Asedio y destrucción de Jerusalen de David Roberts (1850). Wikicommons |
La campaña de Tito Flavio Vespasiano (9-79) en el año 68 a.C. sirvió a Roma para
afianzar parte de los territorios perdidos en las revueltas de varias sectas
judías. El motivo fue el levantamiento del año 66, cuyo detonante fue la
celebración de un sacrificio pagano en la entrada de la sinagoga de Cesarea
Marítima, junto al desvío por parte del procurador Gessio Floro de 17 talentos
del tesoro del Templo de Jerusalén.
El
plan de Vespasiano era aislar a Jerusalén, destruyendo toda la resistencia
rebelde en Galilea con la conquista de Gamala, Gabara y Jotapata, para luego
dirigirse a Samaria.
Una vez abierta la ruta hacia Jerusalén,
el general Vespasiano paro el avance tras el asesinato de Nerón para poder
enviar a su hijo a Tito a presentar honores. Pero este año 68 se conoce por la
crisis dinástica ya que al poco también fue asesinado el nuevo emperador dando
lugar a una guerra sucesoria entre Vitelio y Otón. Mientras Vitelio entró en
Roma como nuevo emperador, Vespasiano continuaba con el estrangulamiento de la
ciudad de Jerusalén tomando Gofna, Betala y Efrain a pocos kilómetros de las
murallas.
Pese a encontrarse a cientos de
kilómetros de Roma su nombre era tan popular que las legiones de Moesia y
Panonia e Iliria le proclamaron emperador. Vespasiano abandono Judea para
unirse a sus nuevas legiones y asegurarles la llegada de grano desde Egipto. En
la batalla de Bediacum Vitelio y sus legiones de Germania y las Galias fue
derrotado antes de su llegada. Tras esta victoria fue proclamado emperador en
Egipto en diciembre del año 69 que pasaría a la Historia como el año de los cuatro emperadores
Tito como emperador. Wikicommons |
Pero el nuevo emperador antes de partir
para Egipto había dejado a su hijo Tito
Flavio Sabino Vespasiano (39-81) en Judea para finalizar su trabajo, la Toma de Jerusalén. Para esta misión
Tito contaba con unos 40.000 hombres de las legiones: V Macedonica, X Fratensis, XV Apollinaris y la XII Fulminata;
además de tropas auxiliares y varias cohortes de vexillationes, es decir
unidades extraídas temporalmente de las legiones egipcias III Cyrenaica y XXII Deiotatiana. Protegidos por las murallas de la
ciudad les esperaban unos 25.000 milicianos rebeldes de las sectas: saduceos
(10.000), zelotes (4.800) e idumeos (5.000) además de vecinos armados. Un tema
difícil de precisar es la población
de Jerusalén en este periodo, como ya sabemos las
cifras de la antigüedad están muy exageradas. Flavo Josefo, un judío renegado
al servicio de Roma, da una cifra de 1.100.000 habitantes mientras que Tácito
da la de 600.000. Pero según estudios recientes debía rondar los 20.000 como
preciso Hillel Geva.
El hijo del emperador carecía de la
experiencia para comandar un contingente tan numeroso pero como hombre
inteligente que era, se rodeó de los mejores, entre ellos de Tiberio Julio Alejandro, ex prefecto de
Egipto. Además entre su sequito estaba el judío Flavio Josefo cuyo libro La
Guerra de los Judíos o Bellum Iudaicum, es la mejor fuente sobre el asedio
de la ciudad pese a los errores habituales en los textos clásicos.
Nada más llegar a la ciudad las tropas
romanas tomaron dos colinas que dominaban las alturas, como ya había hecho, en el
63 a.C., Pompeyo al conquistarla. Tres de las legiones fueron acuarteladas al
noreste, en el monte Scopus, mientras que la X se instaló
en el monte de los Olivos. Durante
el mes de abril no se realizaron verdaderos ataques contra las murallas,
reservándose las tropas a actos de saqueo y exploración de las defensas. Entre
las medidas más inteligentes de los romanos, destaca el hecho de permitir la
entrada de miles de peregrinos que por motivo del Pesaj. Pascua Judía, se
dirigían a la ciudad sagrada. Tras cumplir con su peregrinación se le prohibió
la salida lo que aumentaba el número de asediados reduciendo las ya escasas
raciones de agua y comida.
