En
la Segunda Guerra Mundial se realizaron numerosas acciones
especiales pero para muchos una de las más famosas se produjo en un
tranquilo hotel de montaña lejos de los campos de batalla. Nuestro experto en operaciones especiales David López
Cabia nos invita a hospedarnos en el Hotel Campo Imperatore donde había recluido
al “emperador del Mediterráneo”.
En
julio de 1943, una desmoralizada Italia se enfrentaba a la invasión aliada de
Sicilia. La debacle militar sufrida por las tropas italianas en la isla provocó
la destitución del dictador fascista Benito Mussolini. Sin embargo, la Alemania
nazi no iba a permitir que Mussolini permaneciese en cautividad.
El
29 de julio de 1943, un oficial de las SS llamado Otto Skorzeny (os
recomiendo escuchar este podcast), se presentó ante el Führer en la Guarida del Lobo, en Prusia Oriental. Que le encomendó
la liberación de su aliado Mussolini.
Skorzeny
era el hombre idóneo para tan arriesgada misión. El corpulento oficial de las
SS de origen austriaco lideraba un comando de hombres altamente preparados para
llevar a cabo operaciones especiales. Entre las habilidades de sus tropas se
encontraba una alta capacitación para llevar a cabo sabotajes, un excelente
dominio de las armas de fuego y del manejo de explosivos, así como la capacidad
para expresarse a la perfección en idiomas extranjeros y conducir toda clase de
vehículos. Pues bien, tras largos periodos de entrenamiento, los hombres de
Skorzeny por fin tenían una oportunidad para demostrar su valía.
Otto Skorzeny |
BUSCANDO AL DUCE
El
25 de julio de 1943, el Gran Consejo Fascista, ante el alarmantemente negativo
rumbo que tomaba la guerra para Italia, tomó la determinación de deponer a
Mussolini. El Duce fue detenido y conducido a una ubicación secreta.
En
Alemania eran conscientes de que no podían dejar caer a su aliado italiano. La
situación se estaba tornando preocupante, y mientras el gobierno de Italia
aseguraba a los nazis que estaban dispuestos a continuar en la contienda,
entablaban conversaciones con los aliados para abandonar la guerra. El panorama
era arriesgado para Alemania. Con razón había llamado Churchill el vientre
blando a Italia.
Alemania
no podía permitir que Italia negociase la paz con los aliados. Si su aliado
transalpino caía, británicos y estadounidenses podían avanzar fácilmente a
través de la península itálica, amenazando el Reich desde el sur.
Ante
los rumores de conversaciones entre el gobierno de Badoglio y los aliados,
Hitler movilizó a sus tropas para desarmar al ejército italiano. Así pues,
temerosos de los alemanes, Badoglio y el rey Víctor Manuel huyeron al sur
buscando la protección de los aliados.
La
situación militar era la siguiente. Los aliados se abrían camino lentamente
desde el sur de Italia, mientras que los alemanes controlaban el norte de
Italia y se preparaban para una férrea defensa al sur de Roma. Mientras tanto,
Mussolini permanecía arrestado en una ubicación secreta. Sus guardianes tenían
la orden de ejecutarle si intentaban liberarle.
Circulaban
toda clase de rumores acerca del paradero de Mussolini, por lo que los alemanes
enviaron a uno de sus agentes para comprobar si era cierto que el dictador
italiano estaba recluido en la isla de
La Maddalena. Al parecer, había evidencias de que Mussolini se encontraba
en dicha isla. Unos 150 hombres custodiaban al dictador italiano y en aquella
ínsula se encontraba de un hidroavión de la Cruz Roja. Para cuando los alemanes
se disponían a rescatar a Mussolini, el Duce había cambiado de ubicación.
Tuvieron que esperar a septiembre de 1943, cuando los alemanes detectaron una
transmisión de radio que indicaba que se estaban desplegando fuertes medidas de
seguridad en torno al Gran Sasso.
Inicialmente, esta información fue considerada poco fidedigna, pero Skorzeny y
Student llevaron a cabo sus propias indagaciones. Uno de los testigos habló
acerca de un hidroavión de la Cruz Roja, esa era la pista clave. La información
era correcta. Mussolini estaba confinado en el Hotel Campo Imperatore, a 2.100 metros de altitud, en el macizo
del Gran Sasso, en los Apeninos.
OPERACIÓN ROBLE
La
altitud de aquel enclave hacía del rescate de Mussolini una operación
francamente compleja. Así pues, para no perder el elemento sorpresa, se decidió
que el asalto se realizaría en planeadores. Mientras tanto, los hombres del mayor Mors debían capturar la estación de funicular mediante una columna de infantería motorizada que avanzaría hasta los pies de
la montaña.
Contando
con las fotografías de reconocimiento aéreo tomadas desde un bombardeo y con un
folleto del hotel, los hombres de Skorzeny se prepararon para un osado rescate.
La fuerza de asalto alemana estaba compuesta en su mayoría por paracaidistas y
también contaba con un pequeño contingente de las Waffen-SS. De la
planificación del rescate, bautizado como Operación
Roble,Unternehmen Eiche, se encargó el mayor Harald Mors, de la
Luftwaffe. En resumen La operación fue planificada por la Luftwaffe, que usaría sus paracaidistas al mando del comandante Harald
Mors y del teniente
Otto von Berlepsch. Ante
un posible contraataque italiano, se designó que a los paracaidistas de Student
fueran reforzados por miembros selectos de las Waffen-SS
liderados por el capitán Otto Skorzeny.
