LAS ESPADAS DE INFANTERIA EN EL SIGLO DE ORO

Hoy Juan Molina nos va a dar una lección de espadas digna del maestro de esgrima de la Corte, os aviso que no se corta y pondrá luz sobre ciertos mitos con poco filo sobre las armas de los Tercios.
Este es el primer artículo de tres sobre espadas en el Siglo de Oro Español. En este primer artículo hablaremos de las espadas utilizadas principalmente por la infantería española durante el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, el segundo artículo tratará de las espadas utilizadas por la caballería en el mismo periodo temporal y finalmente el último artículo tratará de las espadas del ámbito civil.


El (falso) mito de la ropera

No, la ropera no era el arma de los soldados españoles. Esto puede sorprender a muchos, pero una espada ropera era un arma única del ámbito civil. Esto se debe a que la hoja de la ropera es excesivamente fina y larga para utilizarse de manera adecuada en los campos de batalla, y su guarnición demasiado elaborada podía ser más un incordio que una ayuda en la batalla. Además, las guarniciones de una espada ropera son más finas y débiles, aunque cubren mejor la mano. En una espada de guerra se prefiere unas guarniciones más fuertes aunque cubran menos área. Hay ciertamente casos registrados en documentos de soldados españoles portando lo que parecen ser roperas, pero siempre son cartas de quejas de oficiales que afirman que unos pocos de sus soldados llevan “espadas demasiado largas” que solo sirven “para engalanar” y, eventualmente se pide en las cartas apoyo para prohibir llevarlas porque sólo resultan una molestia en el escuadrón, al engancharse con sus compañeros al formar y ser demasiado largas para poder desenvainarse con suficiente velocidad (si es que desenvainarlas es posible) en caso de necesidad. El propio autor, en eventos recreacionistas, ha experimentado lo difícil que es formar en escuadrón con una espada ropera, siendo realmente un estorbo.

Características de la espada de infantería española entre los años 1500 y 1630

La primera característica clave es su longitud y anchura. Su hoja tenía una longitud en toda esta época entre 80 cm y 100 cm, (no contamos el mango, sólo la hoja visible) y por lo general desaconsejándose una espada más larga. Esta era clave, porque es la que le daba su utilidad en batalla. Una gran longitud, pese a dar ventaja en combate individual por su alcance, resulta contraproducente al luchar en el reducido espacio que hay entre escuadrones, donde un arma larga no puede manejarse con soltura. Además, dificulta el desenvaine, siendo este más lento y dificultoso. El desenvaine rápido es crucial en una espada cuyo objetivo es dar una defensa en caso de no poder usar el arma principal (en este caso, la pica o el arcabuz). La anchura de la hoja también es crucial, debido a que da resistencia a la hoja y contundencia en el tajo. Por lo general, el tajo es más natural en los espacios reducidos del campo de batalla, a pesar de lo aparente, ya que no hay tanto espacio ni tiempo para técnicas elaboradas y los ataques son mucho más instintivos. La falta de espacio exigía la necesidad, por ende, de que las primeras filas portasen armaduras de buena calidad y que protegieran todo el cuerpo para evitar una escabechina en las filaspropias. Por tanto en muchas ocasiones la mejor defensa no era una buena técnica, sino una protección física adecuada (coselete y/o rodela).
Una hoja más ancha no necesariamente significa que es una espada más pesada, al contrario. Comparando con una ropera civil, una espada militar es igual de ligera, e incluso puede serlo más, ya que compensa la anchura de la hoja con una menor longitud de la misma y unas guarniciones más sencillas y, por ende, menos pesadas. La hoja de una espada normal tenía doble filo y tendía a ser puntiaguda en el caso de las tropas españolas, aunque hay ejemplos de espadas más anchas buscando más capacidad de corte y resistencia. El peso de una espada militar de una sola mano oscilaba entre los 800 gramos y los 1200 gramos, siendo lo habitual la cercanía al kilo, aunque en algunos modelos de espadas, como el alfanje, el peso podía llegar a 1500 gramos.

Las guarniciones, piezas que protegen la mano del portador, suelen ser sencillas y en ocasiones son una simple cruz, dando el aspecto de una espada medieval, elemento que puede sorprender a muchos aficionados a la militaría de la época. Esto es así porque una guarnición demasiado elaborada aumenta el peso, en principio, y resulta más incómoda. Este concepto cambiaría a partir de 1630-1640, cuando las guarniciones elaboradas pasan al ámbito militar poco a poco, pero no cubriremos esa línea temporal en este artículo.
En cuanto a la forma de portar la espada, la más frecuente era al cinturón, mediante una vaina unida a este por un talabarte. El tahalí, esto es, llevar el cinturón cruzado por el pecho, era consideraba propio de turcos y en España era poco habitual, aunque sí fue frecuente en otras naciones europeas.
En aquella época, las hojas consideradas mejores eran las toledanas. Sin embargo, la mayoría de soldados portaban hojas realizadas en Bilbao, Milán, Génova o Solingen al ser también de muy buena calidad, pero más asequibles. Incluso no era infrecuente encontrar hojas francesas, como las procedentes de Amiens. Esto no es tan raro como pudiera suponer, ya que el comercio de hojas de espada era muy fuerte, y España importaba tantas hojas de espada como exportaba. Hojas, pero no espadas enteras, ya que se montaba su mango y guarnición en el punto de venta. Por ello, no resulta raro encontrar hojas toledanas con guarniciones alemanas u hojas alemanas en guarniciones españolas o italianas, por ejemplo.


