Comenzaré diciendo que AÚN no lo he terminado de leer La Guerra de Vietnam, pero si no lo he hecho no es porque no me guste sino porque sus más de 900 páginas son un continuo describir de acciones, recuerdos y detalles de un conflicto, que como el mismo autor describe, abarca 30 años de Una tragedia épica, 1945-1975, desde finales de la Segunda Guerra Mundial, hasta que un T54 (en verdad un Tipo 59 de fabricación china) aplastó las puertas del palacio Presidencial (de la Independencia) un 30 de abril de 1975.
Max Hastings, autor también de La guerra secreta que ya os reseñamos en BHM, conoce bien el conflicto, de primerísima mano. En enero de 1968 formó parte de un grupo de periodistas extranjeros que fueron atendidos por Lyndon Johnson en una entrevista colectiva que se convirtió en una perorata. Durante los siguientes siete años hizo viajes a varios frentes de batalla para la BBC y cuando el régimen survietnamita se derrumbó estuvo en Saigón de nuevo, preparándose para cubrir la llegada triunfal del ejército norvietnamita. "En la tarde del último día, sin embargo, perdí los nervios, forcé un camino a través de la multitud de vietnamitas aterrorizados alrededor de la embajada de los EE.UU. y salté por encima de su muro con algo de ayuda de los marines defensores", confiesa en la introducción del volumen.
De entrada, debemos afirmar que el conflicto más importante del último medio siglo tuvo lugar en Vietnam y Hastings se ha dedicado a evaluarlo. Como decía antes, se ha dedicado a entrevistar (hasta donde he leído, y no dudo que sigue en toda la obra) a docenas de veteranos y revisar decenas de historias orales, así como las memorias de los cuadros norvietnamitas y del Vietcong que se desilusionaron después de la victoria y huyeron a los EE.UU., Hastings hace una crónica de cada batalla en un período de 30 años. Hay relatos inspiradores, pero también sombríos, relatos de heroísmo, de entrega por los demás y toma de riesgos, brutalidad y crímenes de guerra, soldados frustrados y asustados, consumo de drogas y deserciones.
Lo que sí me descuadra de este libro, es un continuo intento de Hasting por exonerar al ejército de los EE.UU., argumentando que hicieron la guerra mejor que la mayoría de los otros autores admiten, y ciertamente que como los medios de comunicación occidentales (donde él estuvo) informaron en su momento. Da contadas anécdotas de que sus aliados survietnamitas a menudo dejaron sus armas y huyeron (o no pelearon como debieron como cuando cuenta la batalla de Ap Bac) y que los americanos lucharon tenazmente y a un gran costo personal, e hicieron más avances que retrocesos. Como una prueba más del relativo éxito, cita las enormes cifras de bajas del Vietcong y del ejército norvietnamita, que se ocultaron en su momento. En este punto debo recordarle al lector, que el que pierde más hombres pero aun así gana la guerra es el ganador. Lo digo porque ojeando unas páginas más adelante, parece ser que los norvietnamitas fueron de derrota en derrota hasta la victoria final, y que casi todos los casos las pérdidas del Norte empequeñecieron a las del lado de los Estados Unidos y Vietnam del Sur.
Si quieren conocer más detalles sobre batallas en el Vietnam, en este blog tenemos varias entradas como son:
- Emboscada a un convoy en la Carretera 1
- Sorprendidos por el Tet. La marina de los EEUU en Vietnam en 1968
Y es que, si hay algo que se presenta desde el principio del libro, es que los comunistas fueron más brutales y sanguinarios que su contraparte del Sur, pero tenían una ventaja propagandística, no había prensa libre en el norte para contar lo mal que lo hacía tanto el Viet Cong como el ejército del Vietnam del Norte. Se ve que la prensa fue la que hizo que el sur perdiera, mucho poder veo en esta idea.
Max Hastings, durante la guerra del Vietnam. |
Y aquí mi crítica, Hastings ve la guerra entre la democracia liberal contra el totalitarismo comunista. Reconoce que Ho y sus colegas eran nacionalistas que lucharon dura y desinteresadamente para derrocar a los franceses que habían colonizado Indochina. De las 80 páginas que tratan del período colonial francés de 1945 a 1954, 30 están dedicadas al asedio de Dien Bien Phu, una proporción que refleja no sólo la importancia de la batalla sino también la evidente fascinación de Hastings por una guarnición francesa que se dio cuenta de que estaba condenada pero que siguió luchando de todos modos. Las tropas continuaron siendo canalizadas hacia la fortaleza hasta pocos días antes de que capitulara, con muchos soldados franceses ofreciéndose como voluntarios a pesar de la certeza de la muerte o la captura. De todos modos, la forma como plantea la tragedia francesa y sus continuos errores, hace que uno se plantee si no hay un cierto tufillo antifrancés, como si los británicos no lo hubieran hecho peor en sus colonias asiáticas).
