Ya lo decía un genio militar francés (“Para hacer
la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más
baratas, pero se suelen perder”) y cuando el corso hablaba lo decía con
conocimiento de causa.
Hoy Esaú nos va a hablar del arma que menos se
recuerda, por boca de su principal estratega, y que podemos asegurar que fue
vital para ganar la Segunda Guerra Mundial. Nos basaremos en las memorias del
industrial estadounidense Edward
Reilly Stettinius, Jr. (1900-1949) que fuera el último
secretario de Estado del presidente Franklin D. Roosevelt (1944-45) y figura
destacada en la creación de las Naciones Unidas (1945).
Stettinius en un retrato de finales de 1941 |
Stettinius
ocupó varios puestos en la industria norteamericana a lo largo de su vida, como
vicepresidente de General Motors con 31 años, llegando en 1938 a ser presidente
de la todopoderosa U.S. Steel, la
mayor empresa de acero mundial del momento. Sin embargo, cuando el gobierno le
llamó en 1939 dejó su puesto y su millonario sueldo, y aceptó el nombramiento
como presidente de la Junta de Recursos de Guerra. En 1940 presidió la Comisión
Asesora de Defensa Nacional y en 1941 asumió la dirección de prioridades de la
Oficina de Gestión de la Producción. Más tarde ese mismo año, Stettinius
reemplazó a Harry Hopkins en la supervisión del programa de préstamos.
En
1943 Roosevelt lo nombró subsecretario de Estado, y sucedió a Cordell Hull como
secretario al año siguiente, tomando muchas decisiones de la política exterior
de Roosevelt, y asesorándole durante la Conferencia de Yalta de 1945. Firme
creyente en una organización internacional de posguerra, Stettinius ayudó a
sentar las bases para las Naciones Unidas y en 1945 encabezó la delegación de
Estados Unidos en la Conferencia de San Francisco, que redactó la Carta de las
Naciones Unidas.
Como
presidente de la Junta de Recursos,
su función era asegurar que los recursos del país eran destinados a ayudar a
los aliados (ya veremos cómo) pero a su vez, que hubiera suficiente para sus
propias fuerzas armadas, siendo uno de los creadores de la conocida como ley de
“Préstamo y arriendo” que fue el término que se le dio popularmente a la
política de Estados Unidos de extender ayuda material a los Aliados antes y
después de que esta entrara en la Segunda Guerra Mundial.
Barcos Liberty en espera de mercancias |
Los
orígenes de esta política se remontan a la decisión de 1938 de los Estados
Unidos de permitir la venta de armas a Gran Bretaña y Francia sobre la base de
"cash and carry". (si pagas
en metálico y puedes llevártelo, es todo tuyo) Como resultado de esta política,
a la que se opusieron fuertemente en EEUU los aislacionistas, los no
intervencionistas y los simpatizantes alemanes, Gran Bretaña y Francia hicieron
compras considerables de productos militares y de aviación.
Cuando
estalló la guerra en Europa en septiembre de 1939, el presidente Roosevelt hizo
grandes esfuerzos para ayudar a las naciones involucradas en la lucha contra la
Alemania nazi y quiso echar una mano a aquellos países que carecían de los
suministros necesarios para luchar contra los alemanes. El Reino Unido, en
particular, necesitaba ayuda desesperadamente, ya que le faltaban divisas para
pagar los artículos militares, los alimentos y las materias primas que
necesitaba de los Estados Unidos.
En
1940, por ejemplo, Francia, Gran Bretaña y los países de la Commonwealth
compraron casi el 90 por ciento de la producción aeronáutica estadounidense
(una vez demostrado que no eran vitales para las Fuerzas Aéreas norteamericanas)
Después de la caída de Francia y la evacuación de las fuerzas de la
Commonwealth de Dunkerque, la Alemania nazi controlaba Europa occidental y Gran
Bretaña se mantuvo, en gran medida sola en el verano de 1940, enfrentándose al
aislamiento y a una posible derrota. La caída de Gran Bretaña podría haber tenido como consecuencia el
control alemán del Atlántico norte. La necesidad de reconstruir rápidamente las
fuerzas armadas británicas era imperativa, pero Gran Bretaña ya no tenía los
recursos financieros necesarios para adquirir material bélico vital o los
medios para llevarlo con seguridad a su destino.
