VETERINARIOS Y SERVICIOS DE APOYO A LA CABALLERIA ALEMANA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.


 "Es posible montar jinetes muy entrenados en caballos a medio entrenar, y puede conseguirse un cierto provecho militar de ellos; pero no serán caballería. En la caballería no es posible la improvisación, y la necesidad de contar con una fuerza montada nunca puede ser cubierta por una milicia a caballo” General Von Seekt, jefe del Estado Mayor del Reichswhehr.

 

Hace tiempo os contamos en BHM el papel de “La caballería alemana en la Segunda Guerra Mundial” y os recordamos que casi tres millones de caballos sirvieron a la Wehrmacht durante el conflicto. Gran parte de estos animales sirvieron en unidades hipomóvil tirando de unidades artilleras o mercancías pero otras fueron montadas por los miembros de unidades de caballería.

Para que estos animales puedan prestar sus servicios precisan de una serie de cuidados, suministros y de un sistema de reemplazo de bajas similar a lo que sucede con sus compañeros de armas, los humanos. Estos servicios incluyen veterinarios, herreros, bases de entrenamiento en el caso de los destinados a la monta y de un amplio sistema de remonta (Nota BHM: es como se denomina a la actividad de compra, cría y cuidado de caballos para proveer al ejército). Según Jeffrey T. Fowler en su libro “La caballería alemana” publicado por Osprey Publishing, a lo largo de la guerra en la Wehrmacht 13.000 hombres participaron en estas actividades en las siguientes funciones que iremos viendo: 5.500 veterinarios, 700 sanitarios, 250 oficiales de línea, 400 oficiales de asignación especial, 8.100  soldados y suboficiales y 3,700 herradores.

La importancia de estos servicios de apoyo que casi siempre pasan desapercibidos, se muestra a medida del conflicto cuando por las necesidades de suplir la ausencia de medios motorizados por un aumento de los medios hipomóviles. Lo que hacía que los experimentados y bien entrenados soldados de preguerra eran incapaces de cuidar a los miles de nuevos caballos. 

"Primero por el caballo, luego por ti mismo"

Sistema de remonta de la Wehrmacht

El OKH, el Alto Mando del Ejército, tenía una Inspección de Equitación y Conducción encargado de planificar, adquirir, entrenar y mantener a todas las unidades que precisaran de caballos para su funcionamiento.

Los animales eran clasificados según su tipo, medidas y cualidades en distintas categorías, que según un listado de 1936 eran: RI, caballos de silla de oficiales (Nota BHM: en las unidades de infantería y artillería los oficiales solían tener a su disposición un caballo); KR para los soldados de unidades de caballería y los pelotones a caballo de la infantería; R de silla para otras ramas. Los de tiro se clasificaban como: sZW, caballo de tiro pesado de artillería; sZK caballo de tiro pesado para otros servicios; ssZ para los caballos muy pesados, tipo percherón. No podemos olvidar el empleo de caballos nativos de los territorios ocupados que en teoría no entraban dentro de estas clasificaciones de preguerra. El caso más famoso es el del panje, un caballo ruso de tiro de corta talla, que por su carácter y resistencia era un superviviente nato que precisaba de muy poco para realizar sus faenas en las peores condiciones climáticas.

Desde 1938 se establecía la compra en el plan anual de 15.000 caballos para mantener en tiempos de paz a las unidades. Estos animales se compraban en Alemania por los oficiales de registro de la Inspección de Conscripción y Reclutamiento, la misma que la de los soldados, que supervisaba las cuotas por regiones. Una vez comenzada la guerra, en el territorio alemán persistió este sistema pero en las zonas ocupadas se empleó casi siempre el sistema de requisa de guerra sin compensación, salvo en un caso excepcional. Se optó en algunas regiones orientales a alquilar a un granjero su servicio junto a su carro y caballos para el transporte militar en el periodo entre cosechas, la idea era evitar que se unieran a los partisanos si se les condenaba a la muerte de hambre.

Se crearon catorce depósitos de remonta para las unidades de caballería, donde los caballos de sangre tibia (Nota BHM: "Warmblood", son razas obtenidas del resultado de la cruza de caballos de sangre fría con caballos de sangre caliente. Obteniendo de los primeros su tranquilidad y docilidad y de los segundos su agilidad y ligereza. Los más conocidos son los de origen alemán: Hanoveriano, Westfaliano, Trakener...) permanecían durante un año donde alcanzaban la madurez y eran entrenados. Cada regimiento de caballería tendría siempre parte de sus efectivos en su depósito correspondiente, donde mantenía su propia remonta y entrenamiento de reclutas para recuperar bajas. Se calcula unas perdidas diarias en el Frente Oriental de más de 700 caballos diarios durante los cuatro años de combates.

