LA MUERTE DE MENACHO: El héroe de Badajoz

Amanda González nos trasporta al 4 de marzo de 1811 para conocer a uno de esos Héroes Olvidados de España. Nuestro protagonsta es el gaditano Mariscal de Campo Rafael Menacho y Tutlló, valiente defensor de Badajoz en 1811.
La ciudad extremeña era una plaza estratégica para las comunicaciones de los ejércitos napoleónicos. La ciudad lleva semanas sitiada por las tropas del mariscal Soult y, aún a sabiendas de que las posibilidades de recibir ayuda son cada día más improbables, los españoles resisten el fuego de artillería francés empujados por la determinación de su General, Rafael Menacho. Su respuesta a la última propuesta de rendición había sido un ¡Viva la Patria!, que días después seguía resonando dentro de los muros de la ciudad y contagiaba de ánimo, pundonor y coraje a los pacenses.


Cuadro pintado en 1811 por Manuel Roca,
 por encargo del Ayuntamiento de Cádiz
Hacía días que el General Menacho (nota editor: fue nombrado Mariscal del Campo al asignarle la defensa de Badajoz) había decidido triunfar o morir en aquella plaza, y como era habitual en él, aquel 4 de marzo volvía a dirigir a sus tropas desde lo alto de la muralla. Sólo en una ocasión, cuando un balazo en la pierna le imposibilitó mantenerse en pie, guardó reposo dos días. Al tercero, sus oficiales le comunicaban que la población estaba alarmada por no ver a su General sobre la muralla, y apoyado sobre un bastón y su Sargento Mayor, volvió a tomar su posición habitual para dirigir las operaciones. Nunca más volvió a faltar de su puesto el General Menacho hasta aquella tarde del 4 de marzo; cuando presenciando los estragos que en las líneas franceses causaban los granaderos españoles, una bala de metralla le penetró por el costado, dejándole mortalmente herido. Apenas siete minutos duró su agonía, y en lugar de dedicarlos a sus seres queridos, se lamentaba por no poder seguir siendo útil a la Patria. Al fin y al cabo, días antes, presagiando su destino, don Rafael, elegante en el vestir, de buena presencia, amable, firme en el mando, eficaz, osado y buen conocedor de su oficio, se había despedido de su esposa:
“Si; cualquiera que sea mi suerte, vencedor o muerto, la tuya será siempre envidiable. Aquella es, dirán todos señalándote con el dedo, aquella es la mujer o la viuda, y aquellos son los hijos de Menacho”
207 años después, el pueblo español espera impaciente disfrutar del monumento de Salvador Amaya, financiado por un movimiento popular, que devuelva a nuestra memoria a quién decidió sepultarse en las ruinas de su plaza antes que entregarla al enemigo. 


La muerte de Menacho: el héroe de Badajoz” Amaya González – Bellumartis Historia Militar

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