Una
de las características principales de todo gran general de la Historia es su
capacidad de adaptarse al escenario bélico. Para ello es frecuente la
asimilación de tácticas y armas del enemigo para combatir en igualdad de
condiciones en un escenario que le suele ser favorable al defensor. Eso es lo
que pensaba Napoleón en la Invasión de Egipto por la Francia Revolucionaria del
Directorio que tras tomar las principales ciudades en 1798, tuvo que controlar durante
tres años un inhóspito país.
Pese a la requisa masiva de caballos, llevada a cabo por las autoridades francesas, la imposibilidad de recibir reemplazos
de animales de tiro, hizo que las unidades montadas francesas cambiasen sus
monturas europeas, destinadas a tareas de transporte, por las más ligeras árabes.
Para completar las funciones logísticas se emplearon caravanas de dromedarios siguiendo
los métodos tradicionales árabes.
Demostrado su valor en suministro y
transporte de heridos es el momento de emplearlos en unidades de combate. El
primero en usarlos fue el general Desaix que los utilizo en la persecución de
la tropas de Murad Bey. Pero seria el
general Bonaparte en un viaje al antiguo canal de Sesostris cuando se encontró
con una de esas caravanas de mercaderes árabes. Se dio cuenta que estos
dromedarios, (no camellos: ya que estos tiene dos jorobas y son más habituales del
Asia Central), a pesar de ir pesadamente cargados, podían recorrer setenta kilómetros
por día sin necesidad de un suministro de agua. El futuro emperador tuvo la
idea de utilizarlos con fines militares como habían
hecho siglos antes los soldados romanos en la defensa de las posesiones
egipcias.
Sus enemigos britanicos también empleaban los dromedarios en el traslado de heridos. |
Ese mismo día dos altos oficiales, Beauharnais
y Colbert, aprendieron a montar en dos dromedarios gracias a los consejos de
varios mercaderes. Al descubrir el fácil manejo de estos animales para realizar
largas caminatas, no para maniobrar en espacios pequeños, como bien describió Vivant
Denon: “Había temido el balanceo del
ritmo del camello, y la vivacidad del dromedario me hizo temer salir por encima
de su cabeza, pero pronto me desengañe. Una vez sobre la silla de montar, no
hay más que ceder al movimiento e inmediatamente se percibe que no hay mejor montura
para un camino largo, especialmente dado que solo hay que cuidarse de él cuando
uno quiere dirigirlo en otra dirección”. Es decir no servían para ser
empleados como unidad de caballería sino
para ser empleados del modo tradicional árabe (como os contamos en Bellumartis Podcast),
es decir como una unidad de dragones.
La unidad fue creada por decreto de 9
de enero de 1799 para crear una unidad de infantería trasportada en dromedarios
para realizar misiones antiemboscadas y protección de rutas. En los requisitos
de alistamiento se estableció que entre 10 y 15 infantes de cada demi-brigade fueran elegidos para esta
unidad exótica de dragones (de hecho el salario era el mismo que en las
unidades a caballo) si cumplían estos requisitos: estatura mínima de 1.73 m, más
de 24 años de edad y más de cuatro años de servicios distinguidos. Este
regimiento era comandado por un Jefe de Brigada con la ayuda de un
Ayudante-Mayor y un Estado Mayor, además compuesto por dos escuadrones. Cada
uno de ellos comandado por un Jefe de Escuadrón que tenía a sus órdenes cuatro compañías
de 59 hombres. La composición exacta seria: un capitán, un teniente, un maréchal-des-logis-chef, dos maréchal-des-logis, una brigadier-furrier, un trompetero y 50
infantes.
Originalmente fueron armados con un
mosquete de dragón y una lanza larga que pronto seria abandonada al perder toda
lógica por el uso táctico de estas unidades. Cuando se enfrentaban a un ataque
de caballería mameluca la estrategia no era combatir a lomos del dromedario ya
que este animal no es suficiente manso ni manejable para este tipo de combate,
por lo que se descendía de la montura. Tras ello formaban un cuadro con los
animales en el centro que en caso de necesidad serian empleados como parapeto
para proteger al infante. Tras frenar la carga enemiga, se volvían a subir a
los dromedarios para comenzar la persecución.
Uniformidad del Regimiento de Dromedarios. Lamina de Rigo |
Como toda unidad de la época tenía un
reglamento de uniformidad que en este caso combinaba elementos europeos y
egipcios. Por un lado bicornio, dolman azul, chaleco y calzón de husar. Por otro
lado los elementos exóticos africanos: Cahouk
y el burnus. El primero un tocado
parecido al chacó envuelto en su base con un turbante de color rojo y después negro;
y el segundo un gran mantón blanco con capuchón y sin mangas. Sin olvidar el pantalón
“a la mameluca” que se pondría de moda en el Primer Imperio.
Uniformidad del Regimiento de Dromedarios de los oficiales. Lamina de Rigo |
Para finalizar os recomiendo leer la Revista Desperta Ferro Historia Moderna nº18 sobre “Napoleón en Egipto” y nuestro artículo sobre las unidades españolas en dromedario de las “Tropas Nómadas del Sáhara Español”.
“Regimiento de Dromedarios de Napoleón en Egipto”
Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
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