Hoy
damos comienzo a una sección fija del blog “EL ANAQUEL DE ESAÚ” en el que nuestro amigo Esaú Rodríguez Delgado nos alegrará cada lunes. La idea es que nos
hablará de algún clásico de su biblioteca o de alguno de los documentos que descubre en los archivos históricos, también nos sorprenderá con anécdotas, armas muy poco conocidas por los amantes de la Historia Militar. En
este caso nos presenta al abuelo de la infantería mecanizada el Mark
IV Supply, y dentro de poco en BHM os hablaremos del padre de los vehículos blindados de transporte de tropas.
A
primeros de noviembre el autor de este Blog, Francisco García Campa, nos recomendaba
la lectura del libro La hora de los tanques, una obra basada en las memorias de uno de los
primeros comandantes de carros que tuvo este cuerpo, William H.L.Watson. Debo decir que lo he disfrutado (a pesar de los momentos en que
el autor nos cuenta sus días de entrenamiento y relax, y que como lectores
ávidos de lucha debemos “aceptar”), y me ha gustado, sobretodo, el descubrir
aspectos de estas máquinas que no son tan conocidas por el lector amateur y que
estamos más acostumbrado a los carros de la Segunda Guerra Mundial.
El
tanque surge como una necesidad de vencer una situación que se dio en la Gran
Guerra, la imposibilidad de romper las defensas en profundidad que habían
establecidos los alemanes (la Línea Hindenburg llegaba a tener unos 9000 metros
de profundidad) y que impedían a los ejércitos aliados llegar a lo que llamaban
“campo libre” es decir, grandes espacios sin defensas en el suelo. Debemos
recordar que la Gran Guerra nace como una guerra de movimientos, con grandes
unidades de infantería, y muy especialmente caballería, que ansiaban recorrer
los campos de batalla y vencer al enemigo en una típica estrategia de encierre
(el sueño de todo general, su propio “Cannae”) sin darse cuenta que la
tecnología de matar (ametralladoras, cañones de tiro rápido, fusiles…) había
desechado dicha imagen decimonónica. Así,
nos encontramos a en el segundo año de la guerra, y la caballería espera
a que la infantería abra espacio entre las trincheras para que puedan volver a
recorrer los grandes espacios europeos, pero se ve imposibilitada a vencer unas
defensas, que si bien al principio son temporales, empiezan a parecer que serán
imperecederas. Ante esto, los estrategas aliados empiezan a reclamar más bombas
y de mayor potencia, sin darse cuenta de que, aunque se lancen toneladas de
metralla y bombas rígidas a una línea del frente, siempre sobrevivirán un par
de soldados que con una ametralladora, puedan mandar al traste una briosa carga
de soldados. Se comienza a plantear la posibilidad de blindar a estos soldados,
y más adelante surgirán los primitivos vehículos, blindados parcialmente,
capaces de vencer a estas ametralladoras y con suerte, destruir las defensas.
Nace así la idea del tanque, en su versión más tosca como fue el Mark I, un
enorme “acorazado de tierra” como lo imaginó el Primer Lord del Almirantazgo,
Sir Winston Churchill.
Modelo de Mark IV "male" artillado en el que se basarían para el Supply |
Todo
lo anterior lo conocemos, pero lo que no sabemos tanto, y que Watson nos narra,
es la evolución operativa de los mismos, como pasan de ser meros apoyos de los
infantes, o grandes pantallas frente a las ametralladoras, protegiendo a los
soldados, a sus problemas con las zanjas y zonas blandas, y su rápida evolución
(es gracioso ver como habla de los viejos Mark
IV en 1918, cuando tienen menos de un año en el frente) y la problemas de
los oficiales superiores para entender las ventajas que este arma presenta,
pues muchos aun ansían como dijimos, una carga de corceles sable en mano
(recomiendo la película Caballo de Batalla donde de manera muy
“suave” el director nos demuestra lo que un par de ametralladoras bien
colocadas, pueden hacerle a una unidad de caballería que ataca una posición
defendida) o desean colocar estos alto mandos a los carros como defensas fijas
junto a las trincheras.
Hay
muchos detalles novedosos como digo, y uno que no me podía imaginar en la Gran
Guerra fue que en un momento dado se le retira al autor del frente para hacerse
cargo de una novedosa idea, hacer llegar a la infantería a las trincheras enemigas DENTRO de los carros (habría
nacido el transporte blindado) pues aunque los tanques precedían a la
infantería, e incluso destruían trincheras y posiciones fortificadas, a veces
no era suficiente, y la infantería seguía cayendo ante las ametralladoras y
obuses, quedando los carros solos y sin el necesario apoyo frente a los
soldados enemigos que podían rodearlos y acabar con él.
Como vemos el Mark V tenía tamaño para cargar un pelotón. |
Esta
idea podría haber sido muy novedosa, pero
se desechó, parece que no gustó en algún sitio eso de que los infantes
fuesen dentro de los tanques y luego saliesen detrás de las trincheras… ¡qué
poco caballeroso!, ¡qué barbaridad!, por lo que se les ocurrió otra idea, que
no parecía mala, y fue la de que los “viejos” Mark IV fuesen utilizados en el
frente para acompañar a la infantería y proveerles de todos los
avituallamientos necesarios. El concepto era bueno, puesto que muchos avances
de soldados fracasaban posteriormente cuando en un contraataque alemán, la
posición se perdía por falta de munición, o material para fortificarse. No es
que no se hubiera pensado en acompañar a los infantes con pertrechos, pero en
medio de un campo de batalla, un carro con caballos era tan vulnerable, o si no
más, que los soldados con la problemática de suelos desnivelados, cercas,
trincheras, etc. lo que impedía aprovisionar a los soldados que conseguían
llegar hasta un punto y necesitaban “hacerse fuerte” en el lugar alcanzado.
Así, a estos tanques les fueron retirados todo el armamento ofensivo (a
excepción de una ametralladora en el morro) y se les hizo espacio de carga en
el interior, así como en toda la barquilla superior para cargar con todo lo
necesario (munición, vituallas, alambradas, picos, etc.) y poder llegar hasta
donde los carros hipo-móviles, no podían. El resultado fue muy positivo, si
bien los oficiales y personal de estos carros se sentían inquietos por no
contar con suficiente potencia para defenderse, pero esa no era su función. Los
carros acompañaron a los soldados y vencieron las líneas alemanas y pudieron
llegar hasta el ansiado campo libre… y entonces, sin estar preparados para ello,
llegó el armisticio, y los carros se olvidaron parcialmente, a excepción de
para un ejército derrotado que sí aprendió de sus errores.
Maqueta de Mark IV Supply arrastrando un trineo de suministros. Pierantonio |
Por
cierto, estos primitivos carros tuvieron muchos problemas de diseño y de
maquinaria, algo que se repite durante la obra, pero ideas muy novedosas, como
las barquillas laterales de los tanques que se “metían” dentro del carro cuando
eran transportadas dentro de trenes, tal y como muchas caravanas hacen hoy en
día. Animaros a leerlo.
Un Mark IV con las barquillas laterales en el interior para facilitar el transporte |
“Mark iv supply. Los tanques de
aprovisionamiento en la gran guerra” Esaú Rodríguez Delgado
– Bellumartis Historia Militar
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