Maqueta de la ciudad de Jerusalém siglo I. Museo de Israel Globedia |
Como reflejo Tácito “Se montaron todos los artilugios destinados
a la conquista de una ciudad, ya conocidos desde antiguo o de nueva creación”
para poder superar las formidables
murallas, que no se parecían en nada a las que supero Pompeyo hacia un
siglo. La primera muralla tenía
origen Seléucida, cubriendo la Ciudad Baja y Alta, junto al lateral oriental
del Templo. La segunda muralla unida
a la Fortaleza Antonia,
antigua guarnición romana, protegía el flanco norte. Y la tercera muralla comenzada en época de Agripa I y finalizada por
los rebeldes, protegía la Ciudad Nueva o Bezeta,
al norte de la segunda. Estas defensas artificiales junto con la orografía
hacían de la ciudad una fortaleza fácilmente defendible por un ejército
organizado, pero esto es lo que faltaba a los rebeldes, ya que las luchas
internas entre las sectas era el pan de cada día.
A comienzos de mayo las tropas romanas
comenzaron el ataque en el flanco occidental. La táctica empleada fue la destrucción
de la tercera muralla mediante un ariete y el uso de zapadores. Mientras los
romanos zapaban las defensas, los rebeldes atacaron las máquinas de asedio
situadas cerca de la torre de Hípico, poniendo en peligro una gran torre de
asedio en plena construcción que el mismo Tito tuvo que proteger en persona.
El 25 de mayo, tras conseguir abrir una
brecha en la tercera muralla, comenzaron la toma de la Ciudad Nueva obligando a
los defensores a replegarse a la segunda
línea defensiva. En esta zona intermuros, conocida como campamento asirio, instaló Tito su
campamento para dirigir la toma de la siguiente defensa. El objetivo principal
de los ataques era el sector septentrional en el barrio de los mercaderes,
cerca de la fortaleza Antonia y del templo. Tras cinco días de luchas lograron
abrir una brecha pero en el avance fueron detenidos gracias al sacrifico de
cientos de defensores. Pero la felicidad duro poco para los judíos ya que tres
días más tarde, el tres de junio, lograron penetrar hasta la primera muralla y
a los pies de la Fortaleza Antonia.
Fortaleza Antonia, Museo de Israel. Wikicommons |
Antes de comenzar el asalto a la Fortaleza Antonia, Tito decidió dar un merecido
descanso a sus hombres, pero aprovecho este momento de calma para hacer un acto
de guerra psicológica. Mando formar
en perfecta formación a sus legiones para cobrar el salario, como si de un
desfile se tratase, para que los defensores supiesen el verdadero poder de
Roma. Tras cuatro días de tregua sin respuesta de los rebeldes, decidió reanudar
los ataques a la Ciudad Alta y a la Fortaleza Antonia, defendidas por los
hombres de Simón Bar Giora y Juan de Giscala respectivamente.
El método empleado esta vez, fue la
construcción de rampas. Las legiones X y XV se dirigieron contra la primera muralla, mientras que la V y
XII atacaban la Fortaleza. Hacia el
17 de junio las rampas estaban finalizadas, cuando de repente una mina de los
hombres de Juan Giscala destrozo dos de las cuatro antes de que fuesen
utilizadas. El 19 tocó el turno a Simón Bar Giora que mino dos rampas en la
zona de la Ciudad Alta y con un contraataque puso en peligro toda las máquinas
de asedio que fueron salvadas in extremis
por Tito.
Tras este fracaso, el general Tito
decidió rendir la ciudad por hambre, para ello construyó un muro
circunvalación, construido en tierra y estacas afiladas, con 13 fuertes, y de
unos 7 kilómetros de perímetro. Según Flavio Josefo “las obras se completaron
en tres días” gracias a la sana competencia entre las cuadrillas de trabajo o
más bien por la recompensa económica. La hambruna y el caos se apoderaron de la
ciudad, los milicianos comenzaron a robar a los civiles, hubo suicidios en masa
pero a pesar de todo, los líderes rebeldes se negaban a rendirse.
