De nuevo
tengo el placer de mostraros una de las laminas de Ángel García Pinto que
ilustran mi libro sobre el gran Cayo Mario. Exactamente una que refleja el
momento de mayor gloria del "hombre nuevo" tras vencer a cimbrios y teutones en
Aquae Sextiae y Vercelas. Os dejo con la descripción:
Dos “mulas de Mario” portan orgullos una obra de arte que
tras recorrer las calles de Roma va a decorar la Domus del Tercer Fundador de Roma.
La pintura de clara influencia griega, muestra de forma
idealizada la batalla entre barbaros y romanos con un fin propagandístico y
didáctico. Es muy interesante la imagen del niño romano, con su espada de
madera al cinto, escuchando a su padre, puede que un veterano de las legiones
como es la guerra contra los barbaros del norte. Para los pueblos del
mediterráneo tanto celtas, galos, germanos, cimbrios, teutones o cómo diablos
se llamasen eran lo mismo: el enemigo...
En el centro de la composición un
caballero desnudo es el centro de todas las miradas. Ya la famosa escultura del
“Galo Moribundo” creaba ese estereotipo del guerrero bravo y fiero hasta la
muerte, aunque es cierto que existían los guerreros “celtas” conocidos como los gesatas, eran una minoría dentro de las huestes que asaltaban la frontera de la
República. El objetivo de esta obra y de todo lo que había ocurrido ese día era
esencial para Roma, mostrar que sus enemigos eran vencibles pese a su
apariencia de diablos, debido a sus extraños peinados y alaridos.
Gesetas en la batalla de Telamón. Autor Wayne Reynolds. Osprey |
¿Por qué recorrió las calles este cuadro? El desfile
triunfal de Mario es la respuesta. Tras vencer en Aquae Sextiae y rechazar
celebrar el triunfo sin haber derrotado a los cimbrios, alcanzó la gloria del vir triumphalis.
En un acto de camaradería decidió compartir el triunfo con su compañero de
magistratura y de armas, Cátulo, pero el pueblo solo aclamó a Mario al grito de
“TERCER FUNDADOR DE ROMA”.
Mario celebro su segundo triunfo, aunque serian tres si
no hubiese rechazado el de la victoria contra los teutones, ya que cumplía con
todos los requisitos previstos, que eran:
-Ganar una batalla en la que el enemigo, al menos,
tuviera 5.000 bajas, en una guerra victoriosa. Además debe haber sido Bellum Iustum, es decir, una guerra
correctamente declarada conforme al rito fecial.
-Ser un magistrado electo con imperium.
-Traer a las tropas a casa, licenciando al ejército como
símbolo del fin de la guerra. Tras la profesionalización del ejército se
licenciaría a un número simbólico de hombres
-La aprobación del Senado.
Tras superar un juicio contradictorio sobre su triunfo y
pasar la noche a los pies de la muralla, el triunfador entra en la ciudad con
su ejército y prisioneros. A bordo de una cuadriga entra por la Porta Triumphalis; de allí al Velabro,
Foro Boario y Circo Máximo, dirigiéndose hacia el monte Capitolino a través de
la Vía Sacra y del Foro Romano. Durante todo momento un esclavo susurraba al
oído del Homo novus “Mira atrás y
recuerda que sólo eres un hombre”.
“RESPICE POST TE, HOMINEM TE ESSE MEMENTO”
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