya que no tenemos constancia de ella en el siglo XV. Generalmente no tenía mangas y era de un color amarillento debido al tratamiento de curtido de la época. Estas armaduras comenzaron a tener en esta época su auge, especialmente entre las tropas ligeras como los arcabuceros, que les daba una protección más que suficiente aportando mucha ligereza. La cuera, en esta época, no solía proteger más allá de la cintura, aunque versiones posteriores aumentaron la protección hasta la rodilla, especialmente en las versiones de caballería. Las cueras solían estar muy adornadas con pequeños cortes en su superficie, buscando un patrón estético.
En cuanto a las armaduras metálicas hay tres "tipos" principales: flexibles, semirrígidas y rígidas.
En cuanto a las flexibles, sólo se utilizaba ya en esa época la cota de malla en muchas versiones distintas. La cota de malla consiste en una armadura compuesta por anillos de acero remachados (si los anillos no son remachados, no es una armadura hisórica, sino una reproducción posterior) de gran resistencia y comodidad, si bien bastante pesada debido a que, por su diseño, todo el peso recae sobre los hombros. En el siglo XVI las cotas de malla comienzan a decaer como protección completa, aunque todavía hay ejemplos usuales de camisas de malla con mangas cortas (no protegen más abajo de la cintura ni más abajo del codo) y muy posiblemente se usaron en la conquisa por parte de algún soldado como herencia o compra barata. Sin embargo, el uso de la malla es más habiual "a trozos". Generalmente, a un jubón de armar (jubón acolchado diseñado para colocarse una armadura metálica encima) se le cosían partes de malla que protegían en las articulaciones, zonas que las piezas metálicas rígidas tienen más dificultad para proteger. Las piezas más comunes en esta época son las sobaqueras y los brazos de malla, aunque hay ejemplos de zaragüelles de malla (suerte de pantalones cortos de malla con braqueta que protegían al menos hasta la rodilla) e incluso de escarpines de malla (zapatos de malla). También en esta época se puso de moda, especialmente el Alemania, una nueva protección de malla llamado "mantón de obispo", especie de almófar sin capucha que protegía cuello, tórax y parte alta de los brazos. La cota de malla es una armadura excelente contra cortes y perforaciones, salvo las realizadas con armas específicamente diseñadas para atravesarlas, como los estoques de guerra, las moharras perforantes o los cuadrillos de ballesta; si bien su mayor debilidad, al ser flexibles, era ser golpeadas con armas contundentes, como martillos o mazas de armas, que podían romper articulaciones y huesos sin afectar a la malla.
Jubón acolchado de armar con mangas de malla, diseñado para llevar debajo de una armadura metálica rígida.
En cuanto a las semirrígidas, el mejor ejemplo es la brigantina. La brigantina se compone de un chaleco de cuero o tela fuerte en el que se remachan piezas rígidas de acero, siendo una protección muy fuerte y a la vez relativamente flexible, muy utilizada en España por parte de la caballería ligera, los afamados jinetes, aunque también fue común entre la infantería profesional, al ser una protección más barata que una coraza y más cómoda, aunque más difícil de mantener debido a sus elementos orgánicos. Generalmente podemos dividir las brigantinas en dos partes: las briganinas "baratas", donde las piezas metálicas dejan un diminuto espacio entre ellas, propia de la infantería; y las brigantinas "caras", donde cada pieza de la brigantina se encajaba a la perfección sobre todas las demás a su alrededor dando una protección superior y siendo así una suerte de armadura "articulada". Este último tipo de brigantina ofrecía una protección casi equivalente a un buen peto rígido, incluso conociendo ejemplos de brigantinas a prueba de balas y con ristre para el uso de lanza de caballería. Al ser una protección muy eficaz y a la vez relativamente flexible fue usada masivamente desde el siglo XV hasta al menos los años 30 del siglo XVI como armadura típica de la caballería ligera, como hemos dicho anteriormente. A partir de los años 30 del siglo XVI comienza un paulatino declive en el que las piezas rígidas y las orgánicas se impondrán y se perderá el uso de las brigantinas, si bien todavía existen piezas datadas a principios del siglo XVII en Inglaterra.(Nota BHM: te invitamos a leer este articulo en el que se trata sobre esta armadura en el ejercito veneciano).
Interior de una brigantina.
Llegamos finalmente a las armaduras rígidas, las reinas de los campos de batalla y las que perdurarán más en el tiempo, debido principalmente a su gran protección. La calidad de estas piezas era muy variable y podemos encontrar desde petos de guarnición hechas de hierro de mala calidad, que pueden ser abiertas de un hachazo, hasta petos fuertes capaces de soportar el disparo de un mosquete y, a la vez, ser sorprendentemente ligeras. Por lo general, estas piezas de armadura, como la cota de malla y la brigantina, requieren de un jubón de armar o elemento de vestuario similar para ser portada, debido a la incomodidad y peligro que supondría usarlas sin una protección acolchada debajo. En ocasiones se ha dicho que el cambio de las corazas rígidas al Ichcahuīpīlli por parte de las tropas españolas se debe a las condiciones climatológicas y a que portarlas era insufrible. No puede estar más alejado de la realidad. La realidad es que pocos soldados portarían estas protecciones rígidas, y adquirirían Ichcahuīpīlli simplemente para tener alguna protección. En cuanto a las largas marchas, no suponía un problema porque cada conquistador podía conseguir casi la cantidad de porteadores que deseara, lo que incluye porteadores de sus armas y armaduras. Dentro de las armaduras metálicas rígidas podemos sugerir tres tipos: corazas, coseletes y arneses.
