Tras
mostrarnos las hazañas de Dentato y Capitolino,
Federico Romero Diaz nos rescata de nuevo del olvido a otros héroes de Roma que
merecen un lugar destacado en los Campos Eliseos de los guerreros de la Antigüedad.
La
historia militar de romana está llena de grandes militares como Mario,
César,
Agripa, Germánico,
Corbulón,
etc. Sin embargo hay miles de nombres de grandes soldados que dedicaron su vida
a servir heroicamente en las legiones romanas y que son desconocidos para
nosotros. Fueron grandes militares que también merecen ser recordados en
nuestro tiempo. En esta ocasión vamos a sacar a la luz los nombres de tres de
ellos: Marco Celio, Sexto Vivio Galo, y
Cenneus Musius.
MARCO CELIO,
hijo de Tito de la tribu Lemonia, procedía de la ciudad de Bolonia. Se enroló a
la temprana edad de 20 años, muriendo a los 53 en el desastre del bosque de Teutoburgo,
a las ordenes de Publio Quintilio Varo
recién conquistada Germania Magna. Por lo que se nos cuenta en la inscripción
funeraria de la tumba que su hermano Publio le hizo construir, era ya un
veterano de aspecto robusto y pelo rizado que había llegado gracias a sus
méritos militares al puesto centurión de la legión XVIII.
Hay controversia entre diferentes estudiosos
sobre si era primer centurión o nó. Sthepen Dando-Collins afirma que era
centurión de primera clase y que, por su edad, estaba sirviendo en Germania
mediante una extensión de su alistamiento. En las legiones romanas era
frecuente que los centuriones primus
pilus(el centurión de la primera cohorte de la legión y militar de carrera
que asesoraba directamente al legado) pasaran, tras el corto periodo que duraba
el desempeño de su puesto, a retirarse o por el contrario permanecer al
servicio de las legiones en puestos más importantes aún como por ejemplo, el de
praefectus castrorum. Que era el tercer oficial al mando en una legión y se
encargaba de la organización de lo referente
al mantenimiento y organización del acuartelamiento de la unidad, tanto cuando
estaba acantonada como en campaña.
Su tumba fue encontrada en la sede de su legión Xantem, la
antigua Castra Vetera, en el limes del Rhin.
Lápida de Marco Celio
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En la representación de su sepulcro luce un repertorio de
condecoraciones que nos demuestran que Marco Celio había participado en
numerosas campañas. En su cabeza lleva una corona
cívica, la segunda más alta de las condecoraciones romanas. Se obtenía tras
salvar la vida de algún importante ciudadano romano que además debía reconocer públicamente
el suceso. Según Maxfield podría haber sido ganada como soldado o centurión con
su legión, en las diferentes campañas de Augusto en el Rhin, un contexto ideal
para destacar en batalla y obtener condecoraciones. También luce un conjunto de
parelaes, dos torqués y un armilla en cada muñeca. Por supuesto, en su mano
sujeta su vitis, símbolo de su grado de centurión.
Las personas que aparecen a los lados de Marco son sus dos
libertos. Podemos leer sus nombres: Privatus y Thiaminus. Era normal que los
centuriones contasen con esclavos o, como en este caso, libertos que les
auxiliaban en sus obligaciones administrativas o que les sirvieran como
asistentes personales. Acompañaban a sus amos en sus campañas, en especial si
estas eran largas, por lo que es bastante probable que murieran con su antiguo
amo en Teutoburgo.
Como último dato anecdótico sobre nuestro héroe, debemos
apuntar que es el más famoso de los tres de los que vamos a tratar. En la
última novela de Massimo Manfredi, titulada “Teutoburgo”, uno de los personajes
más importantes de la trama es un centurión llamado Marco Celio, que por
encargo de Augusto debe educar a los jóvenes germanos Arminio y a su hermano en
los valores romanos
SEXTO
VIVIO GALLO. De la vida de este
soldado sabemos bastante menos. Era asiático, de la ciudad de Amastris, en el norte
de la actual Turquía. Sin embargo por su tumba, encontrada en Bitinia, conocemos
la lista completa de sus condecoraciones y cargos. Por la inscripción sabemos
que fue centurión primus pilus, y que
prolongó su servicio como praefecto castrorum, el tercer puesto más
importante en una legión después del legado y del tribuno Laticlavio.
Generalmente era un soldado veterano con mucha experiencia como un centurión primus pilus retirado, elevado al rango
ecuestre y reenganchado como evocatus.
