A lo largo
de todo el Reino Medio, una afluencia de mano de obra asiática se fue
introduciendo lentamente en el norte de Egipto. Estas comunidades de
extranjeros se instalaron especialmente en el delta oriental y se mezclaron con
la población autóctona. Como ya había sucedido en el período anterior, el
gobierno central se fue debilitando y surgieron poderes que compitieron con la
autoridad real.
Tras
el final del Reino Medio al final de la dinastía XII, la dinastía XIII gobernó
con una continuidad pacífica en todo Egipto.
Sin
embargo, con los últimos reyes de la dinastía XIII, el norte se separó y la
dinastía XIV surgió en Xois. Poco después los hiksos (el nombre hikso deriva de
la deformación griega de como los llamaban los egipcios: hekau-khasut
que significa “jefes de los extranjeros”) se hicieron con el control del delta
y se crearon las dinastías XV y XVI, bajo los gobernantes extranjeros.
Carro Hikso o canaita (muy similares en panoplia y tácticas) atacando a dos infantes egipcios. Ilustración de Angus Mcbride para Osprey |
Mientras
estos nuevos reyes conquistaban y controlaban todo el norte de Egipto, en el
sur apareció una nueva dinastía en la ciudad de Tebas; la dinastía XVII. Con
ella, la ciudad de Tebas volvió a florecer, pero tuvo que hacer frente en una situación
vulnerable ya que una alianza entre los hiksos y los nubios del sur hizo que la
ciudad estuviese rodeada por dos frentes
enemigos. Durante este período, la acción bélica no fue continua, sino que se
atestiguan intercambios comerciales entre el norte y el sur, por lo que el odio
descrito entre las dos regiones en textos posteriores fue exagerado con fines
propagandísticos.
No
obstante, las hostilidades estallaron a finales de la XVII dinastía y poco a
poco Tebas recuperó terreno tanto hacia el norte como hacia el sur. Una de las
principales fuentes de información es un relato oficial fechado en el año 3 de
Kamosis, y la biografía privada de Ahmose, hijo de Abana, un general que sirvió
bajo las órdenes del último rey de la dinastía XVII y los primeros reyes de la
dinastía XVIII.
El faraón como “rey guerrero”
Con
el final de la reconquista por parte de los tebanos, Egipto volvió a estar
unido bajo un mismo soberano. Pero la mentalidad egipcia y del faraón había
cambiado, ya que a partir de entonces la imagen de rey guerrero se volvió una de las principales características que
todo faraón intentó destacar.
Casi
todos los gobernantes de este período, dieron una gran publicidad a sus
campañas y tuvieron una relación muy cercana con el ejército. Por ejemplo,
Tutmosis I comenzó su carrera como general de Ahmose y durante su reinado se
realizaron varias campañas para terminar la obra de su predecesor.
De
la XVIII dinastía, el faraón más belicoso fue Tutmosis III, que dirigió diecisiete campañas en Asia, y
paralelamente campañas hacia el sur contra el reino kushita. Entre las campañas
más importantes, estuvo la conquista de la ciudad de Meggido, ocupada por una coalición
que estuvo apoyada por el reino de Mitanni. A lo largo de sus campañas, llegó
hasta las tierras del Éufrates y decidió dejar allí una estela conmemorativa de
su logro.
Tras
su reinado, los sucesivos faraones consiguieron mantener parte de sus conquistas
hasta el período de Amarna, en el cual el faraón Akhenaton estuvo más centrado
en su política religiosa interna que en campañas contra sus enemigos (aunque no
olvidó la diplomacia, ya que conservamos un gran número de cartas entre el
faraón y príncipes extranjeros). Horemheb,
último faraón de la XVIII dinastía volvió a centrarse en la política militar
tras superarse la época amarniana. Realizó varios cambios en la administración
y en el ejército para que fuesen más efectivos.
Horemheb
murió sin herederos y nombró como su sucesor a Ramses, un militar. Con Ramses
empezó la dinastía XIX, y sus faraones intentaron recuperar el territorio
perdido a través de diferentes campañas. De su nieto, Ramses II, conocemos un gran número de campañas, pero la más conocida,
fue la que realizó contra los hititas en su cuarto año de reinado en las
cercanías de la ciudad
de Qadesh. Allí se enfrentaron los egipcios y los hititas por el control
del Levante, pero no obstante, el enfrentamiento no dejó un vencedor claro, así
que se vieron obligados a firmar la paz y redactar un tratado, del cual la
versión egipcia está grabada en el templo de Karnak, y la versión hitita se
halla en el museo de Estambul.