Ante el aumento de las bajas y las necesidades del frente se comenzó al final de la guerra a emplear a mujeres, con experiencia en doma e hípica. Llegando a domar al día a diez caballos en una o varios depósitos para lograr mantener el sistema de remonta en funcionamiento. 


Servicios veterinarios y herradores

Al igual que los soldados, los caballos precisan de sus servicios médicos para estar en pleno rendimiento antes y después de la batalla. Cada unidad disponía según las ordenanzas de un doctor por cada 300 o cuatrocientas mulas y caballos pero la realidad distaba mucho de estas cifras.

Uniforme de oficial veterinario de la Wehrmacht,
el emblema en forma de serpiente en las hombreras

Se creaban hospitales veterinarios en la retaguardia con un sistema de selección o triage en primera línea que enviaba a los recuperables a estos. En estos hospitales se tenía incluso máquinas de rayos X e instrumental quirúrgico avanzado debido al gran valor de una montura entrenada y con experiencia bélica.

Dentro del sistema veterinario estaban los herradores, ya que desde siempre se sabe “sin pie, no hay caballo” su papel era fundamental en todas las unidades a caballo. El herrador tenía a su cargo unos 250 caballos a los que tenía que cuidar ante el desgaste continuo de las herraduras en las largas marchas. La vida media de una herradura es de 600 Km, pero gracias a una reparación puede prolongarse su vida útil unos 300 km más.

Uniforme de herrador  del cuerpo veterinario de la Luftwaffe.
se ve la especialidad en la manga pero también llevaba la serpiente en los galones

Hay que resaltar que en vez de contratar a herradores civiles el Ejército prefería instruir a reclutas en esta técnica ya que los sistemas y protocolos eran muy distintos a los sistemas de herraduras civiles. Eso si al igual que en todos los demás miembros de estos servicios de apoyo se escogía preferentemente a campesinos y ganaderos que a gente de ciudad por su experiencia con el trabajo de las granjas.

Para realizar su trabajo tenía un carro Hf1 tirado por dos caballos con capacidad de carga hasta 750 kg, donde transportaba las herramientas y suministros no solo suyos sino también del veterinario. Hay que recordar que las herraduras son distintas de tamaño y de forma en las patas y manos y que en unidades de montaña se emplean con ramplones (Nota BHM: como los tacos de las zapatillas deportivas), afilados en invierno y embotados en verano. La forja, carbón y el cofre de herramientas podía ser transportada a lomos de dos caballos en aquellos territorios donde los carruajes no tengan fácil acceso. No se puede olvidad que cada jinete llevaba en su equipación, una herradura delantera y otra trasera de repuesto, por si se perdían las del tallera móvil, eso si eran los herradores los que la ponían. 

Herradores en pleno trabajo. Se puede observar la forja portatil y el yunque.
Al fondo el carro Hf1.


Forraje y alimentación

En Bellumartis Podcast en un programa sobre logística de los Tercios os contamos la diferencia entre comida seca y verde que os invito a escuchar. A pesar de su tamaño el caballo tiene un estomago muy pequeño y delicado por lo que debe alimentarse varias veces al día, cuantas más tomas mejor para evitar cólicos. Ya que en estado natural solían pasar más de 12 horas diarias comiendo en los pastos por lo que se debe tratar de diferir la ingesta.

Concretamente, un caballo adulto necesita un 2-2,5% de su peso en alimento y alrededor de 40 litros de agua al día. El pasto es el alimento en estado natural pero los domesticados se suelen alimentar principalmente de heno, un conjunto de hierbas muy nutritivas (las más comunes son la timotea, el bromo y la alfalfa) que se cortan y secan para poder almacenarlas y administrarlas fácilmente. En caso de ausencia de forraje los caballos eran alimentados con unas tortas de cinco Kg que contenía 2 Kg de avena, 300 gr de levadura, 1,5 Kg de mondas de patatas, 750 gr de heno y 650 de paja, como si una Marschverpflegung o ración de marcha se tratara.

Espero que este artículo os haya servido para comprender la complejidad de mantener en plenas condiciones de combate a las unidades de caballería alemanas en la Segunda Guerra Mundial.

 

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Veterinario de la Wehrmacht revisando la dentadura de un caballo para remonta

 

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Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar

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