Cuando
hablamos de la Guerra de Filipinas a todos nos viene inmediatamente a la mente
los Últimos
de Filipinas y la
lucha contra las tropas estadounidenses. Pero la realidad que fue un
conflicto más largo que dio comienzo el 23 de julio de 1896 con el grito de
Balintawak.
Para
comprender las raíces del conflicto el número
36 de Desperta Ferro Contemporánea, comienza con un estudio de la situación
económica, social y política de “Las Filipinas españolas en el siglo XX”.
En el que Miguel Luque Talaván nos da una visión de las especialidades del
sistema colonial filipino donde el porcentaje de peninsulares y criollos era
muy inferior a lo que había sido habitual en América, además de mostrarnos el
origen de los sucesos de 1896.
Este levantamiento fue creado por una sociedad
secreta e independentista que llevaban planeando en secreto desde hace tiempo
una rebelión como nos relata José María
Fernández Palacios en “El Katipunan y las fuerzas armadas revolucionarias”.
Para hacer frente a un levantamiento en la compleja orografía del archipiélago
filipino, 7.000 islas e islotes, “El
Ejército Español en Filipinas” contaba con un escaso número de soldados y
oficiales peninsulares, siendo el grueso e las tropas de infantería y de la
Guardia Civil nativos filipinos. Como
bien nos explica Luis E. Togares el papel de la marina, pequeños barcos a vapor
y falúas, era esencial para acudir a los distintos frentes de batallas por la
escasez de caminos y las complejas sierras que existen en el interior de las grandes islas. Ya sabéis que a mí me gusta
saber cómo el soldado anónimo veía las guerras y en “Memorias de Filipinas”
Manuel Montero nos trae los recuerdos de soldados españoles en la guerra
colonial.
Tras
varias derrotas españolas contra las tropas rebeldes, gran parte de ellas eran
desertores de las unidades nativas, el general Polavieja decidió crear grandes
unidades que fueran barriendo los focos rebeldes. Un ejemplo de estas exitosas
unidades es “La campaña de la Divivisón
Lachambre” que Fernando Puell de la Villa nos explica con el apoyo de
cuatro excelentes mapas, uno de la región y los otros de las batallas por
Anabó, Imús y Rosario. El estudio de Pablo González Pola de la Granja del “Asalto
a Pérez Dasmariñas” nos permite analizar con detalle la estrategia
implementada por el general Polavieja y los planeamientos tácticos que tuvo que
diseñar, a veces sobre la marcha, el general Lachambre. Esta parte del
conflicto tras las victorias de Polavieja es analizado por Jorge Chauca García
en “Los
conflictos filipinos, revolución y guerra interna” ya que no se puede
olvidar que en todo momento tenía los elementos de una Guerra Civil ya que la
población filipina estaba dividida entre los dos bandos.
A consecuencia de la sustitución de Polavieja pese a
sus éxitos militares, la rebelión estaba constreñida al sur de Cavite y a las
montañas de Manila y Bulacán, ocupó su puesto en la Capitanía General Ferrando Primo de Rivera. Roberto Blanco
Andrés en “La campaña de Primo Rivera y la Paz de Biak na Bató” su
perfecto juego a dos manos, negociación y golpes de fuerza, que pusieron a los rebeldes contra las cuerdas. Solo la Guerra
contra los Estados Unidos permitió a los rebeldes, cuyos líderes desde el
exilio negociaron con “los useños”, derrotar a las tropas fieles a España. Pero
como ya
os contamos hace tiempo en Bellumartis muchos de ellos ser arrepintieron de su pacto
con los “libertadores” que se convertirían en unos sangrientos colonizadores.
Obús Mata de 15 cm de la División Lachambre |
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“La
Guerra de Filipinas. 1896-1898”
Reseña
de Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
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