Presenta, para compensar, a los aliados survietnamitas de Washington como una élite egoísta, corrupta y miope con pocos ideales patrióticos. Pero insiste en que los norvietnamitas eran comunistas ante todo y cuando había un choque entre la ideología y el nacionalismo, la crueldad estalinista siempre se imponía. Como prueba, cuenta docenas de masacres perpetradas por los comunistas contra campesinos que habían trabajado para el gobierno de Saigón o servido en el ejército survietnamita o estaban relacionados con personas que lo habían hecho. A veces se conforma con la equivalencia moral. Ambos bandos utilizaron métodos igualmente crueles. El horror de la guerra siempre tiende a convertir a los soldados en máquinas de matar. Los comandantes y en particular sus amos políticos envían a miles a la muerte con pocas esperanzas de ganancias inmediatas. "La guerra era tal que ninguno de los dos bandos merecía ganar", escribe.
Pero su punto más importante, al que regresa frecuentemente, es que los comunistas eran el bando más brutal pero tenían una ventaja propagandística injusta al poder ocultar esta verdad. Los periodistas no podían viajar por Vietnam del Norte e informar libremente, y mucho menos acompañar al ejército norvietnamita en la batalla y ser testigos de sus tácticas despiadadas. No había excursiones en helicóptero que subieran la adrenalina como las que los americanos estaban obligados a ofrecer a los periodistas en viajes de un día desde Saigón o breves "paseos” por el frente. Como resultado, la cobertura fue desequilibrada. "El triunfo de la propaganda de Hanoi", comenta Hastings, "fue que cientos de millones de personas de todo el mundo, incluidos más de unos pocos estadounidenses, creyeron que la inminente victoria norvietnamita representaba un resultado justo". Y es que "el politburó de Hanoi y el Frente de Liberación Nacional hicieron que el pueblo survietnamita simplemente intercambiara la opresión de los señores de la guerra y los terratenientes por una sujeción aún más dura a los discípulos de Stalin".
Y sí, nuestro libro sobre Vietnam tiene en todo momento un villano, Le Duan, el Secretario General del Partido Comunista Vietnamita. Si uno lee libros sobre esta guerra, parece ser que fueron Giap y Ho Chi Minh los que dirigieron la República Democrática de Vietnam durante la guerra. En realidad, ambos hombres fueron cada vez más marginados por Le Duan y sus compañeros "sureños", que persiguieron implacablemente el sometimiento de la República de Vietnam a pesar del enorme número de bajas impuesto por la potencia de fuego estadounidense en el proceso. "La inhumanidad de Le Duan invita a la repugnancia de la posteridad", escribe Hastings, "sin embargo, Hanoi sostuvo una máquina de guerra más efectiva, con incomparablemente menos recursos materiales, que Saigón".
Demos pues un veredicto final sobre La Guerra de Vietnam, un buen libro en cuanto a detalles y anécdotas (algo que a mí personalmente me encanta, aun a pesar de ese maniqueísmo que describo) pero no tan bueno si quieren entender por qué la guerra se desarrolló como lo hizo. Al tratar de explicar por qué el Frente de Liberación Nacional fue capaz de obtener rápidamente el control de gran parte de la zona rural de Vietnam del Sur a principios de la década de 1960, Hastings señala de varias maneras el uso de "salvajismo" por parte del FLN para intimidar a la población, la forma en que la ineptitud del gobierno mató a muchos inocentes y alienó al resto, y la decisión del FLN de expropiar la tierra de los terratenientes ausentes y dársela a los agricultores en su lugar. De tal manera que la narración avanza sin descanso y dejando a su paso preguntas sin respuesta.
Y bueno, sigo leyendo, que uds. lo disfruten.
FICHA TÉCNICA
- Título:
- Autor: Max Hastings
- Nº de páginas: 944
- Editorial: Crítica
- ISBN: 978-8491991076
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL FRANCOTIRADOR
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