Uso de la espada por parte del infante

La espada era fundamentalmente  un arma secundaria para el infante español. Generalmente éste luchaba con su arma de cuerpo: la pica, el arcabuz o el mosquete (aunque hubo otras armas de menor importancia, como la escopeta, la alabarda o el montante). En muchos casos se utilizaba junto a la rodela como arma principal, especialmente en la primera mitad del siglo XVI. Pero a partir de los años 60 del siglo XVI los rodeleros españoles (que recordemos que no eran un cuerpo, sino un arma de circunstancia) tendían a mantener la espada normal envainada y usaban sobre todo alfanjes cortos o terciados, de los que también hablaremos, ya que ofrecían más ventajas en batalla a corta distancia (aunque siguió habiendo rodeleros que preferían la espada común, si veían la situación más conveniente).
Cabe destacar que muchos soldados, sobre todo los que no portaban rodela, llevaban en batalla para la mano izquierda un broquel (pequeño escudo que se porta con agarre simple, sin embrazar) o bien una daga de mano izquierda, diseñada tanto para parar como para atacar. Los españoles pronto se hicieron famosos por su habilidad con dos armas, ya fuera espada y daga o broquel. Sin embargo, el uso en batalla no era demasiado frecuente, ya que casi siempre no se daba la oportunidad de que la espada sirviese en el campo.
De hecho, uso de la espada en batalla era tan raro, que las pocas veces que se usa masivamente, los cronistas lo apuntan, como Bernardino de Mendoza:
“Los más muertos y heridos de ambas partes fue con las espadas, cosa que ha años que no se ha visto en ninguna guerra; porque, al cerrar los nuestros por los dos costados, les vinieron a apretar de manera y a juntarse tanto con ellos que, no pudiendo aprovechar por la estrechura del sitio, con los muchos árboles y setos de las huertas, de los arcabuces vinieron a las espadas, combatiendo con ellas gran rato”
La espada, además, era un símbolo. Y posiblemente éste es su mayor uso por parte de la infantería española. Tradicionalmente la espada es la medida de la nobleza; y los infantes, desde la campaña en Italia del Gran Capitán, comenzaron a tomar conciencia de hidalguía. Esa hidalguía se significaba portando la espada, de tal forma que no portarla era rebajarse. Este pensamiento del soldado-hidalgo se mantuvo hasta el siglo XVIII, donde aún en la era del fusil y la bayoneta, donde la espada era prácticamente inútil, se siguió aportando un espadín al equipo de los infantes durante las primeras décadas de ese siglo, simplemente por su mera significación. 

Cronología y evolución de las espadas españolas de infantería

Comenzaremos por las espadas habituales en el año 1500. Tenían arriaces muy simples, siendo la mayoría una simple cruz, y estaban pensadas fundamentalmente para el tajo sin perder capacidad de estoque. Hay tres modelos fundamentales usados por la infantería española hasta 1530 (aunque muy probablemente se usaron otros muchos modelos diferentes pero en menor intensidad): la espada de arriaz simple, la espada de pitones y la espada de arriaz torcido.
La espada de arriaz simple disponía de una cruz o gavilán, ya rectos o bien ligeramente doblados hacia delante, con el objetivo de enganchar la hoja enemiga.
La espada de pitones era posiblemente la más común de entre las espadas de arriaz elaborado y daría en el futuro a las hoy llamadas “espadas de punta y corte”. Del gavilán o cruz salían dos anillas diseñadas para alojar el dedo índice y evitar su corte. Según pasaron los años, se añadieron protecciones extra, aunque no todas las espadas llevaban estas protecciones extra de la misma forma. Algunas de estas protecciones eran los guardamanos y las anillas para proteger la mano.

La espada de arriaz torcido es prácticamente idéntica a la espada normal, salvo que una de las dos patas de la cruz es mucho más larga y se dobla hacia atrás para crear una suerte de guardamano, en muchos casos careciendo de anillos para meter el dedo índice, aunque posteriormente se añadirán. Poco a poco evolucionó a separar el guardamano de la cruz, conservándolo y pudiendo ser usado. Se le añadieron anillos de protección para la mano posteriormente.

