Óleo de Augusto Ferrer-Dalmau |
“Sometió
a Chagres y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la
victoria”
Este es el
epitafio de la casi anónima tumba de Edward Vernon en la catedral de Westminster,
el hombre que hizo fracasar la mayor armada inglesa en las murallas
de la ciudad de Cartagena de Indias. Mientras, en la misma tierra que
cientos de casacas rojas tiñeron con su sangre, fue enterrado en una tumba sin
nombre el responsable de la derrota inglesa, Blas de Lezo Olabarrieta.
30.000 hombres llegaron a las costas
colombianas el 13 de marzo de 1741 con la creencia de que la victoria era
cosa de dos días, de hecho su comandante mandó un mensaje de su victoria segura
a Londres que se apresuró a acuñar una moneda conmemorativa de la derrota
española...
Moneda de Vernon. ABC |
Tras duros combates contra las inferiores tropas
españolas que usaron inteligentemente sus recursos gracias a la habilidad del marinero
vasco y pese a la incompetencia del virrey de Nueva Granada Sebastián de Eslava, la expedición
inglesa comenzó la retirada. Y a la ayuda del clima ecuatorial que diezmó a las
tropas europeas que enfermaron del “vómito negro” y de las “fiebres carceleras”.
Un total de seis mil muertos (según Pablo de Vitoria: 2500 en combate y 3500 de
las enfermedades) y más de 8000 heridos (muchos de ellos murieron en la travesía)
fue el coste de la soberbia.
El 8 de mayo dio comienzo la retirada de los
supervivientes que debido a la perdida de 6 navíos de tres puentes, 13 de dos,
cuatro fragatas además de varios mercantes, viajaron apiñados como si fuesen
ganado hasta Jamaica. Tras doce días de reembarcar a las tropas, el 20 del mes de mayo las últimas 11 embarcaciones
abandonan la bahía
de Cartagena con sus velas y banderas hechas unos jirones.
Mientras tras la muralla de la ciudad sitiada un hombre a
caballo daba vueltas a lo largo de las mismas. Durante los largos meses de
luchas y necesidades su animal le ayudó a conocer cada piedra y esquina de las
defensas y a llegar a los lugares más vitales en medio de los combates. Lejos
de sus amados barcos, Blas precisaba de un caballo para recorrer largas
distancias ya que había perdido su pierna por una bala de cañón en Velez-Malaga.
Desde que era joven, el conocido por sus enemigos como medio hombre superó todas las limitaciones que la falta de un brazo, una pierna y un ojo hubiesen
hecho a otros vivir de la sopa boba pero
a él no le impidió llegar al rango de Teniente General de la Armada y ser el
comandante general del vital puerto de Cartagena, punto de partida de la Flota
de Indias.
El pestilente olor de los cadáveres putrefactos de los
ingleses ya no era una molestia para los defensores cuando abrieron las puertas
de la ciudad. Entre los primeros en llegar a la orilla estaba el comandante
general que cabalgaba sobre su caballo entre los restos de la armada de Vernon.
La alegría estaba eclipsada por la
dantesca visión de los cadáveres hinchados y putrefactos de los casacas rojas
que eran mecidos por las olas y devorados por las gaviotas, cangrejos y otras alimañas.
Mientras tanto en el horizonte se alejaba como un fantasma la no hace mucho
ruidosa Royal Navy de Jorge II. El amigo de BHM
Augusto Ferrer-Dalmau con su increíble mano nos revive este momento en la obra
que encabeza el artículo.
Estatua del Héroe de Cartagena de Salvador Amaya |
Para el Héroe
de Cartagena esta fue una de sus últimas salidas por la ciudad que
salvó, ya que las fiebres se apoderaron de su salud. No solo su salud le
preocupa sino el comportamiento del virrey que celoso de su papel había comenzado
a escribir sus memorias maquilladas para ganarse ante el Rey la gloria de la
Victoria. En plena investigación de su actuación durante la batalla murió Blas de Lezo Olabarrieta el 7 de
octubre, lejos de su Pasajes natal, en la ciudad que defendió de “unas
calenturas, que en breves días se le declaró tabardillo”.
Mientras en la corte los burócratas sin saber de su
muerte le destituyeron de su cargo el 21 de octubre. Privados de pensiones y
honores la familia de Blas de Lezo luchó por el honor de su padre hasta que
Carlos III en 1760 corrigió la injusticia nombrando a su hijo Blas de Lezo y Pacheco
primer Marques de Ovieco.
Siglos después varios investigadores tratan de encontrar
el cadáver del medio hombre para
darle la sepultura que se merece, un mausoleo aun mayor del hombre que él derrotó. Ya que no se puede dar digna sepultura a los 800 peninsulares y neogranadinos al menos se debe hacer con su comandante.
Una reflexión para todos los españoles es la gran diferencia
entre nuestra España y los ingleses en el respeto a sus héroes y a todos los
que murieron por su Patria.
La llegada inglesa mucho mas ruidosa que su retirada |
Para saber más puedes comprar estos libros:
“La Victoria de Cartagena de Indias” Francisco García
Campa – Bellumartis Historia Militar
Mucha fantasía
ResponderEliminarBlas de Lezo fue un héroe y muy Vasco, derroto en inferioridad de condiciones
ResponderEliminarA la Flota inglesa Marítima mas poderosa del mundo en esa epoca!