Las corazas eran forma de protección rígida más habitual. Consistían en una protección de pecho y espalda, aunque en ocasiones sólo se portaba el peto por comodidad. En su diseño, se buscaba la mayor movilidad posible, dando espacio a los brazos para moverse y a la cintura para doblarse en lo posible (ahí la necesidad de las anteriormente mencionadas mangas y sobaqueras de malla y otras piezas complementarias de protección para aquellos que podían permitírselas). Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la mayor parte de las armduras rígidas que portaron los hombres de Cortés pertenecían a esta clase, y posiblemente muchas de estas corazas no eran precisamente de primera calidad a tenor del equipo de la expedición, si bien impenetrables para armas líticas como la macana.
Coselete de caballería con ristre, año 1520.
Los coseletes eran la armadura de la infantería profesional de esta época. Los piqueros de primera línea y los oficiales siempre llevaban este tipo de armadura. Los coseletes testaban compuestos por peto, espaldar, escarcelas, hombreras, brazos armados, guanteletes y gorjal o barbera, es decir, protegían completamente al portador de rodillas para arriba, siendo llamados en ocasiones a los coseletes "armaduras de tres cuartos" por ello. Los coseletes casi siempre eran piezas de una calidad suficiente y en muchas ocasiones estaban adornados con filigranas doradas y empavonados con una capa de protección contra el óxido. Es improbable que en la expedición de Cortés hubiera un gran número de estas armaduras. Posiblemente sólo los oficiales (y no todos) la portaran, pero desde luego, un coselete debía ser casi imbatible, tanto cuerpo a cuerpo como a distancia, frente a los guerreros mesoamericanos, pues el español podía simplemente permitir que su enemigo le lanzase un golpe y encajarlo sin más problema para luego contraatacar cuando su guardia es baja, sólo debiendo preocuparse de sus piernas y su cara.
Finalmente, llegamos al culmen de la tecnología de protección del siglo XVI, posiblemente en todo el mundo: el arnés. El arnés es la típica armadura de caballero que todos tenemos en mente, una armadura de piezas rígidas que cubre la totalidad del cuerpo, desde los pies a la cabeza, sin dejar apenas un resquicio para el ataque. Los arneses se fabricaban siempre a medida, nunca en masa, y esto no era únicamente porque el portador de un arnés tenía dinero suficiente para ello, sino porque la exactitud a la hora de tomar las medidas del portador era determinante para hacer una movilidad perfecta. Y es que, a pesar de lo que usualmente se piensa, la movilidad de estos arneses era altísima para el grado de protección que dan, además de poseer, por lo general, un peso mucho más bajo que el que se podría pensar. Cada articulación estaba perfectamente movilizada para ofrecer la máxima capacidad de combate a su portador, ya que una armadura que fuera "una tortuga" era más peligrosa para el portador que para el enemigo. Es casi seguro que el propio Cortés tuviera un arnés y lo llevara en la conquista de México, posiblemente era el único arnés de la expedición, si bien es probable que en pocas ocasiones lo llevara completamente montado. El arnés, en el siglo XVI, era un distintivo de prestigio y mando, así que es probable que Cortés, que se hizo fabricar un casco emplumado, típico de la nobleza, antes de la expedición, llevase un arnés en todo momento importante para insistir en la importancia de su rango. Sin embargo, es posible que en los combates no usase siempre el arnés completo. Existía en Europa dos formas de combatir con arnés a caballo: entera y a la ligera. A la entera, se llevaba el arnés completo, y se usaba cuando se sabía que iba a haber una carga directa contra el enemigo y, por tanto, gran probabilidad de recibir golpes en todo el cuerpo. A la ligera se eliminaban del arnés las piernas (al estilo de un coselete) para poder controlar mejor el caballo, sustituyéndolas usualmente por unos borceguíes, especie de botas de caña alta típicas de España.
Arnés gótico tardío, 1490-1515.
En cuanto a los cascos, primero unas aclaraciones. Los típicos morriones, que se suelen asignar a la conquista de México, son en realidad bastante posteriores, no encontrándose modelos hasta 1550 al menos, por lo que podemos descartar su uso en la expedición de Cortés. Los cascos utilizados podemos dividirlos en dos: cascos de infantería y de caballería (llamadas "celadas", usualmente, porque significan "cascos cerrados", siendo los típicos cascos de caballería cerrados por la cara por varios sistemas).
Los cascos de infantería tienen una enorme variedad de tipos, aunque enumeramos los más comunes de los usados en la conquista.(Nota BHM: un excelente articulo sobre los cascos en el siglo XVI).