Por lo tanto era un puesto abierto a todas las clases sociales romanas (desde
la clase baja se podía llegar a este cargo y así entrar en clases sociales más
privilegiadas). Su carrera se desarrolló durante las guerras de Domiciano en el
Rhin, en el Danubio y en las campañas germanas y dacias de Trajano. Es decir
que nos estamos moviendo del 83 d.C. al 105-106 d. C, un margen temporal muy
amplio.
Los honores concedidos a este soldado vienen relacionados en
los diferentes lados de su tumba y no pueden dejar de sorprendernos.
Anverso Tumba Sexto Vivio
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Exhibe
cinco lanzas ceremoniales, una corona aurea, dos coronas vallares y un
vexillum(anverso). En el reverso 3 coronas murales y otro vexillum. Tengamos en
cuenta que honores como la corona vallar o la mural se concedían al soldado que
primero pisara el campamento enemigo en el primer caso o la muralla de la
ciudad enemiga en el segundo. Las posibilidades de sobrevivir para un soldado,
solo y rodeado de enemigos en ese preciso momento y en esas circunstancias son
mínimas, pero Sexto Vivio lo consiguió en cinco ocasiones y vivió para
contarlo.
Reverso de la tumba de Sexto Vivio
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La
corona aurea, como su nombre indica estaba fabricada en oro, era la primera de las “coronas menores”.
Se concedía a aquel que mataba a un enemigo en combate singular sin ceder terreno
hasta el final. Pese a ser de origen republicano, los emperadores la
mantuvieron como recompensa a los actos extraordinarios de valor. Además de
esos honores, por si fueran pocos, aparecen dos vexillum que se concedian al
retirarse del servicio (posiblemente de primus pilus) y cinco hastae purae que
se concedía al primus pilus (primer centurión) que salvase a un
conciudadano o al legionario que hubiese herido a un enemigo. No obstante hay
muchos autores que defienden que ya en la época de Sexto eran concedidas tras
el desempeño del puestos de importancia como los que nuestro soldado desempeñó.
En cualquier caso, si recopilamos las hazañas de
Sexto Vivio nos damos cuenta de que fue sencillamente un gran soldado cuyo
nombre y memoria no merece caer en el olvido.
CENNEUS MUSIUS. En este caso su vida militar fue más corta, tan
solo de unos 15 años, pero gracias a su tumba sabemos bastante sobre su
trayectoria. Llegó a ser portaestandarte de la legión XIV Gemina, en Mogontiacum,
actual Mainz. En esta ciudad estuvo destinada su legión desde el 14 d.C. hasta
ser destinada a la conquista de Britania en el 43 d.C. Sabemos que llevaba en
el ejército quince años de servicio antes de su muerte, lo que quiere decir que
debió alistarse en los últimos años de la primera centuria a.C. Se cree que su
legión en ese momento estaba estacionada en el área alpina y que tomó parte
activa en la guerra del Ilírico antes de ser trasladada a Germania para paliar
los efectos del desastre de Varo en Teutoburgo. En la zona del Rhin
participaría en diferentes campañas bajo los gobiernos de Tiberio, Calígula y
Claudio. Fue un momento de mucha actividad militar y un excelente contexto para
que Cenneus Musius obtuviera sus honores.
Estela de Cenneus Musius
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En
su estela podemos apreciar a nuestro protagonista vistiendo el equipo militar,
el escudo (scutum) y un Aquila. Sobre la
armadura se pueden apreciar: dos torqués colgados del pecho que en origen, era en una especie de collar que solían
llevar los pueblos celtas. Se cree que los romanos
los convirtieron en un tipo de condecoración tras hacerse con ese tipo de
piezas en las batallas y saqueos; un juego de nueve phalerae que eran lo más
parecido a las medallas de nuestra actualidad, eran una serie de discos metálicos
que normalmente se agrupaban en 3, 5, 7 y 9, y solían estar hechas en
materiales como el oro, la plata o el bronce. Estas piezas se colocaban en el
pecho sobre un arnés de correas de cuero, que se otorgaban por actos de valor.
Por último Cenneus luce una armilla en la mano derecha que era un brazaletes metálico que se portaban
como trofeo de guerra.
No conocemos el motivo de su temprana muerte,
pero en cualquier caso sabemos que fue un notable soldado que también merece
ser recordado por su brillante servicio.
Con este segundo artículo sobre héroes romanos he pretendido mantener vivo, en la medida de mis posibilidades, el recuerdo de hombres anónimos que dieron su vida luchando por esa Roma que nosotros tanto amamos.
“Héroes
olvidado de Roma” Federico Romero Díaz – Bellumartis Historia Militar
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