Con
la firma del tratado entre egipcios e hititas, los siguientes faraones dejaron
atrás una política tan intervencionista en Asía. Sin embargo, el sucesor de
Ramses II; Merenptah, tuvo que hacer
frente a una invasión Libia a comienzos de su reinado. El resto de faraones de
la dinastía XIX tuvieron unos reinados más breves, y las disputas internas
comenzaron a ocupar la atención de los faraones.
Con
la llegada de la dinastía XX, la última
del Reino Nuevo, Egipto seguía siendo una potencia importante en Asia, pero
su poder había comenzado a debilitarse. El faraón más destacable fue Ramses
III. Durante su reinado, una serie de invasiones por parte de los llamados
Pueblos del Mar alteraron los equilibrios de poder, ya que saquearon y
asaltaron todas costas del Levante y supusieron el final del reino hitita.
Los escribas en el ejército
Dentro
del personal militar, durante el Reino Nuevo los escribas alcanzaron un papel
relevante. Tjanuny fue uno de ellos,
vivió durante los reinado de Tutmosis III y Tutmosis IV. En su tumba relata las
principales obligaciones de su cargo: registrar los nuevo reclutas, enseñar las
obligaciones de cada uno, controlar el comportamiento de los hombres etc.
Durante las campañas, a esta toda actividad se le añade una muy importante para
la corona; el relato de las batallas y el diario de campaña.
Pero
no solo tenemos crónicas oficiales de las campañas. Los soldados también nos
han dejado relatos sobre sus acciones y vidas militares. Si bien es cierto, que
los relatos están llenos de fórmulas estandarizadas, nos pueden dar información
interesante sobre movimientos y devenires de la guerra. Un buen ejemplo sería
la biografía mencionada anteriormente de Ahmose hijo de Abana.
Tumba de Ahmose hijo de Aban |
El reclutamiento
Para
conseguir un gran número de hombres que sirviesen en el ejército, se procedía a
la recluta. Incluso los miembros del sacerdocio podían ser requeridos para el
servicio militar, ya que hay textos que relatan estos reclutamientos, y hay
representaciones en el templo de Medinet Habu de arqueros ataviados con ropajes
sacerdotales.
Los
centros de reclutamiento se encontraban distribuidos tanto en el norte como en
el sur, los principales lugares de donde partían las tropas en campaña. Los
nuevos reclutas sufrían un entrenamiento duro para poder aguantar las largas
marchas y los combates en el desierto. Se desarrollaron también juegos y luchas
con bastones para mejorar la destreza y las habilidades de los soldados, así
como competiciones de tiro con arco.
Durante
los tiempos de paz el ejército no descansaba, hacía labores policiales y
protegía rutas comerciales y expediciones mineras, así como ayudaba en las
tareas de construcción y participaba en los juegos anteriormente mencionados.
Pero
el ejército no estaba compuesto solo por egipcios. Había también regimientos de
tropas extranjeras que servían como
mercenarios. Estos hombres no se mezclaban con los egipcios en unidades mixtas,
sino que tenían sus propias compañías dirigidos por sus propios hombres.
Una
de las clases de mercenarios más importantes, fue la denominada Sherden. Originarios de
las islas del Egeo en el Mediterráneo (o "Gran Verde" como los llamaban los
egipcios). Comenzaron siendo piratas mercenarios al servicio de los enemigos de
Egipto. Ramses II los derrotó en el segundo año de su reinado, y los incorporó
al ejército y a su guardia personal. Son fácilmente identificables en los
muros, porque se les representa con un faldellin arlequinado típico de grupos del Mediterráneo, un
coselete de cuero hecho por tiras superpuestas; un espada de doble filo con
forma triangular, un escudo circular y un casco coronado con dos cuernos y un
disco central.