En primer lugar tenemos la "celada de infantería", que a pesar de su nombre no es un casco de caballería, sino que se basó en los cascos de caballería, pero se le eliminó el visor que tapaba el rostro. Son cascos con origen en el siglo XV y que se distinguen porque protegen toda la cabeza salvo la cara, con una característica curvatura acabada en pico en la zona de la nuca, para permitir movilidad en el cuello. Éste sería uno de los cascos más comunes, probablemente, debido a su uso masivo hasta el momento por las tropas hispánicas. De este tipo encontramos multitud de variantes: lisos, con visera, con orejeras, con una suerte de carrilleras, etc. T
También tenemos como casco de infantería el capacete bajomedieval. Este casco, a menudo confundido con el morrión, pero muy diferente, está formado por una morra cónica o redondeada con una ala inclinada hacia abajo que va por todo el borde del casco. Este tipo casco también era muy usado por la caballería ligera y por los caballeros armados "a la ligera" o cuando combatían a pie con arnés, usualmente con el complemento de una barbera, pieza de armadura que protege cuello y parte inferior de la cara, dejando solo visibles los ojos. A veces, el capacete y la celada abierta pueden confundirse, sin embargo, la diferencia estriba en que la celada protege la nuca y el capacete no, si bien es cierto que hubo modelos intermedios, buscando las ventajas de ambos y que darían pie al siguiente tipo de casco que se usaba en la época.
Infantes españoles en la toma de Orán. Uno de ellos porta un coselete completo. Todos ellos portan celadas de infantería.
La borgoñota, evolución de la celada y el capacete, era el casco de "última tecnología" de la época, y era el que más éxito estaba teniendo entre los soldados profesionales de aquel periodo. La borgoñota era un casco que protegía toda la cabeza salvo la cara, que debia de estar expuesta para mejor combatir. Se caracteriza siempre por tener una visera encima de la zona del rostro y por tener un par de orejeras, generalmente móviles, que hacen a la par de carrilleras. En estos cascos se empieza a experimentar con las crestas que luego serían típicas de los morriones, aunque en esta época son más comunes las borgoñotas de alto liso o con forma de pico.
En cuanto a las celadas de caballería de la época, hay dos grandes tipos de casco usados por los españoles: la celada "pura" y el almete.
La celada tradicional, de origen alemán, tiene las mismas características que su prima de infantería: se caracteriza por proteger la nuca con una pieza metálica, que puede ser fija o segmentada, pero además tiene un visor abatible que llega hasta la altura de la boca por lo general, aunque en ocasiones puede ser más bajo. Al dejar la parte de abajo de la cara sin protección, usualmente se complementaba con una barbera o un mantón de obispo de malla. Estas celadas en esta época comienzan a sustituirse casi por completo por los almetes, pero aún son bastante comunes. Es probable que en la expedición de Cortés, la gran mayoría de jinetes portara una de estas celadas al ser más baratas. Las celadas de buena calidad solían mantenerse pulidas y bien cuidadas, pero se sabe que no era extraño pintarlas o cubrirlas de telas coloridas para evitar (o esconder) el óxido de las mismas. Si bien esta era una costumbre más centroeuropea, se conservan celadas hispanas en las que hay restos de tela que cubrían el casco. Un noble (o quien pretendiera dárselas de noble) nunca usaría un casco pintado así o cubierto de tela, pues daría a entender que no puede permitirse a un sirviente que le pula el metal. Y en esa época en España la apariencia lo era todo.
Celada de caballería, 1500.
           Finalmente, la pieza más compleja de un arnés, el almete. El almete era un casco exclusivamente diseñado para complementarse con un arnés determinado, y nunca se portaba un almete sin un arnés (aunque fuera un arnés "a la ligera", pero arnés). Posiblemente, el casco emplumado que se afirma que Cortés llevó sería un almete, pues éste era símbolo de nobleza y la pieza más cara de cualquier arnés, pues era la que más complejidad y dificultad requería. Un armero no podía adquirir la consideración de maestro hasta que no conseguía hacer una de estas piezas. Un almete está compuesto por un casco principal que protege toda la cabeza adaptándose perfectamente a las formas de la cabeza, incluyendo una pieza que protege la barbilla. Tiene, además, una pieza en la nuca para insertar plumones de adorno. Finalmente dispone de un complejo visor con gran cantidad de aberturas que permite, a la vez, respirar con facilidad, ver lo suficientemente bien y con una protección de primer nivel al estar reforzada cada elemento de su estructura con un diseño estudiado para desviar la fuerza de los impactos recibidos, especialmente contra lanzas de caballeros enemigos.
Almete italiano, 1520.
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Infantes españoles en la toma de Orán, 1509. Se puede observar que la mayoría porta una simple coraza, algunos con piezas de armaduras en los brazos. Portan celadas de infantería y capacetes.

Las armaduras  de los conquistadores de México” Juan Molina Fernández – Bellumartis Historia Militar

Comentarios

  1. iene, además, una pieza en la nuca para insertar plumones de adorno. Finalmente dispone de un complejo visor con gran cantidad de aberturas que permite, a la vez https://ideandando.es/que-es-y-para-que-sirve-el-azufre-organico/

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