Hermanos, os decimos que no buscamos la guerra; no pedimos nada más que estar tranquilos, y eso depende, hermanos, solo de que vosotros, ingleses, estéis en paz con nosotros.
Estas palabras de Atiwaneto jefe y
representante de los indios abenaki resumen a la perfección el deseo de paz de
las tribus indias que habitaban los territorios fronterizos con las colonias británicas.
Pero su deseo no dependía de su voluntad como ellos bien sabían sino de un
juego entre dos grandes imperios que decidieron usar los bosques y ríos de Norteamérica
como campo de batalla de la Guerra de
los Siete Años (1754-1763) como se conoce a este conflicto en Europa (Nota
BHM: dependiendo el país se fijan en el escenario que más les afectó; por
ejemplo para la Canadá francoparlante es conocida como la guerra de la
Conquista, mientras que para la Canadá angloparlante son la guerra de los Siete
Años, la guerra pomerania, la tercera guerra carnática (en India) y la tercera
guerra silesiana).
En
el primer artículo de la revista Richard Hall nos da una visión de las causas
del último conflicto entre galos y británicos por el control de los territorios
de Norteamérica en “Norteamérica y la Guerra de los Siete años”. Las ansias británicas
por la Nueva Francia y el territorio de los Grandes lagos fue la semilla de lo que Winston Churchill
describiría como la auténtica Primera Guerra Mundial. Un conflicto que abarcó
no solo Norteamérica, sino territorios situados por todo el globo, incluyendo
puestos comerciales en la India y África.
En
medio de este juego de ajedrez entre potencias se encontraban los pueblos
nativos americanos que vivían en las orillas del gran río Ohio. En “Los
nativos americanos en la Guerra Franco-India” Collin G. Galloway nos da una
visión de la política y del sistema de alianzas de las tribus iroqueses y de
las seis naciones. De nuevo una rase de Atiwaneto nos sirve de resumen del
pensamiento profrances de gran parte de los pueblos nativos “Somos aliados del
rey de Francia, de quien hemos recibido la fe y toda suerte de ayuda en
nuestras necesidades, Amamos a ese monarca y estamos muy apegados a sus
intereses”.
Personalemte
un aspecto que a mí siempre me llamo la atención e este conflicto fue la red de
fortalezas que ambos bandos construyeron para controlar el territorio. En “Los
fuertes de la Guerra Franco-India” veremos su papel como declaración de
posesein territorial frente a la otra potencia Europea y para los nativos un recuerdo del poder y
presencia europea en sus tierras. Steven Eames nos da una perfecta visión de
los motivos de su construcción, en la que destacaba el papel como puesto
comercial o casa de trueque, y como era la vida cotidiana en ellos. Para
completar este tema la revista tiene un artículo monográfico dedicado al Fuerte William Henry que inmortalizó la
novela El Ultimo Mohicano James
Fenimore Cooper. Situado en el lago
George, Nueva York, fue el primer fuerte abaluartado británico en las colonias
americanas, construido a petición del general William Johnson en 1755, y punto
de partida de las expediciones británicas tierra adentro. En “El fuerte William Henry: arqueología y
memoria” veremos los distintos
descubrimientos arqueológicos que se fueron realizando en el fuerte desde
mediados del siglo XX y su influencia en la visión tradicional de la masacre
ocurrida tras su rendición.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de
los aficionados a la Historia Militar de esta guerra es la gran diferencia con
las batallas campales en formaciones compactas que protagonizaron la guerra europea.
En “La naturaleza de la Guerra
Franco-India” John Grenier nos analiza como fue esta guerra total,
donde miles de civiles sufrieron estrategias de limpieza étnica como fue el
caso de las Acadios. Tambien asitiremos al fracaso de las unidades de
provinciales entrenados al estilo europeo frente a las tácticas de Petite Guerre empleadas por las troupes de la marine canadienses. Pese a
la reticencia de los mandos europeos, los británicos decidieron crear sus propias unidades irregulares los
Rangers comandados por Robert Rogers (Nota BHM: sus
28 reglas siguen en funcionamiento). Se dedica un trabajo a una de las
mayores duelos convencionales de la guerra “La batalla de las llanuras de Abraham” en la que se enfrentaron
en campo abierto las tropas de James Wolfe y las de Louis-Joseph de Montacalm a
las afueras de Quebec.
Para
finalizar “La guerra que transformó Norteamérica” donde Patrick Griffin nos da
ua visión de la influencia política de este conflicto en el sentimiento independentista
de los colonos británicos (Nota BHM: tenemos
un artículo sobre el sentimiento revolucionario en las 13 colonias).
No
he podido resistir la tentación de leer este número de DF escuchando la Banda
Sonora original del Último Mohicano compuesta por Vangelis. Me han trasportado
a una guerra que debido a sus características, de las que ya hablaremos,
siempre ha estado rodeada de un halo de romanticismo y de leyenda que ocultó el
salvajismo de esta guerra total en Norteamérica.
También
debo destacar como siempre el aspecto visual de este número especialmente gracias
a las obras de Robert Griffings, al que acabo de descubrir e intentaré entrevistar
para BHM, que os transportaran a la
tierras de los Grandes Lagos desde vuestro sillón.
ESTAS
HISTORIAS DE BHM OS PUEDEN INTERESAR:
“La Guerra Franco-India. Revista Desperta
Ferro Historia Moderna nº34” Reseña de Francisco García Campa – Bellumartis
Historia Militar
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