Al comienzo del siglo XX los mares y océanos habían sido
navegados de cabo a cabo y ya parecía que todo el mundo había sido recorrido y
descubierto. Pero un inmenso mar de arenas a pocos kilómetros del Mar Mediterráneo
seguía siendo una verdadera Terra Ignota
para los occidentales, es el Desierto de Sahara.
Las dunas
ocultan una mítica ciudad llamada Zerzura. Un puñado de aventureros de
distintas nacionalidades se unen en su deseo de descubrirla a bordo de los
modernos coches y aviones en vez de los ya probados y seguros camellos. ¿Por
qué esa obsesión de recorrer las peligrosas dunas y llanuras de piedras en automóvil?
La respuesta es más compleja de lo que parece, no era por un mero afán deportivo
de superación de records o de demostrar el progreso de la tecnología frente al
reto de la arena. Detrás de estas aventuras están los servicios de inteligencia de Italia,
Alemania y el Reino Unido.
Los
miembros de este “club Zerzura” aunque compartían el deseo de descubrir la
mítica ciudad perdida, realmente ocultaban a sus socios las verdaderas
intenciones de sus viajes. El objetivo era cartografiar las posibles rutas de
invasión de Egipto y Libia por lo más profundo del Desierto. Detrás del deseo
de encontrar al ejército perdido de Cambises estaba el de encontrar una ruta
accesible a los vehículos a motor que pudiese ser empleado en la cercana guerra
que se avecinaba en el horizonte.
El libro
se divide en dos partes, por lo menos para mi, en la que conoceremos la vida y aventuras
de los exploradores del desierto en el periodo de entreguerras. Entre estos
personajes destacan viejos conocidos del blog a los que ya dedícanos varios artículos
como los oficiales británicos Ralph
Bagnold, Orde
Wingate y otros como el aviador Penderel o el comandante Pat Clayton. Pero no me puedo olvidar del más
famoso de todos estos amigos de Zarzura, el cinematográfico conde László Ede Almásy en cuya vida se inspiró la novela El
Paciente Inglés de Michael Ondaatje. Nunca mejor dicho, se inspiró
ya que todo parecido con la realidad es pura coincidencia como veréis si leéis
el libro, ya que ni sufrió quemaduras en todo su cuerpo en un accidente de
avión ni tampoco ni fue enviado a Italia con una bella enfermera, que realmente
no sería su compañía favorita.
En la segunda parte de El Oasis Perdido veremos como esos aventureros se
convierten en militares al servicio de su país durante la Segunda Guerra
Mundial. Veremos cómo eran las operaciones de los “taxis
libios SL” del LRGD creadas por Bagnold para moverse tras las líneas italianas
y alemanas en el Desierto Libio. Además veremos las operaciones de espionaje Salam y Kondor organizadas por la Abwehr y guiadas por el desierto por el
conde Almasy, que siempre estuvo al servicio de los aliados de Hungría.
En resumen una obra única, o por lo menos que yo conozca en
castellano, sobre la Guerra del Desierto pero sobre todo para conocer la búsqueda
de la Atlántida del desierto. Un sueño que movió a unos gentlemen en sus automóviles en un juego peligroso que como ya os
descubrí ocultaba un juego de espías.
Nº de páginas: 384 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 978-8494826580
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