A partir de la década de 1530, ambos modelos, ya muy desarrollados, comienzan a converger y se crea lo que hoy llamamos “espada de punta y corte”, que se encuentra en infinidad de variantes. En muchos casos esta espada presenta características más complejas que pueden recordar a las futuras roperas y, en otros casos, lleva protecciones realmente simples. Sin embargo, estas espadas de punta y corte casi siempre llevan al menos una anilla para el dedo índice (usualmente dos, una en cada lado) y al menos una gran anilla de protección de la mano en el dorso de la cruz de la espada (en muchas ocasiones dos). Es común tanto espadas sin guardamano, como con guardamano. Comienzan a verse espadas con un doble juego de anillos de protección: dos anillos a la altura de la cruz y otros dos a la altura del fin de los anillos de protección del dedo índice. Este modelo de guarnición daría pie en el futuro a la “espada de lazos” usual en las espadas roperas de finales del siglo XVI. Comienzan a verse guardamanos complejos, diseñados para proteger la mano al realizar o recibir un tajo.

En cuanto a las hojas, se ven una gran variedad: finas, para estocada; anchas, para tajo; y de una anchura intermedia para ambos casos. La longitud sigue variando entre los 80 cm y el metro de longitud para la hoja, generalmente siendo más anchas las espadas más cortas y más estrechas las más largas; aunque no siempre.

En esta época comienza a verse el uso de alfanjes tempranos y terciados, que serán muy populares durante la segunda mitad del siglo XVI. Los terciados y alfanjes son espadas muy cortas y muy anchas, con una longitud inferior a 80 cm de hoja y un ancho de hasta 8 o 10 centímetros en la base de la hoja. La hoja puede ser curva o recta y tener uno o dos filos. Mientras que se llamará terciado a toda espada que reúna estas características, el alfanje mantiene todo lo dicho anteriormente pero sólo tiene un filo. Podríamos decir que el alfanje es un tipo de terciado y ambas palabras se usan frecuentemente como sinónimos. Como se dice anteriormente, el alfanje es muy popular entre los hombres armados con rodela, siendo el arma de elección de estos durante toda la segunda mitad del siglo XVI.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI comienza una fase aligeramiento de la espada, donde ya son cada vez más raros los ejemplares con guardas muy elaboradas (salvo en oficiales, para engalanamiento), aunque también comienzan a ser más raras las espadas simples, sin ninguna protección (aunque no dejan de desaparecer). Esta también es la época del auge de la ropera y rápidamente el diseño militar y civil se separan a partir de ahora.
Las espadas de infantería suelen tener en esta época arriaces rectos y dos anillos colaterales para proteger la mano. También es habitual un guardamanos y anillos para insertar el índice y protegerlo, pero no aparece siempre. Cuando aparece protección para los dedos es habitual sustituir uno de los anillos colaterales por uno o dos “lazos” cruzados en el lado interno del arma. Los lazos son una o dos finas cintas de metal que se cruzan entre ellas cerrando por encima de los dedos el acceso a los mismos. Los lazos son menos fuertes que las anillas, pero cubren una mayor parte de la mano, por lo que solían ponerse sólo en la cara interna de la espada, en el caso de ser de guerra. En espadas de civil, como las roperas, eran habituales los lazos en ambos lados de la espada, dado que fuertes tajos que puedan romper las protecciones son improbables.

Ya los modelos de espada de guerra cambiarán poco hasta los años 30 del siglo XVII, cuando se comienzan a incluir conchas tanto parciales (sólo una cara de la guarnición) o completas (una concha a cada lado de las guarniciones), volviéndose cada vez más populares, al ser una protección a la vez ligera y resistente, aunque los modelos más tradicionales de anillas y lazos todavía sobrevivirán todavía al menos una década más. Las cazoletas completamente cerradas aparecerán en las espadas civiles en los años 40 del siglo XVII y en las militares apenas una década después. Las espadas de esta época tienden a ser muy extremas en las hojas, fabricándose o bien ya muy finas o muy anchas, especializando el diseño según la preferencia del dueño.

ESPADAS DE CABALLERÍA ESPAÑOLAS

 DE LOS SIGLOS XVI Y XVII


Y ESTAS ESPADAS DE REGALO



La espada de infantería en el Siglo de Oro Español” Juan Molina Fernández – Bellumartis Historia Militar

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Me alegro mucho que te gustase el trabajo de Juan. En BHM nos encantan los tercios y su época.

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  2. Espléndido trabajo en su extensión y claridad.

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    1. Esta semana publicaremos la segunda parte que creo que te gustará.

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  3. Aquí teneis la segunda parte dedicada a las espadas de caballeria
    https://bellumartis.blogspot.com/2018/07/espadas-de-caballeria-espanolas-de-los.html

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  4. Bueñas, de Portugal!
    Estou a escrever um artigo sobre a roupeira. A menção às "cartas de quejas de oficiales que afirman que unos pocos de sus soldados llevan “espadas demasiado largas” que solo sirven “para engalanar” y, eventualmente se pide en las cartas apoyo para prohibir llevarlas" é extremamente interessante.
    Poderia-me indicar onde posso encontrar estas cartas?

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