Guardia personal Sherden de Ramses III |
Otro
grupo, son los hapiru
originarios de la región cananea y de Mitanni (Maryannu). Eran
especialistas en el combate sobre carros de guerra. Al ser originarios de
Mitanni, los carros eran diferentes al de los egipcios. Eran carros más pesados
tirados por dos caballos a lo que se les había aumentado la protección. Los
tiros iban cubiertos con mantas y piezas de metal para mejorar la protección
frente a las flechas. A los carros se les había aumentado la altura de los
cubículos para minimizar los ataques enemigo. Estos carros se usaban para
desordenar de las filas enemigas, y que fuese aprovechada por la infantería que
acompañaba a los carros.
Con
el paso del tiempo, los mercenarios se volvieron más importantes en el ejército
egipcio. A finales del Reino Nuevo con el debilitamiento del poder central, el
acceso a hombres preparados se volvió necesario, por lo que se recurrieron a
hombres extranjeros, y cada vez más a hombres procedentes del Egeo y las polis
griegas.
Logística y vida del soldado
Durante
la campaña, los problemas logísticos eran muy importantes. No solo por el
traslado del armamento y los víveres necesarios, sino también los “hospitales
de campaña” para curar las heridas sufridas. Los problemas principales surgían
en los pies debido a las largas marchas, por lo que las sandalias y los
bastones de apoyo eran de vital importancia. Para el tratamiento de las
lesiones, tenemos una importante base de datos en el papiro Edwin Smith. Las
heridas abiertas se trataban con carne fresca, aceite y miel. Usaban la canela
y el tomillo como antisépticos y el aloe vera para tratar quemaduras e
inflamaciones. Por su parte, la raíz de mandrágora hacía las funciones de
narcótico. Los vendajes se realizaban con lino y las fracturas se entablillaban
con algodones y maderas.
Papiro Edwin Smith |
El
soldado pasaba todas estas penalidades porque sabía que su comportamiento en la
batalla le podía reportar importantes recompensas. Por norma general, se le
solía recompensar con el oro del valor, que era un reconocimiento público de su
valor y se le entregaban tierras con siervos para que las trabajasen por él.
El carro de guerra
La
nueva arma de esta época fue el carro, que apareció en Egipto durante el
período hicso (en
BHM os mostramos su origen), y realizaba ya una doble función. Por un
parte era un vehículo de guerra y por otra, un símbolo de prestigio del faraón.
Sin embargo, a pesar de lo que hemos visto muchas veces en películas o
documentales, la utilización de los carros ha sido sobredimensionada en
efectivos y tácticas. Para entender el carro describiremos sus tres elementos:
la estructura del vehículo, el tiro y los tripulantes.
Carro de guerra egipcio idealizado, ya que solo se ve a un tripulante que por cierto es el faraón. Podéis ver como se representan los dos caballos de forma simplificada en dos colores |
En
primer lugar, la estructura del vehículo
que tenía que ser ligera pero resistente. El elemento principal era la rueda,
compuesta en principio por 4 radios y después por 6 para proporcionar mayor
resistencia. Las diferentes maderas de las que estaba compuesto como olmo,
fresno o roble se unían con cola y tiras de cuero en lugar de remaches de
bronce que podían quebrar la estructura con los movimientos bruscos del
combate.
El tiro estaba
formado por dos caballos que recibía las mejores atenciones por parte de sus cuidadores.
Para los estándares actuales, estaban más cerca de los ponis que de los
caballos. Los animales se convirtieron en objeto de comercio y de regalos
diplomáticos entre los diferentes gobernantes de Oriente Próximo.
Por
último, la tripulación era entrenada
para mantenerse en pie en una estructura semirrigida sin amortiguadores y con
cambios bruscos de dirección a alta velocidad.
Sobre
el uso del carro existen diferentes teorías y estudios. Por una parte, se
considera los carros como armas de hostigamiento y no de choque. Y dentro de
esta rama hay diferencias entre los expertos. Por un lado, se plantea que no
podrían ser realmente precisos en terrenos abruptos a grandes velocidades, por
lo que los tripulantes tendrían que bajarse para poder disparar, anulando así
la movilidad. Por otra parte, se considera que si eran precisos y se
comportaban como un enjambre atacando la infantería enemiga.
La
segunda escuela si ve que podrían ser usados como armas de choque y ven a
múltiples carros en varias líneas lanzándose contra los carros enemigos y la
infantería para desbaratarlos y desorganizarlos. Sin embargo, sus detractores
han calculado que las distancias y espacios necesarios para poder mover los
carros con seguridad son demasiado amplias para ser viables.