10 de septiembre de 1943. Pasamos dos días y dos noches sin disfrutar ni un solo momento de reposo; no dispusimos de tiempo ni para despojarnos del uniforme. A nuestro general le sucedió algo similar. En estas condiciones, sostuve con él una entrevista decisiva. Antes de entrevistarme con mi superior quise cambiar impresiones con mi ayudante. Discutimos las posibilidades de un asalto. Sabíamos que no nos quedaba más remedio que poner en práctica, cuanto antes, nuestro plan. Cada día, incluso cada hora de demora, ponía en peligro el éxito de nuestra empresa; a medida que el tiempo pasaba, aumentaban las probabilidades de que el Duce fuera trasladado de lugar o entregado a los aliados. Y que nuestras suposiciones eran ciertas, lo pudimos comprobar plenamente poco tiempo después. Nos enteramos de que el general Eisenhower había recibido orden de hacerse cargo de Mussolini.
Otto
Skorzeny, Vive peligrosamente
COMIENZA EL RESCATE EN EL GRAN SASSO
Llegado
el 12 de septiembre de 1943, los alemanes surcaron los cielos para liberar a
Mussolini.
La
operación comenzó con problemas, pues dos aviones y sus respectivas tropas
tuvieron que quedarse en tierra por complicaciones en el depegue. De camino al
Gran Sasso, dos planeadores desaparecieron después de internarse en un banco de
nubes. En el horizonte divisaron el edificio en el que permanecía confinado el
Duce. Los aviones que remolcaban a los planeadores DFS 230 soltaron los cables.
Un estrepitoso chirrido se produjo cuando el planeador de Skorzeny tomó tierra.
El endeble planeador se detuvo a escasos metros del hotel y de su interior
emergieron los hombres de Skorzeny.
El general Ferdinando Soletti, usado por los alemanes como rehén-escudo para parlamentar con la escolta de carabinieri del Duce. Bundesarchiv_Bild_101I-567-1503C-35 |
Junto
a los alemanes marchaba el general
italiano Fernando Soleti, (Nota
BHM: arrestado cuatro días antes por los alemanes en Roma, y usado como “escudo
humano”) que debía persuadir a los guardias para que no matasen a Mussolini.
Así pues, los teutones irrumpieron mientras a voz en grito ordenaban deponer
las armas y junto a ellos, Soleti exclamaba que los guardias no abriesen fuego.
Skorzeny
irrumpió en una estancia en la que se hallaba un equipo de radio y su operador.
Propinando un puntapié a la silla, el operador de radio quedó neutralizado y
Skorzeny terminó por destrozar la radio con varios golpes de culata. Skorzeny
continuó avanzando, hasta divisar en la segunda planta la silueta de Mussolini.
Rápidamente,
Skorzeny y los suyos redujeron a los guardias que se encontraron en su camino.
Skorzeny prosiguió hasta llegar al segundo piso. Allí, Skorzeny encañonó a dos
guardias, que inmediatamente claudicaron. Skorzeny anunció que el Führer le
enviaba para liberarle y un agradecido Mussolini estrechó a su libertador
mientras decía que sabía que su amigo Hitler no le abandonaría.
Operación Roble planeadores DFS 230 alemanes con el Hotel Imperatore al fondo |
Mientras
tanto, los planeadores continuaban tomando tierra en las inmediaciones del Gran
Sasso. Los carabineros (¿Sabías
que en España también tuvimos carabineros?), sobrepasados por la situación
y por el fulgurante asalto de los alemanes, oponiendo escasa resistencia, se
vieron obligados a rendirse. En la estación del funicular, dos italianos
perdieron la vida en la refriega y los soldados del mayor Mors se hicieron con
el control. El rescate del dictador italiano iba viento en popa y pese al
estrepitoso aterrizaje de uno de los planeadores, los alemanes no tuvieron que
lamentar muertos.
Mussolini montando en el horch |
Sobre
las 15:00 horas tomó tierra un avión Fieseler
Storch, puede que uno de los miembros de la
gran bandada que sobrevoló las Ardenas hace unos años. Se
trataba de una aeronave diseñada para un piloto y un pasajero. A pesar de su
reducido espacio, Skorzeny quería acompañar a Mussolini. Ambos hombres eran
demasiado corpulentos y el hecho de tener que despegar desde una ladera,
convertía la operación en un asunto demasiado arriesgado. Pese a todo, Skorzeny
se las arregló para persuadir al piloto.
El
Fieseler Storch se puso en marcha y el piloto se percató de la presencia de una
zanja. Así pues, el piloto aceleró y el avión saltó por encima de la zanja,
para volver a impactar sobre la superficie. A pesar de las dificultades, el
Fieseler Storch logró ganar altura y llegó sin percances al aeropuerto de Pratica di Mare. Una vez
allí, Skorzeny y Mussolini subieron a otro avión y volaron en dirección a
Viena. Al llegar a Viena, tanto Skorzeny como Mussolini se alojaron en el Hotel
Imperial.
Por
el exitoso rescate, Skorzeny fue condecorado con la Cruz de Caballero y el
Führer felicitó al audaz capitán austriaco por su valía. Por su parte, el
aparato de propaganda nazi le dio gran difusión al rescate. Mussolini fue designado como líder de la
República Social Italiana, que no
era más que un régimen títere del Tercer Reich de la que ya os hablamos hace
tiempo al contaros la
historia de la XMas. Por su parte, Skorzeny regresó junto a sus hombres
informándoles de que disponían de varios días de permiso y entregándoles
algunas condecoraciones.
La avioneta Fieseler Storch usada para el rescate de Mussolini despega del Gran Sasso con el Duce en su interior. Bundesarchiv_Bild_101I-567-1503A-33 |
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