Desde
el año 1841, con las Guerras del Opio, Hong Kong había permanecido como colonia
británica. A Hong Kong había que sumarle la cercana isla de Lantau y Nuevos
Territorios. Así, la colonia británica en China pasó a convertirse en una
importante zona comercial.
De
hecho, gracias al puerto de Hong Kong, las fuerzas de Chiang Kai Shek disponían
de un puerto a través del cual recibir armas con las que combatir al ejército
japonés. Pese a la neutralidad de Hong Kong en el conflicto chino-japonés, el
estratégico enclave había atraído la atención de los nipones, quienes habían
planeado su invasión.
Una
amenaza se cernía en el Pacífico. Todos se preguntaban dónde golpearían los
japoneses. Eran muchos los interrogantes y la pequeña guarnición británica de
Hong Kong no sería suficiente para detener una ofensiva japonesa. El primer
ministro británico Winston
Churchill era consciente de que mantener Hong Kong era imposible, por lo
que los británicos planearon una defensa que al menos les permitiese resistir
hasta ser evacuados por la marina estadounidense.
Espías y quinta columna
Mientras
tanto, los japoneses no habían perdido el tiempo y habían infiltrado espías en
la ciudad que les proporcionaron una valiosa información sobre el estado de las
defensas. También eran numerosos los chinos que, hastiados del colonialismo
británico, estaban dispuestos a colaborar con los japoneses.
Otro
elemento fundamental eran las Triadas. Esta organización mafiosa
actuaría como quinta columna en la conquista de Hong Kong. Previamente a la
invasión, los japoneses se habían encargado de poner de su lado a una
antiquísima organización criminal. Estamos hablando de 60.000 hombres. Ahora
bien, los británicos lograron arrestar a Shing Wo, lo que supuso un varapalo
para las tríadas y mermó su número de efectivos.
Pero
las Tríadas no se vinieron abajo y su líder, Xie Wenda, eligió un grupo de
10.000 hombres denominados Grupo del
Cielo y Grupo de Ayuda. Esta fuerza, provista de revólveres y granadas, se
encargaría de combatir a los británicos una vez comenzase la ofensiva japonesa.
Mientras tanto, el 15 de noviembre, llegaban 2.000 soldados
canadienses para reforzar la guarnición, no obstante, estas tropas eran
novatas. Así pues, el general Maltby, disponía de un total 14.000 hombres para
defender Hong Kong.
Por
su parte, los nacionalistas de Chiang Kai Shek se habían ofrecido para
colaborar en la defensa de Hong Kong. Pero los británicos se negaron a aceptar
la ayuda, pues sabían de las intenciones de Chiang Kai Shek de recuperar Hong
Kong. Por el contrario, los británicos mantenían unas relaciones mucho más
fluidas con los comunistas chinos, a quienes proporcionaron armas y explosivos.
Comienza el ataque a la colonia
El
7 de diciembre de 1941 se produjo un acontecimiento clave en la Segunda Guerra
Mundial con el
ataque japonés a Pearl Harbor. No mucho después, comenzaba la ofensiva
japonesa sobre Hong Kong. Enseguida, los pocos aviones de los que disponían los
británicos fueron destruidos por los ataques
aéreos de los nipones.
Las
tropas japonesas cruzaron el río Sham Chum y las sorprendidas fuerzas
británicas se retiraron después de proceder a la voladura de varios
puentes. En una apresurada retirada, se guarecieron en la línea Gin Drinkers,
que se hallaba al otro lado del itsmo de Nuevos Territorios.
Mientras
tanto, los miembros de las tríadas prestaban su apoyo a las tropas japonesas,
actuando como guías. En la retaguardia, los trabajadores de Hong Kong, en señal
de rebeldía, no acudieron a sus puestos de trabajo. Faltaba personal en los
hospitales y en las oficinas, mientras que los vehículos fueron saboteados.
Por
su parte, Maltby, solo había desplegado a una cuarta parte de sus tropas,
dejando el resto de la guarnición en Hong Kong por temor a un posible
desembarco nipón.
Mientras
tanto, la confusión se iba extendiendo por la colonia británica. Prueba de ello
es el izado de una bandera nipona en el Hotel Península, muy próximo a los
muelles de Kowloon. Los soldados canadienses, al ver la enseña nipona ondeando
en aquel edificio, creyendo que los japoneses habían conquistado aquella zona,
se retiraron.
Por
su parte, las Tríadas se dedicaron a obstaculizar el tráfico y también se
dieron al saqueo. Los británicos decidieron emplear el método más efectivo, el
soborno. Tras una reunión con los líderes de las Tríadas en el Hotel Cecil,
lograron un acuerdo. A pesar de los sobornos, las Tríadas aún no habían dicho
la última palabra.
En
este contexto de sabotajes, el pánico se extendió por Hong Kong y se produjeron
ejecuciones masivas de colaboracionistas y de quintacolumnistas. Así, los
hombres del ejército nacionalista chino del almirante Chan Chak ejecutaron a
600 colaboracionistas, mientras que los británicos fusilaron a 200 prisioneros
chinos en la denominada “matanza del callejón sangriento”.
En
el plano militar, el general Maltby no había reforzado a las fuerzas situadas
en la zona noroeste de la isla. El 18 de diciembre de 1941, 7.500 soldados
japoneses desembarcaron en la isla ocultos por la oscuridad nocturna. Después,
los nipones lograron poner en fuga a dos batallones canadienses y lograron
dividir a las fuerzas aliadas. El hambre y la sed se extendieron por Stanley y
Victoria, a lo que había que añadir que el suministro eléctrico se había
agotado.
La
moral comenzó a decaer rápidamente entre los defensores. La falta de agua cada
vez se hizo más acuciante y la situación civil y militar se había tornado
insostenible.
La rendición
Finalmente,
el 25 de diciembre de 1941, ante lo inevitable de la derrota, el general Maltby
y el gobernador Mark Aitchison Young presentaron la rendición de Hong Kong en
el Hotel Península ante el general Sakai.
A
la rendición le sucedieron numerosos saqueos en los barrios en los que habían
residido los europeos, como ocurrió en Victoria Peak. Las tríadas se dieron al
pillaje en medio del caos y las tropas japonesas perpetraron numerosas
atrocidades, ejecutando a la población civil y a los soldados que se habían
rendido y cometiendo gran cantidad de violaciones en medio de una desenfrenada
orgía de violencia.
Uno
de los actos finales de la caída de Hong Kong fue la huida del almirante chino
Chan Chak. A bordo de unas lanchas torpederas, Chan Chak y varios oficiales
británicos emprendieron una arriesgada fuga en la tarde del 25 de diciembre.
Pero los japoneses descubrieron su intento de huida cuando las lanchas de Chan
Chak pasaban cerca del puerto de Aberdeen. Las embarcaciones fueron enviadas a
pique, pero, milagrosamente, Chan Chak y su contingente lograron salvarse.
Posteriormente serían rescatados por guerrilleros comunistas y fueron
trasladados hasta Hizhou, en la China no ocupada.
Rendición Británica el 25 de diciembre de 1941 |
Folleto lanzado por los japoneses sobre Hong Kong |
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