LOS TERCIOS EMBARCADOS EN LA GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA

LOS TERCIOS EMBARCADOS EN LA GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA - Pintura José Ferre Clauzel - Bellumartis Historia Militar
En un principio estos Tercios, que se enviaban desde la Península Ibérica, se contemplaron como una fuerza auxiliar al cuerpo expedicionario principal que constituirá el Ejército de Flandes que Farnesio tenía preparado para la Invasión de Inglaterra.
En un principio se estimaba en 6.000 los soldados que Medina Sidonia debía aportar a las tropas de Farnesio. No obstante, el transcurso del tiempo y las muchas bajas sufridas en el invierno de 1588 por el ejército de Flandes vendrían a otorgar mayor relevancia a las tropas embarcadas.
Y es que a mitad de Mayo de 1588 Alejandro Farnesio informa al rey y a Medina Sidonia que tras el invierno de 1587, de los 30.000 soldados que tenía preparados para la expedición apenas restan 17.000 en buenas condiciones de combate.
Unas bajas que han venido dadas por los rigores del crudo invierno y las que se sumaron las sufridas a causa de las epidemias en los acuartelamientos y las deserciones. Unas inclemencias que azotaron especialmente a las tropas alemanas e italianas por ser las que disponían de peor alojamiento.

Los cambios de planes y efectivos

Por ello el Duque de Parma solicita que el inicialmente previsto contingente de 6.000 soldados se aumente hasta un mínimo de 10.000. Un requerimiento que atendió el rey pero que el Duque de Medina Sidonia acoge con renuencia y cuya efectividad llega a condicionar a hacerse previamente “dueño del mar”.
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Soldados y oficiales españoles embarcados
Lo previsto era entresacar los 6.000 soldados de los Tercios concentrados inicialmente en Lisboa, los de Nápoles, Sicilia, de D. Agustín de Mexia, de D. Gabriel Niño, el de don Juan de Texeda, las Compañías de Entre Duero y Miño, las Compañías de los Capitanes de Flandes y las Compañías de Vizcaya. Un reparto que en diciembre de 1587 el marqués de Santa Cruz había establecido que afectara a  40 compañías de los Tercios de Nápoles y de Don Agustín de Mexía además de a las compañías de los capitanes de Flandes por entender que eran los más veteranos y fiables.
No obstante, una vez asumido el mando por Medina Sidonia este reorganizo los primitivos Tercios reduciendo su número a cinco y con ello vario la asignación de soldados.
De tal modo se refundieron las tropas embarcadas quedando a partir de entonces los Tercios de Nápoles, Sicilia, el de Entre Duero y Miño, el de D. Agustín de Mexía y el de D. Nicolás de Isla.
Fruto de los refuerzos que -entre tanto se hacían a la mar-  recibieron los Tercios fue el que todos ellos pasaron a tener 26 Compañías y una media de 2.500 soldados por Tercio.
Estos, según la última muestra tomada en Lisboa el 19 de Abril de 1588, sumaban un total de 13.024 soldados repartidos entre los 2.491 soldados del de Sicilia, 2844 el de Nápoles, 2.623 el de Francisco de Toledo, 2.688 el de Agustín de Mexia y 2.378 el de D. Nicolás de Isla.
No obstante, una vez que Medina Sidonia y el rey Felipe II tuvieron noticia de las pérdidas sufridas por las tropas de Farnesio se ordenó al Conde de Fuentes que aportara 2.147 soldados de guarnición en Lisboa y Santarem a la vez que se allegaron las últimas reclutas de Extremadura y las de entre 29 a 31 Compañías sueltas que llegaron a bordo de los galeones de Diego Flores Valdés se añadieron 2.317 nuevos soldados.
Con todo ello se llegó a juntar 18.000 soldados lo que hacía factible la previsión de aportar entre 10.000 a 12.000 a las tropas de Alejandro Farnesio una vez estas hubieran desembarcado en las costas de Kent. 
Embarcaron los Tercios por escuadras para mantener en lo posible su cohesión en el origen y mando tanto para favorecer la convivencia durante las semanas de travesía como para mantener una cierta cohesión a la hora de afrontar el desembarco.
Así embarco el Tercio de Sicilia en la escuadra de Guipúzcoa al mando de Miguel de Oquendo, el Tercio de Nápoles en la escuadra de Portugal, el de Francisco de Toledo en la escuadra de Vizcaya al mando de Juan Martínez Recalde, el de Agustín de Mexia en la escuadra de Andalucía que mandaba don Pedro Valdés y el de Nicolás Isla en la escuadra de urcas al mando de Juan Gómez de Medina.

Origen geográfico de las unidades embarcadas

El origen geográfico de estas tropas era diverso y distinta su experiencia. Se nutrían los Tercios de los venidos de Italia, de los embarcados en la Flota de Indias, de las guarniciones españolas en Portugal y de las levas que en tierras de Andalucía y Portugal llevaron a efecto el propio Duque de Medina Sidonia, don Gaspar de Sousa y don Antonio Pereira además de las venidas en los galeones de D. Diego Flores Valdés.
Respecto a su origen geográfico la infantería española en Italia suponía un 14,5% del total, la infantería española en Portugal un 11%, los galeones de Indias aportaban un 7%, mientras los galeones de Castilla aportaban un 11%, a ello se añadía el 7% que aportaba la infantería de Vizcaya, el 24% de la de Andalucía, el 7% de la de Extremadura, el 2,5% de la de Galicia, el 7% de la infantería de Castila y por último el 9% que aporto la infantería portuguesa.
Si esa era su procedencia geográfica, más trascendencia tenía su experiencia en instrucción y combate pues de ello dependía mayormente el rendimiento que de ellas pudiera esperarse una vez puesto píe en tierra y hacer frente al enemigo. Es por ello que el marqués de Santa Cruz había reservado al Tercio de Nápoles para dicha misión pues “es la mejor gente que aquí-Lisboa-hay”.
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Experiencia de las unidades y equipación

De los recuentos y adscripciones de las sucesivas levas a los Tercios previamente formados vino a resultar que las tropas veteranas representaban un 45% del total mientras el 55% restante lo eran novatos recién incorporados a filas con una formación e instrucción básica.
Para dotarles de armamento se determinó que para cada Compañía tipo de 100 soldados se distribuyeran 20 mosquetes, 45 arcabuces y 35 picas siendo la tendencia la de sustituir progresivamente, de disponer de existencias, las picas por arcabuces.
Además del contingente de tropas la flota embarcaba 7.000 arcabuces, 1.000 mosquetes, 10.000 picas, 1.000 partesanas y alabardas además de 6.000 medias picas como repuestos para el ejército de tierra.
No acababa con ello la contribución de la Gran Armada a las tropas de invasión. Aparte de soldados y armamento ligero transportaba en sus bodegas 330 caballos y mulas, un hospital de campaña, 12 piezas de sitio de 2 ½ Ton de peso cada una que disparaban proyectiles de hierro fundido de 40 libras con los que batir los muros de las fortalezas enemigas, pólvora, cureñas y grandes ruedas de madera herradas- 5 pies de diámetro-, un equipamiento todo el pensado para facilitar el avance de las tropas una vez en tierra.
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Mosquetero y arcabucero españoles. Dionisio Álvarez Cueto
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