¡HEMOS TORPEDEADO UN EMBALSE!



Hoy Esaú se retira de la Segunda Guerra Mundial (temporalmente) y nos traslada a un conflicto que es poco o nada tratado en la mayoría de los foros de internet, a una guerra olvidada, quizás porque fue una de las primeras veces en que los EEUU no ganaron plenamente (o como decía el Sargento Highway, un empate) o porque aun no está “oficialmente” terminada.


De la Guerra de Corea (1950-1953) conocemos algunas acciones memorables: la resistencia del perímetro de Pusan, el desembarco en Inchón, la lucha en el embalse de Chosin, las batallas de posiciones en el paralelo 38, las primeras luchas de cazas a reacción o el Armisticio de Panmunjong. Lo que no es tan conocido es que fue también una guerra en el mar (el mismo desembarco de Inchón es una operación naval) o que el perímetro de Pusán se pudo mantener gracias a los cañones de los cruceros y acorazados que estaban en la costa, o de los aviones embarcados. Es un tema que no ha recibido la atención que merece, sobre todo porque las operaciones navales más grandes de la Segunda Guerra Mundial eclipsaron las de Corea.
Ejemplar del Anaquel de Esaú
Toda esto y más lo podemos encontrar en el libro La Guerra en el Mar en Corea publicado en 1957, pocos años después de terminada la guerra, basado en el primer informe completo sobre el papel de la Armada de Estados Unidos en el conflicto coreano. Los Capitanes Malcolm Cagle y Frank Manson demuestran cómo habría sido imposible mantener la guerra sin la Armada de Estados Unidos, ya que el control y dominio del mar alrededor de Corea, permitió a las fuerzas de las Naciones Unidas detener la “invasión comunista” y mantener a los ejércitos sobre el terreno con una logística que se extendía en algunos casos desde el otro lado del mundo. Por último, defienden que la contundente actuación de la Séptima Flota sirvió para disuadir a las potencias comunistas emergentes de ampliar la guerra en otras partes del Pacífico. Esta última parte tiene que ver con la idea que se desarrolló a principios de los 50 de desmantelar las fuerzas armadas bajo la idea de que, en un conflicto nuclear, con solo bombarderos nucleares sería bastante para ganar las guerras. Así, se puede ver una crítica a esta política cuando a lo largo de la obra se observa que en operaciones de desminado apenas había buques en todo el Pacífico, mientras en la Segunda Guerra Mundial había cientos, o que los cruceros y acorazados estaban en reserva y se tardó en poner en marcha de nuevo, con tripulaciones sin experiencia.
Vamos a ver dentro de esta inmensa obra (más de 500 paginas) una acción que me llamó la atención y es que en esta guerra donde las fuerzas de Corea del Norte no contaron con prácticamente ninguna unidad naval (salgo algún sampán en operaciones de minado de la costa) parecía que el uso de torpedos estaba relegado a prácticas y poco más. Y es que, tras la Segunda Guerra mundial, la primera y única vez que se usaron torpedos en Corea fue para atacar, ¡UN EMBALSE!
Recapitulemos, afínales de 1950 las fuerzas de Sur habían llegado hasta la casi frontera de China y allí, en el invierno más frío que se recordaba fueron vencidas por los chinos y norcoreanos y obligados a retirarse por debajo del paralelo 38. Allí se encuentra el embalse de Hwachon, que en poder de los norcoreanos les permitía controlar el nivel de los ríos Han y Pokhan (ya fuese haciendo una crecida de los mismos abriendo las compuertas y así evitando que los ejércitos del sur pudieran cruzar los ríos, o cerrando y bajando el nivel de los mismos para poder fácilmente vadearlos).
Situación del embalse de Hwachon en Corea del Sur
El uso de las corrientes de los ríos no nos es ajeno, nuestros tercios se las debieron de ver con inundaciones estratégicas que los holandeses realizaban para detener o embolsar a los soldados españoles (el más reseñable el llamado milagro de Empel, donde el tiro les salió por la culata)
A finales de abril de 1951 parecía que los norcoreanos preparaban un ataque, y estaban cerrando las compuertas de las presas para poder repasar los ríos. Ante esto, el VIII Ejército de EEUU en Corea solicitó a la fuerza aérea que destruyese las compuertas del embalse, algo que se intentó con varios B-29 sin éxito (ya en la Segunda Guerra Mundial los ingleses consiguieron un éxito bombardeando las represas de la cuenca de Ruhr con bombas Dambuster de unas 3 toneladas)
Escuadrilla de Corsair F4U-4s en 1951
Visto lo cual, se dirigieron a la Armada para que sus aviones embarcados lo intentasen. La misión no era sencilla, las medidas de las compuertas eran impresionantes (6 metros de ancho, 12 de alto y 75 cm de espesor) todo ello rodeado de cañones y ametralladoras antiaéreas. La misión se le encomendó al Portaviones Princeton, a su escuadrón de Combate VA-195 comandando por el Capitán de Corbeta Harold G. Carlson, y la marina decidió que el arma más adecuada para esta misión sería el torpedo. Pronto todo el escuadrón se puso manos a la obra, y mientras tanto se enviaron algunos Skyraiders para probar con bombas de 2000 libras contra las compuertas, y algunos Corsair ablandaban las defensas antiaéreas. 

Al final, esta misión no tuvo éxito, pero había que intentarlo porque, la idea de los torpedos no resultaba tan sencilla como podamos imaginarnos. El embalse está rodeado de montañas, lo que limitaba el ataque a una pareja de aviones por vez, mientras el resto debería esperar su turno. Esta pasada rectilínea era muy corta, con el problema de regular su velocidad en el aire para que la caída del torpedo fuera precisa (situación poco afortunada en un ambiente rodeado de armas antiaéreas apuntándote) lo que requería una gran exactitud. No podía el torpedo tocar el fondo del embalse, y tenía que ser lo suficientemente lejos para que tuviera suficiente carrera para que se activase.
Skyraider con Torpedo para atacar el embalse. Museo de la Aviación Naval Militar. 
     El ataque fue llevado por 8 Douglas A-1 Skyraiders al mando del Capitán de Fragata R.C. Merrick, y el Capitán de Corbeta Carlson, todos armados con un torpedo graduado para hacer la carrera en superficie, y escoltados por 12 cazas del mismo escuadrón armados con bombas de 100 y 500 libras con espoletas VT (de proximidad) para anular las armas antiaéreas. Todo este equipo despegó a las 11:30 del 1 de mayo, siendo un éxito, ya que 6 de los 8 torpedos recorrieron la carrera prevista, destruyendo una compuerta completa, y la otra con daños y un boquete de 3 metros. Tras esto, las aguas saltaron del embalse y paralizaron la inminente acción norcoreana. Poco tiempo después, el embalse fue recuperado por los ejércitos norteamericanos. En honor a esta acción, el VA-195 embarcado pasó a denominarse los “Dambusteros” (en honor a la bomba que mencionamos).
Dirección del ataque al dique por los Skyraiders con torpedos,
apenas un kilómetro de vuelo sobre el embalse
Autor desconocido. Museo Aviación Naval de los EE.UU.

La Guerra en el Mar de Corea un ameno, largo y entretenido libro para aquellos interesados en este conflicto.


“¡Hemos torpeado el embalse!” Esaú Rodríguez Delgado - Bellumartis Historia Militar

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