En
las guerras de la Edad Moderna y Napoleónicas, la eficacia de las armas de
fuego no era ni lo suficientemente precisa ni eficaz como para sustituir al
choque cuerpo a cuerpo como elemento decisivo de los combates.
La
humedad inutilizaba las armas, los procesos de recarga eran difíciles lo que
hacía que la relación de fuego oscilase entre un disparo a cinco por minutos
según el ejército, entrenamiento y condiciones climáticas. La tasa de aciertos
era muy baja lo que llevaba a disparar en masa, algo más difícil de coordinar
de lo que parece viendo las películas. El general William Francis Napier en su
obra “History of the War in the Peninsule”
dice que descargas de 300 disparos efectuados por los británicos ninguno dio en
el blanco. En la batalla de Vitoria según este autor un promedio de un disparo
acertado por cada 459 efectuados, eso era fallar más que la escopeta de feria.
De hecho los generales seguían pensando que una buena carga a bayoneta era la mejor forma de lograr la victoria. Esta frase del militar ruso Aleksandr Suvórov resume muy bien la situación "La bala es loca y la bayoneta sabia".
En búsqueda de una mayor eficacia en el disparo se comenzaron a emplear los rifles, con su cañón estriado que lograba mayor puntería pero su alto coste impedía su generalización. Incluso se probaron nuevos sistemas que sustituyesen a las armas de chispa y de pólvora. ¿Cómo?
En búsqueda de una mayor eficacia en el disparo se comenzaron a emplear los rifles, con su cañón estriado que lograba mayor puntería pero su alto coste impedía su generalización. Incluso se probaron nuevos sistemas que sustituyesen a las armas de chispa y de pólvora. ¿Cómo?
Jäger austriaco con una Girandoni. Totalwar |
La
respuesta es fácil y de hecho seguro que muchos usasteis de niños y de jóvenes
un arma de este tipo: aire comprimido.
Bartolome Girardoni,
ya que el apellido Girandoni por el
que pasaría a la Historia sería una errata de los funcionarios austriacos,
crearía un arma extraordinaria que llevaría a Napoleón a dictar una orden de
ejecución a todo soldado enemigo que fuese apresado con una. Nacido en 1744 en
el seno de una familia de relojeros italianos de Bolzano que pertenecía al
Sacro imperio Romano Germánico, se interesó en el diseño de armas de fuego
especialmente en los sistemas de chispa.
El Mariscal-Teniente
Theodor Baron Rouvroy se fijó en uno de sus diseños y logró la
autorización de José II de Habsburgo para el desarrollo de un arma de
infantería que emplease aire comprimido como impulsor y no la pólvora. La
carabina Girandoni conocida como windbüchse
“el fusil de viento” comenzaría en 1779
a producirse.
El
secreto del arma que podía lograr veinte disparos en un minuto con la
posibilidad de recarga en posición de cuerpo a tierra, era su culata. Se trata
de una botella cónica truncada de unos 17 cm de largo con una base semiesférica
(según algunos autores para soportar mejor los golpes). En el extremo más
delgado estaría la válvula y el sistema de acople con el mecanismo del arma:
gatillo y cargador de veinte bolas (o perdigones) de calibre de 13mm o .51. La
culata-botella estaba fabricada con una hoja de hierro de 2 mm de espesor y
cubierta de cuero para impedir lesiones al tirador.
Por desgracia la veintena de
carabinas Girandoni que sobrevivieron al paso del tiempo tienen dañado un elemento
esencial para conocer las características del arma, el sello de la válvula. Sabemos
que estaba hecho de cuero y que se debía humedecer para que no perdiera la elasticidad
necesaria. Al no tener una válvula en perfecto estado es difícil sabe cuál era la presión
que soportaba por lo tanto no sabemos la capacidad de tiro y potencia. Según los
manuales repartidos en 1788 a las tropas austriacas el arma era capaz de hacer
70 disparos sin recargar la botella. La copia danesa de esta arma era capaz de
soportar 55 bares de presión y se calcula que la austriaca andaría entre los 55
a los 90 bares con su botella de 0,74 litros de capacidad. Según el manual después
de los primeros 20 disparos tenía una capacidad limitada a unos 100 metros, en
esa época no era poco.
El
arma era revolucionaria también por el hecho de ser el primero con un cargador.
Era un tubo con capacidad para las 20 bolas de plomo que se colocaba en el lado
derecho del cañón. Con un movimiento simple tras cada disparo la siguiente bola
se colocaba para ser disparada en menos de dos segundos. A cada soldado se le
entregaba cuatro tubos cargados que rellenaban de forma rápida el cargador.
El
sistema de recarga del aire comprimido se podía hacer de dos maneras insertar
una botella-culata ya rellena (se entregaba dos de repuesto a cada soldado) o
bien mediante una bomba de mano. Tanto de un modo como de otro se podía recargar
cuerpo a tierra algo casi imposible con los modelos de pólvora de la época.
¿Podía
matar esta arma? Antes de entrar en cálculos matemáticos, que no es lo mío, el
hecho de que Napoleón ejecutase a sus usuarios significa que era un arma
peligrosa, no solo por ser silenciosa. El periodista y coleccionista de armas Fred
H. Baer basándose en una copia civil de esta arma calcula que los 300 m/s y el
calibre los daños serian equivalentes a los de una pistola Colt .45 ACP. Mortales
a una distancia no muy larga además de una cadencia de tiro de 20 balas por
minuto frente a la media de tres de su época. Entre los usuarios de esta arma
destaca la Expedición Lewis y Clark
que entre 1804 y 1806 exploraron el oeste Norteamericano y probaron la eficacia
de este arma capaz de matar a un ciervo.
Os dejo unos vídeos para ver su uso y un enlace a la página Curiosarmas donde os explican en profundidad su uso. En este enlace tenéis unas fotos excelentes de los mecanismos del arma.
“Carabina Girandoni. El fusil de viento
(windbüchse)” Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
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