Numerosos libros han tratado en profundidad y desde todos
los ángulos al nacionalsocialismo y el III Reich, siendo la Wermacht la fuerza armada más
investigada a los largo de la Historia. ¿Pero todo está escrito?
Aunque os
parezca extraño hay un tema que todos los autores habían pasado por alto,
dedicándole un par de líneas como mucho, pese a lo interesante que me parece:
la relación del nazismo con las drogas. La lucha contra las drogas fue una de
las claves del discurso oficial y uno de los caballos de batalla de Leonardo Conti, Ministro de Salud del
Reich, mientras que otros gerifaltes favorecían su uso en benéfico de la causa...
Norman
Ohler, un joven
periodista alemán que tras más de cinco años de investigación en archivos
alemanes y estadounidenses se embarcó en su primer ensaño sobre “el dopping” en la Alemania nazi. El autor
sabiendo del peligro de las drogas, en el prólogo nos ofrece un prospecto, como
si de un medicamento se tratase, para el uso correcto de su obra, posología,
peligros y efectos secundarios.
Con un
estilo muy cercano y dinámico nos interna en un mundo de anabolizantes,
narcóticos y complejos vitamínicos que llevó al delirio a un país, que colocado
tanto por el éxito de sus ejércitos como por el carisma de su líder se
engancharon a la mayor droga que existe, el poder.
Bombones con Pervitim |
Con la
llegada al poder de Hitler y el comienzo de la autarquía económica y las nuevas
leyes mundiales sobre narcóticos, se redujo sustancialmente las importaciones
de las materias primas por lo que se buscó un producto sustitutivo. La
sustancia elegida para estimular a la nación a despertar fue la metanfetamina desarrollada
por Hauschild en 1937. Los laboratorios Temmler la comercializaron con el
nombre comercial de Pervitim, y en poco tiempo se convirtió en el nuevo café de los
alemanes (dentro de poco en BHM hablaremos en profundidad sobre el Pervitim).
En el gran
delirio se analizará el papel de este estimulante sintético en los triunfos de
la Blitzkrieg (junto a las sencillas wehrmachtskanister
o jerrycan), ya que facilitó que durante tres días los soldados combatiesen
sin apenas dormir. Gracias a los relatos de soldados como a los informes
oficiales de Otto F. Ranke responsable
de la Fisiología de Defensa y encargado del pedido de 35 millones de dosis de Pervitim
para el Heer y la Luftwaffe.
Pero la relación con las drogas y el nazismo se puede
definir como una politoxicomanía, ya que no solo le daban a las drogas de
laboratorio. El Ministro del Aire y antiguo héroe, Herman Goering, era un
conocido adicto a la morfina desde que sufrió una herida en el estómago durante
los primeros años de luchas callejeras del Partido. E incluso el führer pese a su vida saludable, no fumaba, no bebía alcohol y era
vegetariano se convirtió por prescripción médica en un verdadero yonki.
El responsable de este enganche a los estimulantes fue su médico
personal Theo Morell, que comenzó
con complejos vitamínicos para mantener la salud del “Paciente A” llegando al final del III Reich a suministrarle mas de
30 sustancias diarias muchas de ellas psicoactivas. Me pareció muy interesante
el conglomerado farmacéutico creado por el doctor a costa de su relación
personal con su paciente.
Ficha
técnica
Título: “El Gran
Delirio”
Nº de páginas: 329 págs
con fotografías intercaladas
Encuadernación: tapa
dura
ISBN: 978-84-16771-10-3
“El gran delirio. Hitler, drogas y el III Reich. Libro” Francisco
García Campa – Bellumartis Historia Militar
Buenas;
ResponderEliminarNo se si es bulo, pero hay una famoso un licor de hierbas ,Jag...ister, no pongo su nombre completo por no hacerles publicidad gratuita, que durante la IIGM se dice que se utilizo como anestesico y en alguno caso como desinfectante.
Gracias.
Un saludo.