EL PIE DE TRINCHERA, UN GRAVE FALLO ALIADO.


"(La trinchera) tiene una profundidad de dos o tres hombres. Por tanto, los defensores se mueven en ella como por el fondo de un pozo, y, para poder observar el terreno que tienen delante o disparar contra el enemigo, tienen que subir por escalones practicados en la tierra o por escaleras de madera al puesto de observación (...). Sacos terreros, pedruscos, planchas de acero constituyen el parapeto (...).


Hoy Esaú se vuelve a fijar en la salud de los pies de los infantes, con un análisis de las trincheras en la Primera Guerra Mundial que completa nuestro anterior artículo. (Nota de BHM: en lo que se llama un pique entre colaboradores y que por cierto me encanta, jaja).


El pasado día 15 de mayo, el compañero David López Cabia nos hablaba del “pie de trinchera” y cómo fue un desagradable acompañante para los soldados que combatían en la trinchera. Pero David tenía que haber atinado “un poco más” ya que fue un desagradable acompañante del soldado…aliado. A ver, no quiero decir que no hubiera pie de trinchera entre los soldados de las potencias centrales, pero si nos circunscribimos al frente occidental, durante los años de mayor inmovilismo de los frentes, el pie de trinchera fue un desagradable efecto de muchas malas decisiones de los oficiales franco-británicos (como lo fue salir de las trincheras en el Somme como si de un paseo campestre fuera) y que se podían haber evitado.
Las trincheras fueron el hogar durante muchos años de millones de hombres (y ratas, moscas, etc.) donde se excavaron refugios para que la tropa pudiera dormir o descansar. Los ejércitos aliados, en la mayoría de los casos, los cavaban a poca profundidad (un par de metros a lo sumo) con techos realizados con troncos o chapas. El motivo de esto era porque el alto mando francés e inglés, con una desfasada táctica decimonónica y poco imaginativa en su estrategia, siempre creyó que la guerra sería rápida y que duraría poco, así que no se preocupaban en adecuar las trincheras y atender las necesidades de los soldados (tendrían que llegar generales que se preocupasen de sus tropas como el General Petain). Si a eso le sumamos las rotaciones de tropas en el frente, que hacía que los que llegaban no sintiesen ganas ni necesidad de mejorar las posiciones, pues estarían poco tiempo, y se crease la mentalidad “ya si eso que los que vengan detrás lo hagan” Así, la humedad de las trincheras que causaba el “pie de trinchera” afectó a  ingleses y franceses al estar la mayoría del tiempo empapados en barro, con malos alojamientos e infectados de ratas.
Tropas inglesas en “refugios” en la batalla del Somme (1916). 
Ya llevaban dos años de guerra y las trincheras parecían igual de improvisadas. 
Wikicommons.
Pero, ¿y los alemanes? Estos realizaron verdaderas obras de ingeniería con fortificaciones de hormigón, casamatas fijas para los nidos de ametralladoras y alojamientos espaciosos, construidos con vigas de hierro, de factura sólida y profundos (de más de 6 metros de profundidad). En cuanto al agua, contaban con un sistema de drenaje de las trincheras, el cual consistía en excavar en el fondo un canal de evacuación, y encima se colocaba una plataforma de tableros. Además, los alemanes procuraron instalar sus trincheras en zonas altas (a veces cediendo terreno si era necesario, y con ello moviendo la línea del frente), lo que, además de proporcionales la ventaja de una mejor visión del campo, les aseguraba que sus trincheras no se inundaran en caso de lluvias torrenciales (y mas de una vez el agua que se escapaba de sus trincheras fue a inundar las aliadas).
Aunque no vale como comparativa con la anterior, 
es interesante ver el nivel de preparación 
al que se llegó en algunos frentes. 
Esta escalera conducía a un enorme refugio 
subterráneo alemán en Bernafay Wood, 
cerca de Montauban, en la zona del Somme. 
Wikicommons
       Y es que, hay que pensar en la mentalidad de cada bando; el alemán invade y plantea una defensa en terreno conquistado para obligar al enemigo a negociar, a rendirse… el francés ve “su patria” mancillada por las botas germanas y ansía expulsarlo de su tierra, por lo que impera el ataque a ultranza (élan vital) y si estamos deseando echarlo, no podemos pensar en acomodarnos en una trinchera, hay que atacar a la bayoneta y vencer… o morir.
En la obra “Sin novedad en el frente” de Erich María Remarque, se habla del sistema de rotación alemán (junto con muchas otras historias, pero para este caso nos sirve), preparado para que sus tropas, con menos hombres y medios, aguantase los embates aliados, y defendiese las trincheras mientras se vencía al enemigo ruso, y con fuerzas suficientes, se volvería a intentar ocupar París. Se trataba de que ningún soldado pasara más de dos semanas seguidas en primera línea.
Construcción de un refugio hecho de bloques
 de hormigón armado cerca de Bolszowce,
por parte de las tropas alemanas
(frente oriental) .Wikicommons
La línea del frente estaba formada por varias líneas (hasta tres) y tras un periodo en el frente, y haber ido pasando por las 3 posibles líneas de defensa, más o menos expuestos, todos los hombres regresaban a la retaguardia a pasar unos días descansando y recuperándose, para volver a la misma línea del frente, lo que le daba una sensación de “hogar”.
En las trincheras alemanas, como en las aliadas, lo que no faltó fueron explosiones (bombardeos artilleros, aéreos…) mala alimentación, mala higiene, en un ambiente donde jóvenes que meses antes estaban disfrutando de la vida escolar, ven de repente que se encuentran en una locura donde nadie entiende nada, y deben luchar cada día para sobrevivir, en una guerra a distancia, donde en cualquier momento tu compañero de desayuno está muerto, y un joven recluta vendría a sustituirlo.
Versión con solera del Anaquel de Esaú de
"Sin novedad en el frente"
Porque una cosa que no faltó en esta guerra era la seguridad de que para salir de las trincheras solo sería gravemente herido, o muerto, pues nunca se planteó en esta guerra que los veteranos dejasen el combate tras cierto tiempo de lucha, y así el pesimismo, la espera al próximo servicio en el frente, los recuerdos de los horrores vividos, hicieron que millones de jóvenes se hiciesen viejos prematuros.
De aquellos lodos, el fascismo y el nazismo por ejemplo,  movimientos políticos surgidos de ex soldados que compartieron algo y que se sintieron desorientados por los viejos políticos que los llevaron a una guerra engañados; industriales que se lucraron con la guerra; países y gobiernos que desaparecieron o surgieron; estructuras sociales que se desquebrajaron cuando hombres de todas las clases murieron juntos en las trincheras mezclando su sangre; una guerra que les dio horrores… y pie de trinchera.
Trinchera alemana, en la Colina 60, lugar de una famosa batalla a mediados de 1915, aunque es una imagen muy “bucólica” se puede apreciar el orden y disposición de la trinchera germana. Wikicommons.

El pie de trinchera, un grave fallo aliado Esaú Rodríguez Delgado - Bellumartis Historia Militar

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