De
la mano de Ginés José Muñoz Cánovas
vamos a conocer un poco mejor una de las arma que forma parte del logotipo de
BHM.
La falcata ibérica
es el arma más conocida de la Antigüedad hispana, debido a su peculiar forma y
decoración, a la frecuencia con la que aparece representada en esculturas o
exvotos y al hecho de que se conocen más de seiscientos ejemplares, procedentes
en su mayoría de enterramientos. El nombre “falcata”
es un cultismo moderno, los romanos simplemente la denominan machaera y los escritores griegos machaira o kopis en sus escritos.
En
cuanto al arma se trata de una espada en forma de sable, de hoja ancha, curva y
asimétrica, con doble filo en la zona de la punta; es, por tanto, una espada
pesada y capaz de asestar terribles golpes tanto tajantes como punzantes, éstos
últimos, mucho más peligrosos. Su pequeño tamaño (solo unos pocos ejemplares
superan los 55 cm) la hacen un arma especialmente apropiada para infantería, y
menos, para caballería por ese mismo motivo.
Falcata BHM, sin acanaladuras al estar ocultas por el escudo del logo. | |
La
falcata se fabricaba con tres láminas de hierro soldadas “a la calda” entre sí.
A pesar de lo expresado en las fuentes clásicas sobre la calidad del hierro
hispano, los análisis metalográficos modernos muestran una tecnología
relativamente pobre, y ni siquiera está claro que se añadiera de manera
consciente carbono al filo para acerarlo. Muchas de las armas
peninsulares tenían la superficie de su hoja de color negro, obtenida intencionadamente
por oxidación a magnetita, que es anticorrosiva. Parece que se evitaba el
brillo acerado para que hiciera un mayor contraste con el de la plata de los
damasquinados que es muy común en falcatas y puñales, e incluso en las lanzas.
Lo
que si era una ingeniosa técnica, era la realización de profundas y elegantes
acanaladuras que aligeraban el peso de la hoja, que la embellecían rompiendo la
monotonía de una ancha hoja. Hay que resaltar otro falso mito sobre estas
acanaladuras (muy común en internet). No se agravan las heridas causadas por este
tipo de espadas con acanaladuras ni permiten la entrada de aire que pudiera
causar una embolia gaseosa o un neumotórax, ni si quiera en la remota
casualidad que entrara aíre en una herida punzante (más grave que la cortante) está
por si crea infección, ni este aire puede generar gangrena gaseosa.
La
lámina central de las tres que la componen se prolonga en una delgada lengüeta
que forma el alma de la empuñadura, recubierta con cachas de madera o hueso,
que en casito todas las recuperadas, habían desaparecido. La empuñadura
envuelve la mano, porque la lengüeta se curva adoptando una serie de formas
peculiares, denominadas de Cabeza de Caballo y de Ave. El extremo puede unirse
a la base de la empuñadura mediante una cadenita o una barra maciza, quedando
la mano protegida de golpes cortantes.
Empuñadura de la falcata de Almedinilla, siglo IV o III a. C., en el M.A.N. (Madrid).Wikicommons |
Como
elementos de prestigio algunas de ellas iban decoradas con damasquinados en
hilo de plata, figurando motivos geométricos, vegetales, animales e, incluso,
representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica. Uno de
los remaches de las cachas, a menudo dorado o bronce, figuraba el ojo del
animal, dotado probablemente de un carácter protector.
La
falcata se guardaba en una vaina de tipo mediterráneo. Era de cuero con armazón
con cuatro refuerzos de hierro y solía colgarse al costado izquierdo, según las
esculturas, mediante un largo tahalí de cuero que pasaba por el hombro derecho
y se sujetaba por anillas, dos para la suspensión y una tercera que hacía que
la vaina facilitando la extracción del arma; por tanto, no pendía verticalmente
del cinturón al estilo celta, que es bastante incómodo y peligroso.
En
cuanto a su origen esta debió llegar al área de la Contestania ibérica de mano
de comerciantes grecoitálicos, siendo los artesanos contestanos quienes la
modificaron sustancialmente de sus versiones griegas e italianas. Estos
artesanos la adaptaron a sus gustos acortándola, reduciendo la curvatura y la
dotándola de doble filo. Las primeras se datan en el siglo V a.C. y perduraron,
al menos, hasta finales del I a.C.
Falcata íbera. La empuñadura remata en una cabeza de felino. M.A.N. (Madrid). Wikicommons |
Fuentes y créditos:
-
“Arma y símbolo: La Falcata Ibérica” o "Armas de la Antigua Iberia" Fernando Quesada Sanz
-
Falcata y su vaina de la Tumba 24 de la necrópolis de Castillejo de los Baños
(Fortuna, Murcia) dibujo de D. José Miguel García Cano y Dª Virginia Page del
Pozo
-
Falcata BHM. José Luis Álvarez García
- Falcata, Museo Arquelogico Nacional. Wikicommons
“La Falcata”
Ginés José Muñoz Cánovas – Bellumartis Historia Militar
...en su origen peninsular, yo diría Tartessos, no fue utilizada como arma, más bien fue un herramienta magistral. Es indiscutible, su empuñadura, longitud y peso ofrecen al ser que la porta, facilidad y seguridad en el manejo de la misma. Detallo los múltiples usos. Empezando por la empuñadura, comparto el criterio de seguridad donde la mano queda protegida y en relación a la lengüeta de prolongación, es la base de apoyo de una de las manos para presionar la hoja contra el objeto que se pudiera estar tratando a forma de cepillo de carpintero, desbaste de cortezas, troncos etc.. La zona curva entrante de la hoja mas cercana a la empuñadura permite utilizarla como machete, hacha o similar. La zona curva saliente alejada de la empuñadura, facilita el despiece de animales. La punta o extremo superior favorece los trabajos más minuciosos. Probablemente las fabricaban los propios portadores y fue utilizada como arma en época Ibera.
ResponderEliminarTal vez fue tan temida y brutal, por el enorme tiempo que se llevaba usando como herramienta en los usos domésticos.
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