LOS FUKURYU: LOS KAMIKAZES SUBMARINOS

 
         En situaciones límites el ser humano es capaz mediante el ingenio de encontrar soluciones que en circunstancias normales serian tachadas de locura. Y hay un país que se llevó la palma en estas ideas ingeniosas pero suicidas en la Segunda Guerra Mundial, me refiero por supuesto a Japón. La verdad que viendo el boceto que encabeza el articulo, la idea parecía sencilla y eficaz pero ya sabéis lo que pasa con los planes.
         Tras la sucesiva perdida de los archipiélagos que como un sistema defensivo alejaban a las flotas estadounidenses de Japón, las autoridades niponas veían cada día más cerca la temida invasión del territorio nacional. Entre las medidas que a la desesperada se fueron desarrollando destaca la shitotsu bakurai o mina suicida antitanque que gracias a sus éxitos en Filipinas y posteriormente en Okinawa, serviría de base de una nueva arma para evitar el desembarco estadounidense en las playas niponas.
         La idea era atacar por sorpresa a las lanchas de desembarco y buques anfibios cuando se acercasen a la orilla desde el fondo del mar. Para ello se desplegarían a buzos entrenados para esta misión suicida ya que al igual que los homólogos anticarro la onda expansiva acabaría con ellos con toda seguridad. Si bien en los textos estadounidenses y europeos se les conoce como “buzos suicidas” o “hombres rana kamikazes” me gusta mucho más el apelativo japonés Fukuryu. 伏龍, Fukuryū significa “dragon en cuclillas” que simboliza a la perfección la misión de estos hombres que era esperar en el fondo del mar hasta que como un dragón dormido se despertase echando fuego contra el invasor de la madre patria.      
Figura 1/32 de un fukuryu. Roninminiature
          Para lograr esta misión los miembros de estas Unidades de Ataque Especial (
特別攻撃隊 tokubetsu kōgeki tai) de la Armada Imperial emplearían dos instrumentos esenciales: el equipo de buceo y la mina de ataque tipo-5. Al parecer el sistema de respiración de estos equipos era de diseño alemán cuya patente fue cedida al gobierno nipón como ayuda de guerra. Gracias dos botellas de 3.5 litros de oxígeno a una presión de 150 bar y con un moderno sistema de purificación permitía que un buzo estuviese hasta diez horas sumergido. Es interesante destacar que tenía unas pajitas para poder beber alimentos ricos en nutrientes que además de permitir la larga espera con plenas habilidades físicas, sería la última comida del buzo. La realidad era que la duración máxima efectiva rondaba las seis horas a una profundidad de seis metros. El arma era una mina de unos 15 kilos de explosivo que estaba colocada en una larga vara de bambú de 5 metros que debido a su potencia mataría en el acto al buzo y a los que estuvieran cerca.     
Esquema de la US Navy de la mina Tipo-5
 Teniendo en cuenta que a menos de 50 metros se podría sufrir daños con la explosión, la solución fue desplegarlos en tres líneas. Eso si las líneas irían en damero para que cada veinte metros de playa hubiese un buzo aunque entre los hombres de la misma línea hubiera 60 de distancia. Para ello se organizaron en escuadrones de seis hombres con cinco escuadrones por un pelotón, cinco pelotones más un pelotón de mantenimiento para una compañía y tres compañías para un batallón, que estaría conformado aproximadamente 650 hombres.
         Como táctica de combate emplearían campos minas tradicionales para hacer que las lanchas enemigas los esquivasen adentrándose en el territorio de los dragones. Para llegar al territorio de caza había dos opciones, un que entrasen andando desde la orilla de noche o bien que permaneciesen ocultos en una cámaras submarinas en las que podían pasar largo tiempo a la espera. Estas cámaras hechas de hormigón, con capacidad para entre resistían las explosiones y podían ser ocultadas en barcos hundidos o entre las rocas.
Pese a que el final de la guerra estaba cada vez más cerca los japoneses en agosto ya tenían material para mil buzos y en fabricación más de 8.000 equipos lo que permitiría para octubre desplegar 6.000 buzos. Los ambiciosos planes japoneses de desplegar más de 40.000 buzos antes de final de año eran más un deseo que una realidad, ya que no tenían capacidad para producir tal número de equipos ya que las fabricas eran destruidas día a día. La 71ª Unidad de Ataque Especial (en Yokosuka, en la bahía de Tokyo) contaba, al final de la guerra, con dos batallones de buzos a punto y cuatro más entrenándose para defender la capital. Otra unidad, la 81ª, tenía capacidad para desplegar a 1.000 buzos en Kure y Sasebo en pocos días. Pero una cosa es la teoría y otra la practica ya que la primera unidad solo tenía 450 trajes y la segunda solo 60 y peor aún no se había fabricado ninguna de las minas tipo-5.
Sea como fuera por suerte para los buzos y para los marines estadounidenses no fue necesario su sacrificio ya que Japón se rindió antes de que comenzase la Operación Downfall.



Los fukuryu: los kamikazes submarinos” Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar 

Comentarios

  1. Interesante. Aunque prefiero el método italiano que dejaba al buzo la decisión de sacrificarse o no por su patria y le daba la oportunidad de sobrevivir para volver a combatir.

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    1. Y yo también por eso en BHM tenemos una serie de artículos sobre la XMas entre ellos uno sobre tu magnifico libro "Los Raids de la Décima Flotilla Mas" https://bellumartis.blogspot.com.es/2017/06/los-raids-de-la-decima-flotilla-mas.html

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