Lo
que si sabemos es que estos carros constituían la élite del ejército y sus
comandantes eran hombres muy cercanos al faraón.
Armamento del soldado
El
armamento de las tropas supone una continuidad con las anteriores épocas. El
arco compuesto es el arco principal para la carrería. Está formado a partir de
varias piezas de madera y unidas con tendones de animales, que proporcionaba un
mayor alcance y penetración.
La espada curva es un elemento de
discusión. No existen pruebas sólidas de su uso por parte de los
hicsos, pero tampoco podemos descartarlo. Sin embargo, otros armamentos como el
carro o el arco compuesto sí que eran utilizados por los hicsos y aparecen en
manos de los egipcios en fechas tempranas de la dinastía XVIII, pero la espada
curva no está registrada como elemento militar hasta Tutmosis III, cuando había
sufrido una evolución, ya que la curva se volvió menos pronunciada que en los
primeros modelos (en los relieves de Deir el Bahari donde están esculpidos
desfiles militares, solo aparece un
soldado portando una espada curva primer modelo, frente al resto que lleva
lanzas. Posiblemente el primer modelo fuese usado como arma de parada y como
estatus de un grado militar superior frente al soldado raso). La primera espada
en manos de un faraón la encontramos en un relieve donde se representa a
Amenhotep II a punto de ejecutar a varios enemigos.
Espada curva de la tumba de Tutmosis |
Las primeras cotas y cascos también
son datables en el reinado de Tutmosis III. En la tumba del visir Rejmire
(reinados de Tutmosis III y Amenhotep II) y otras tumbas tebanas aparecen las
representaciones de cascos coniformes.
Sobre
las cotas, en la tumba de Kenamun aparece la representación de una cota, con
protección metálica para el cuello, y de una prenda corporal cubierta con
escamas metálicas para protección adicional. Esta prenda cubría el tronco y el
inicio de las piernas. Debido a su peso y a su incomodidad, es más probable que
fuese usada por los carreros que por la infantería, la cual reduciría
considerablemente la movilidad del portador. El estilo de esta armadura tiene
influencias asiáticas, por lo que es lógico pensar que en los contactos de
inicios de la dinastía XVIII con Siria-Palestina llegasen la influencia de
estas protecciones.
El
bronce fue añadido a puntas de flecha y venablos para aumentar su penetración.
También en dagas y espadas de una sola pieza. Estas espadas de creaban a partir
de una hoja de doble filo con una nervadura central para aumentar su
resistencia. El mango poseía un pequeño guardamanos y una empuñadura hueca
rematada en una bola como soporte.
Durante
la ultima etapa de la dinastía, los nuevos armamentos se mantienen y mejoran.
Los escudos se amplían y se curvan para que el soldado pueda llevarlo a la
espalda. Las espadas curvas aumentan su importancia, pero sin llegar desplazar
a la lanza o el hacha. En la tumba de Tutankamon, se han hallado dos espadas
curvas, una con un pequeño cuerpo recto y con una curva pronunciada, mientras
que la segunda posee una curvatura menos pronunciada. La primera de ellas
termina en forma roma mientras que la segunda en punta. La primera, con
características asiáticas serviría para utilizarla como hacha, mientras la
segunda se inclinaría más hacia el puñal.
Ilustración de infantes egipcios para la revista Desperta Ferro |
Estructura del Ejército
Tras
las reformas de Horemheb, el
ejército queda dividido en dos ramas diferentes, infantería y carrería. Basándonos
en una estela datada en el reinado de Ramses IV, la cual nos permite hacernos
una imagen de los rangos de unidades. La unidad básica era la compañía, formada
por 250 soldados bajo el mando de un
porta-insignia t3y sryt y a su vez estaba dividida en secciones de 50
soldados. 20 compañías, con un total de 5000 infantes formaban una brigada, a
ésta, se le añadía un escuadrón de 50 carros para formar una división.
Por
otra parte los carros se componían en escuadrones de 50 unidades, divididos en
secciones de 10. Cada división poseía su estandarte particular.
Tras
el Reino Nuevo, Egipto volvió a sumergirse en una etapa de crisis y perdió casi
todos los territorios adquiridos en Asia. Aunque siguió siendo una potencia,
poco tiempo después pasó a formar parte del imperio persa y del imperio asirio,
al igual que el resto del Levante.
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