Las
guerras como ya sabéis, sacan lo mejor y lo peor del ser humano, y el ingenio
es una de esas facetas que la necesidad desarrolla. El mejor ejemplo de ingenio
es la cantidad de inventos y trucos
que puso en marcha el Ejército
Británico en la Segunda Guerra Mundial para tratar de hacer frente a
la superioridad numérica de las tropas alemanas. Hoy en espera de un programa
de Bellumartis Podcast basado en
nuestra distopia “la
invasión de Gran Bretaña ha comenzado” daré comienzo a una serie
de breves artículos basados en estos extraños inventos que serían empleados
ante el posible ataque de la Wehrmacht,
la Operación León Marino.
El plan inicial
defensivo británico era muy conservador, basado
en las estrategias de defensa estática que se aplicaron en la Primera Guerra
Mundial como ya os contamos en BHM, pero las innovaciones germanas de la Blitzkrieg
hicieron que se adaptaran a las nuevas amenazas. El empleo de paracaidistas
y avionetas
en la toma de puntos estratégicos en la retaguardia hizo que el Estado Mayor
Británico con el apoyo decidido de Winston
Churchill asignara a la recién creada Home Guard (Nota BHM: de
la que tenemos un breve artículo pero de la que os hablaremos en
profundidad en el futuro) la vigilancia de los aeródromos.
Para hacer frente al ataque de los
paracaidistas alemanes, dotados
de armas ligeras, morteros y artilleria de pequeño calibre, se pensó que
era mejor la movilidad que crear casamatas y trincheras en todos los puntos de
los aeródromos. Pero la escasez de medios acorazados y vehículos blindados,
abandonados en gran parte en Dunquerque,
hacía difícil que estos voluntarios poco entrenados y con una
equipación inferior al tommy, pudieran defender de forma no estática una
posición y menos contraatacar y controlar
una zona de aterrizaje. Aquí es cuando surgen esas geniales ideas que
pueden ser tomadas por locuras y olvidadas en un cajón pero la necesidad hace
que toda posible ventaja sea tenida en cuenta.
El responsable de la creación de unos
bunker móviles que se desplazaran a las zonas de peligro para frenar ataques de
paracaidistas o de unidades ligeras de exploración como los motociclistas, fue
un ejecutivo de una fábrica de cemento, concrete limited. El director de
esta empresa de prefabricados, que
actualmente celebra sus más de 100 años de antigüedad, Charles Bernard Mathews y su jefe
comercial John Goldwell Ambrose ,
tuvieron una amplia experiencia en la Primera Guerra Mundial en la construcción
de posiciones defensivas como miembros de los Ingenieros Reales. Entre las
innovaciones que aportaron a las defensas de refugios antiaéreos, fue añadir
una gran cantidad de las de cemento, del tamaño de un balón, que servirían de
atenuador del impacto de las bombas en el techo de estos.
Un camión de Bison la marca comercial de Concretes limited con uno de sus productos estrella, el suelo prefabricado |
La idea principal
era sustituir el caros y escaso acero por el más barato hormigón, lo que
permitiría crear gran número de casamatas o pillbox portatiles para
hacer frente a la rápida movilidad de las nuevas estrategias alemanas. Esta
frase de Charles en defensa de su idea frente a las críticas nos explica a la
perfección cual era el objetivo: "las casamatas de hormigón [móviles]
nunca desplazaran a los vehículos blindados y tanques, pero el enemigo los encontraría
un obstáculo serio. Su gran atractivo es que cualquiera puede hacerlos, una vez
que sepa cómo". Tras hacerse con 24 chasis de camiones antiguos comenzó la
creación de un prototipo para mostrar a las autoridades de defensa como se
comportaban ante fuego real. Se sustituyó todos los elementos metálicos de la
carrocería por muros de hormigón hechos con cemento de gran resistencia, high alumimia concrete, de 150mm
resistentes al fuego de ametralladoras Bren
y de proyectiles perforantes. El proceso era el mismo que el encofrado de obra
civil, es decir una estructura de madera en cuyo interior se introducían tres láminas
de metal separadas unas de otras por el relleno de cemento líquido. De hecho
una de las características principales de estos vehículos son las marcas de las
tablas de madera que se notaban incluso al ser pintados de camuflaje.
Un bison tipo 3 desplegado en un aerodromo |
Tras las normales
dudas, se ordenó la construcción de entre 200 y 300 Bisontes, ya que Bisonte
era el nombre comercial de la empresa de Charles, y se empleó para denominar a
todos los camiones de cemento que se construirían para la Home Guard. El mayor problema de la fabricación masiva de estos bison era que se empleó el
chasis de camiones antiguos son ningún tipo de estandarización por lo que se
debían adaptar las carrocerías de hormigón a cada vehículo. Pese a la
dificultad de fabricar en serie estos bunker-vehículos se trató de crear tres
modalidades bases para los distintos chasis y necesidades:
Varios Bisones tipo 2 tras salir de la fábrica en espera de destino |
Tipo 1 fue el más ligero. Tenía una cabina totalmente blindada y un
pequeño compartimento blindado de combate con techo de lona.
Tipo 2 tenía
una cabina blindada cubierta con lona y un compartimiento de combate
completamente cerrado que se parecía a un pequeño pillbox en la parte
posterior.
Tipo 3 era el más grande y el más pesado. Tenía una cabina contigua y
un compartimiento de combate completamente encerrado en una armadura de
hormigón.
Tipo 2 Bison en The Tank Museum, Bovington |
La realidad de esta idea, es que por el peso del hormigón en la
mayoría de los casos no se podían desplazar fácilmente, pero aquellos con un
mejor motor y amortiguación pudieron ser desplazados fácilmente de un lugar a
otro. Por suerte no fueron empleados en combate por lo que desconocemos cuál sería
su utilidad real en una lucha defensiva pero la idea desde un punto de vista teórico
serviría para dar protección, al menos moral, a unas tropas no profesionales
como era los home guards.
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