Destructor de la Clase Clemson que fue transferido a los ingleses. |
En
septiembre de 1940 y saltándose al Congreso, el presidente norteamericano
entregó a la Marina Real Británica 50 destructores anticuados de los Estados
Unidos (de la clase Caldwell, Wickers y Clemson) en un esfuerzo por ayudar a
los convoyes británicos a transferir el material de guerra adquirido en los
Estados Unidos a través del Océano Atlántico norte. A cambio, Gran Bretaña
otorgó a Estados Unidos 99 años de arrendamiento a largo plazo para bases
navales y aéreas en varias colonias británicas en el Caribe, Terranova,
Bermudas y otros lugares. Se justificó ante la opinión pública como esencial
para la seguridad del hemisferio occidental, aliviando así las preocupaciones
del público y del ejército de Estados Unidos.
Libro de mi colección, es una edición de junio de 1945, la original era de 1944, |
Al
final de la guerra, Estados Unidos había transferido un total de 50.000
millones de dólares a 38 países aliados y había recibido en préstamo inverso (material y servicios
que recibía EEUU de sus aliados sin pagar por ello, por ejemplo, las bases
aéreas norteamericanas en Inglaterra, su construcción y mantenimiento) material
valorado en unos 8.000 millones de dólares.
Los
siguientes datos están extraídos del libro El arma de la victoria de Stettinius
Los
mayores receptores de préstamos fueron Gran Bretaña (31.000 millones de
dólares) y la Unión Soviética (11.000 millones de dólares). Estos últimos
siempre han dicho que pusieron la sangre, pero hubiera sido mayor sin la ayuda
de los más de 400.000 jeeps y camiones (Studebaker); 12.000 vehículos blindados
(incluidos 7.000 tanques, de los cuales alrededor de 1.386 eran M3 y 4.102 Sherman);
35.170 motocicletas, 2.328 vehículos de servicio de artillería, 2.670.371
toneladas de productos petrolíferos (gasolina y petróleo); el 57,8% del
combustible de aviación de alto octanaje; 4.478.116 toneladas de alimentos
(conservas de carne, azúcar, harina, sal, etc.), 1.911 locomotoras a vapor, 66
locomotoras diésel, 9.920 vagones planos, 1.000 vagones volquetes… así como 11.400
aviones (4.719 de los cuales eran Bell P-39) y millones de armas
cortas.
Infografía extraída del libro sobre carga media de un mercante en dirección a la URSS. |
Durante
las ofensivas soviéticas las comunicaciones fueron posible gracias a los 189.000
teléfonos de campaña y más de 1.072.000 km. de hilo telefónico que se le
enviaron, se detuvieron a los alemanes con los 3.455.600 km. de alambre de
espino y se calzó al infante soviético con los 4.000.000 de pares de botas de
cuero que se fabricaron en EEUU, así como una gran cantidad del modelo Vitiajnye (bota especial rusa de caña
alta) que fue posible fabricar al encontrarse en EEUU refugiado el antiguo
gerente de una fábrica de calzado de la época del zar (aunque no la he
encontrado por ese nombre entiendo que serán las conocidas como Válenki).
Botas Válenki de fieltro de lana |
Como
curiosidad, y visto lo arriesgado de transferir neumáticos a la URSS, se llegó
a la solución de comprar una planta de
neumáticos de la Compañía Ford, desmontarla físicamente de su ubicación y transferirla
a la URSS.
La
concesión de préstamos cimentó el papel de Estados Unidos como arsenal de la
democracia. La fuerza industrial estadounidense demostró ser el arma decisiva
de la Segunda Guerra Mundial. La ley de préstamo-arrendamiento fue finalizada
por el presidente Truman en septiembre de 1945. A partir de entonces, la ayuda
estadounidense a los países amigos encajó con el programa de recuperación
económica conocido popularmente como el Plan Marshall.
No
todo fue fácil, y no siempre hubo buena sintonía, pero si te interesa ahondar
en los entresijos que supusieron las relaciones económicas entre los aliados,
este es tu libro, una fuente de primerísima mano.
“A
un vecino que tiene su casa en llamas, lo que pone en riesgo la tuya, no le
vendes tu manguera del jardín, sino que se la prestas para que una vez que haya
apagado el incendio, te la devuelva” Roosevelt.
“Préstamo
y arriendo, el arma de la victoria” Esaú Rodríguez Delgado
- Bellumartis Historia Militar
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