The Siege of Jerusalem", Peter Connolly. Osprey |
Tras el descanso de tres días para
construir el muro, permitió obtener más madera para construir unas nuevas
rampas. El objetivo de este nuevo ataque era de nuevo la Fortaleza Antonia. El día 21 de julio tras largos trabajos lograron
superar la muralla encontrándose con una nueva que habían construidos los
defensores por lo que tuvieron que retroceder. Seria en la noche del 23 al 24
de julio, cuando un grupo escogido de romanos tomo en silencio una de las
cuatro torres de la fortaleza. Tras
capturarla fácilmente ya que la guarnición estaba dormida, los romanos fueron
frenados en la galería subterránea que conectaba con el Templo por los hombres
de Simón y Juan, que ahora sí luchaban unidos.
Ahora el objetivo era el Templo de Jerusalén.
El primer paso fue abrir una brecha en la fortaleza para facilitar el acceso a través
de ella hacia el Templo. Durante una semana se fueron erigiendo cuatro rampas
de asedio, dos en el norte y dos al oeste de la explanada. Mientras una minoría
de hombres se batían contra los hombres de Juan de Giscala, el resto de los
hombres se dedicaban al pillaje, en un claro acto de insubordinación que fue
aprovechado por los rebeldes para atacar el campamento de la Legión X.
Incendio y saqueo del Templo por Francesco Hayez, 1867 |
Tras varios días de combates a pequeña
escala, el día 27 de agosto se completaron
las rampas del sector occidental de la explanada. Tito decidió centrar el
ataque al templo desde ellas ya que tras una semana de ataques con arietes y
catapultas los muros resistían. Tras tomar al día siguiente la explanada, en
una reunión de los legados con Tito sobre el futuro del templo, el hijo del
emperador se negó a su destrucción ya que quería transformarlo en un templo
dedicado al emperador romano y al panteón romano. Durante los desesperados contraataques
de los últimos defensores, un incendio dio comienzo de forma no premeditada por
los oficiales, ya que un legionario tras perseguir uno rebeldes lanzó un antorcha
a su interior. Tito trató de extinguirel fuego pero el caos se apoderó del templo y los soldados saquearon el templo
y dieron muerte a todos los que se refugiaron en su interior.
Evolución de la Conquista de Jersualén |
Tras
la toma del templo, Tito trató de negociar la rendición de la ciudad, pero
las exigencias de los líderes rebeldes, Simón y Juan, no fueron admitidas por
los romanos. Se dio comienzo a la batalla de la Ciudad Baja, la cual fue tomada
fácilmente salvo la resistencia en la llamada Piscina de Siloé. El siguiente
objetivo era la Ciudad Alta que defendida por un alto precipicio solo podía ser
atacada por el oeste. El 8 de septiembre se comenzaron a construir rampas en
las murallas del flanco occidental, y sería el día 25 cuando se produjo el
ataque final. Nada más que los romanos superaron las murallas los líderes y
gran parte de los combatientes decidieron huir abandonando a su suerte a la
población civil. El día 26 de septiembre Jerusalén estaba totalmente controlada
por Roma.
La
ciudad fue presa durante varios días del saqueo de los soldados romanos que
deseaban sacar provecho de tanto esfuerzo. Además en un consejo de guerra se decidió
el futuro de la ciudad y sobre todo del templo. Las murallas, las torres y el
templo serian destruidas dejando solo en pie el muro occidental y tres torres
construidas en época de Herodes que servirían como defensa de la futura guarnición
de la ciudad, la Legión X sería la encargada de garantizar la fidelidad de la
población superviviente. Pocos debieron ser según los relatos ya que miles
fueron asesinados y otros tantos vendidos como esclavos, no comento cifras ya
que depende de cuanta población viviese antes del asedio (tema ya comentado anteriormente).
Pese
a perder su ciudad sagrada la resistencia judía persistía, ya hablaremos otro
día de mi asedio favorito: MASADA.
Para
saber más puedes comprar estos libros empleados como fuente:
- Revista DESPERTA FERRO, Antigua y
Medieval Nº23. “La Primera Guerra
Judeo-Romana”
“Asedio y conquista de Jerusalén, año 70”
Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
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