En
BHM tenemos el gusto de contar con la colaboración de David Nievas Muñoz para mi uno de los mejores conocedores de la era
de los tercios y asesor del artista Augusto Ferrer Dalmau en alguna de sus
mejores obras. Este gran fichaje junto con la ayuda de entre otros de Juan Molina,
Jorge Alvarez, y un servidor (Francisco García Campa), este blog se puede convertir en un referente para conocer la era de oro de los ejércitos españoles.
Sin más os dejo con David:
A
pesar de que en los campos de batalla europeos, los soldados equipados con
escudos redondos de metal, conocidos como rodelas o rotellas, cumplían papeles secundarios
como la protección de las mangas de arcabuceros, asaltos a la brecha,
reconocimientos o escaramuzas, las crónicas contemporáneas de Indias nos
muestran que éste equipamiento defensivo cumplía un papel fundamental para el
soldado de la hueste cortesiana.
Rodela. Crédito imagen desconocido |
Aunque
hay quien teoriza que los españoles no se toparon con la rodela hasta su
llegada a Italia en 1498, existen tipologías de escudos andalusíes y musulmanes
similares durante la Reconquista. Sea como fuere, los castellanos acogieron con
gran fruición y en un primer momento el uso de éstos escudos de metal, de
anchura y grosor variable pero que generalmente cubrían desde la barbilla hasta
la cadera. El Gran Capitán hizo uso extensivo de ellas en sus campañas
italianas, y aparecen tanto en las ordenanzas de la tropa comunera levantada en
armas por aquellos mismos años, como en las Ordenanzas de Génova, primera
orgánica de los llamados tercios españoles, en 1536.
La
rodela, que se ajustaba a varios diseños y curvaturas, se usaba junto a una
espada de una mano (punta y corte o "terciado", que era una espada
corta y de tajo de la familia del falchion o bracamarte), aunque Cortés y
Bernal Díaz del Castillo citan numerosas veces a los "infantes de lanza y
rodela", ya que la lanza (menor en tamaño que la pica) podía usarse a una
sola mano si se precisaba.
Los
castellanos utilizaban también la adarga, un escudo de cuero de procedencia
andalusí y que heredaron de la caballería musulmana durante la Reconquista,
especialmente en su experiencia de la Guerra de Granada, donde formaba parte de
la panoplia de los "zenetes" o jinetes nazaríes (la imagen de portada es un cuadro de Ferrer-Dalmau de un jinete castellano). Más ligera que la
rodela (normalmente), se demostró bastante práctica a la hora de parar flechas
y armas nativas, por lo que prolongó su uso hasta el siglo XIX por parte de los
famosos lanceros de cuera o soldados presidiales en el norte del virreinato,
luego México independiente.
Adarga donde se puede apreciar el sistema de agarre. Crédito de imagen desconocido |
Muy
útil para guardarse de las lluvias de venablos atatl, flechas y piedras, la
rodela y la adarga (que recordemos que formaba parte de la panoplia de don
Quijote) se demostraron un auténtico "salvavidas" para los
castellanos, que hicieron uso y abuso de ella tanto en batallas campales como
operaciones de asedio y escaramuzas, ganando una importancia mucho mayor que su
uso en el contexto de las guerras europeas contemporáneas.
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