Durante la Primera Guerra Mundial y
la Guerra Civil Rusa en las inmensas extensiones de Rusia al contrario que en
los campos de batalla occidentales, la movilidad fue la característica básica
de los ejércitos. La caballería y los trenes blindados tuvieron un papel
esencial en esta forma de lucha pero la aparición de las unidades motorizada y
del desarrollo de la aviación producirían un mayor desarrollo del concepto de
movilidad en los años 30.
El protagonista de esta modernización
tanto tecnológica como de concepción estratégica fue Mikhail Nikolaevich Tukhachesvky que fue durante los años 20 y 30
uno de los máximos responsables de la defensa de la URSS. Nació en 1893 en el
seno de una familia noble lituana empobrecida e ingresó como cadete en la
prestigiosa Academia Militar Aleksandrovskoye. Nada más graduarse en 1914 se
incorpora al regimiento Semionovski de la Guardia donde logra varias medallas
en los combates contra los alemanes. Tras ser capturado en 1915 es internado en
la legendaria fortaleza de Ingolstadt de la que logra escapar en su quinto
intento, llegando a Rusia en Octubre de 1917. Cosas de la Historia, en este
periodo conoció a Charles de Gaulle, que como el más adelante sería un defensor del empleo de los carros de combate en unidades propias y no como apoyo a lainfantería.
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En su periodo como Jefe del Estado
Mayor de la Defensa, Comisario Adjunto de Guerra y Jefe de Armamento su
objetivo de modernizar el Ejército Rojo fue su principal objetivo. Pese a la
reticencia inicial de los demás responsables militares y del propio Stalin,
defensores de la caballería como principal elemento de movilidad, Tukhachesvsky
les convenció de la necesidad de introducir la fabricación de carros de
combate en el Primer Plan Quinquenal
(1928-1932). Como ejemplo de esta modernización, podemos destacar que en 1929
se construyó el primer carro de combate soviético el MS-1 y solamente cuatro
años más tarde se construían unos 3000 carros de combate y blindados
anualmente.
Carros MS-1 o T18 |
Debido a la escasez de fondos la
URSS encontró un modo bararo de lograr modernizar su Ejército, colaborar con
Alemania. Los dos antiguos enemigos compartían el miedo a Polonia y sobre todo
su deseo de eludir los límites a su capacidad militar que les habían impuesto
los aliados occidentales. A partir de 1921 la república de Weimar proporcionó
fondos y asistencia técnica en la guerra química, carros de combate y la
aviación con el objetivo de poder testar los nuevos diseños que estaban
prohibidos por tratado de Versalles.
Junto a desarrollar nuevas armas, Vladimir K. Triandafillov y Tukhachesvky comenzaron a desarrollar
la teoría estratégica de operaciones
sucesivas. Basándose en las lecciones aprendidas en los fracasos alemanes 1918
y la derrota soviética en Polonia en 1920. Esta teoría se puede resumir así,
debido al gran tamaño de los ejércitos modernos, la única forma de lograr la
victoria es mediante una serie de ofensivas, cada una seguida de una rápida
explotación de la retaguardia enemiga, seguida de otro ataque antes de que se
reorganice el defensor defensor. Cada una de las batallas se debe considerar
dentro de la estrategia de toda la guerra en lo que los rusos conocían como “arte
operacional”, operativnaia iskuasstva.
En el manual de campaña 1929 se
refleja el concepto táctico de batalla
en profundidad, glubokii boí. Se
utilizará los carros de combate con apoyo de aviación para penetrar los
elaborados sistemas defensivos empleados en anteriores conflictos. Con el
tiempo este concepto táctico se convirtió en una doctrina operacional que
buscaba sacar el mayor partido de la ruptura del frente defensivo enemigo. En 1936
surge el concepto de operación en
profundidad, glubokaia operatsiia,
que en vez de centrarse en una única batalla se proyectarían varias distintas
para lograr una profundidad de cien kilómetros en el frente enemigo. Para
lograr romper las líneas se usarían los carros de combate entre oleadas: la
primera para lograr profundizar lo máximo posible el dispositivo enemigo, tras
ello suprimir el fuego de las posiciones enemigas para facilitar el avance de la
infantería y sus carros de apoyo que compondrían la tercera oleada. Estas
fuerzas móviles estarían formadas por fuerzas motorizadas mecanizadas en
exclusiva con apoyo aéreo. Los defensores las operaciones en profundidad veían
en las unidades paracaidistas (próximamente BHM os hablaremos de ellos) una
forma eficaz de facilitar la penetración, debilitando la retaguardia con
ataques a las líneas de suministro y cuarteles generales.
Esquema de un ataque en profundidad soviético |
Un ejemplo de la utilidad de estas
nuevas técnicas se puede apreciar en la victoria de los soviéticos contra los
japoneses en la batalla de Jaljin Gol (agosto y septiembre de 1939) cuando el
joven general Gueorgui Zhúkov utilizó esas tácticas para vencer una penetración japonesa. Sus
teorías del ataque en profundidad inspiraron un cambio en las estrategias de la
Wehrmacht, Heinz Guderian fue uno de sus
más entusiastas admiradores y emplearía este concepto en el desarrollo de la Blitzkrieg.
Pese a las reticencias de los más
tradicionales esta estrategia fue oficializada en el Manual Provisional de Campaña de
1936 (PU-36) del ejército rojo. Sin embargo a nivel práctico todos los simulacros
a gran escala y juegos de guerra demostraron que no era tan eficaz como se
pensó. Esto junto a la caída en desgracia de Tukhachesvky y las lecciones
aprendidas en la Guerra Civil Española, donde se vio el carro como un arma de
apoyo al infante, hizo que están prohibiera el uso de esta doctrina operacional.
Las derrotas iniciales contra los
alemanes en 1941 supuso la el resurgimiento de la doctrina de la operación de
profundidad. En enero de 1942 la
directiva de la Stavka nº3 ordenaba a los comandantes de frente y ejército
la creación de grupos de choque para lograr una penetración en un frente
estrecho. La idea era concentrar toda la fuerza contra una sola unidad enemiga,
por ejemplo a nivel de frente, es decir se desplegaba en 30 kilómetros en vez
de los 400 kilómetros 1941. Aunque se basaba en la estrategia Tukhachesvky se devolvía
el papel principal de la ruptura a la artillería (unos 80 cañones y morteros
por kilómetro de frente). La primera oleada artillera se centraría en las
defensas avanzadas, tras el avance de los carros e infantería apoyaría asalto,
para finalmente atacar blancos situados en la retaguardia para apoyar la
penetración.
Desfile de T-37 en la Plaza Roja, 1934 |
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Bibliografía:
-
Glantz D. Choque de Titanes. Desperta Ferro ediciones
- Ronco Poce F. Protagonistas:
Tujachevsky “Revista Historia de la Guerra nº1”
- Garcia Palacios A. La guerra oculta. El conflictosoviético-japonés (1935- 1945). HRM ediciones
-
Mikhail Tukhachevsky Air Land Battle Doctrine. Atenas Editores Asociados
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