"Mi bandera" Agusto Ferrer-Dalmau |
Lejos de la mar, en las tierras secas
de Extremadura que forjaron grandes conquistadores nació en el año 1766 nuestro
heroico protagonista en el pueblo de Montemolin en Badajoz. Fruto de la
relación de Pedro Álvarez un simple carretero y de su esposa Benita, Martín
estaba destinado a continuar con el trabajo familiar pero el destino le
llevaría a otros lares. Desde niño le debieron seducir las historias que le
contaba su abuelo materno, que había sido sargento en el bando borbónico
durante la Guerra de Sucesión,
donde había resultado mutilado uno de sus brazos.
Decidió dejar su pueblo para conocer
mundo por lo que se enroló en 1790 en la unidad más viajera, la Infantería
de Marina. Debido a su condición física y aptitudes fue seleccionado
para incorporase a la unidad de elite del cuerpo, los Granaderos, que debían luchar en primera línea para poder
lanzar sus granadas, lo que les exigía una mayor corpulencia y valentía que al
resto de unidades...
Asignado al 9º batallón de Infantería
de Marina, tras la pertinente instrucción fue embarcado en
los navíos
de guerra “San Carlos” y posteriormente en el “Santa Ana”
hasta que en 1797 se unió al barco donde su nombre se pasaría a la Historia.
El “San
Nicolás de Bari”
botado
el 5 de abril de 1769 en los astilleros de Cartagena era el buque gemelo del
“San Vicente Ferrer”, ambos obra de Guillermo Turner, era un navío de 80
cañones construido según el sistema inglés. Tras varios años de misión en América
con base en la Habana regresó en 1794 a
Cádiz, uniéndose posteriormente a la Escuadra del Océano. En 1796 tras ser
carenado en Cartagena el año anterior el mando del navío es concedido al
brigadier Tomás Geraldino.
Mientras en la Corte, Manuel Godoy
primer ministro de Carlos IV firmó un Tratado
contranatura con los republicanos
franceses en el Palacio de la Granja de
San Idelfonso, por el cual ambos estados unen sus fuerzas contra Gran
Bretaña. Tras varios ataques conjuntos a los intereses británicos en Terranova
y el Caribe los aliados deciden llevar la guerra a la Península Ibérica
atacando a Portugal el aliado más fiel en Europa del Reino Unido.
En febrero de 1797 el teniente general
José de Córdoba al mando de la escuadra española partió de la base naval de
Cartagena hacia las costas lusas. La flota compuesta por 27 navíos
de línea, 11 fragatas
y un bergantín
y un total de 2638 cañones, entre ellos el único navío de cuatro puentes de la
Armada, el “Santísima
Trinidad”, “Mejicano”, “Purisima Concepción” y el barco de
nuestro infante, “El
San Nicolás de Bari”. El 14 de febrero cerca de Cádiz una
fuerte tormenta desorganiza a la flota española justo cuando es interceptada
por John Jervis comandante de la escuadra británica que tras analizar su
inferioridad numérica de 1 a 2, toma la decisión de atacar ese mismo día
aprovechando la ruptura de la formación española y evitar que se una con la
flota gala en Brest, en la Bretaña francesa.
Los 15 navíos de línea británicos con
1430 cañones en total pasaron en entre las dos líneas españolas, error táctico
del comandante español, por lo que Jervis podía usar todos sus cañones tanto
los de babor como los de estribor mientras que los españoles solo uno de sus
flancos. Su objetivo era impedir que los navíos hispanos se refugiasen en
Cádiz, para ello decidió atacar a la línea más pequeña española y ordenó a
Nelson en su HMS Captain, pero el
aguerrido marinero decidió desobedecer la orden de su superior y atacó al grupo
más grande. Jervis exclamó al ver la
maniobra de Nelson “¿a dónde va ese loco?”,
de nuevo la sutil línea que separa el heroísmo de la locura, pero decidió
apoyar su decisión.
El Captain combate contra el San Nicolás y el San José |
La acción de Nelson de atacar al grueso
de la flota produjó un combate con siete de los navíos españoles que con su
sacrificio permitieron al resto guarecerse en el puerto gaditano. Eran: el
“Santísima Trinidad” (130 cañones), “Mejicano” (112 cañones), “Salvador” (112
cañones), “San José” (112 cañones), nuestro “San Nicolás” (80 cañones), “San
Isidro” (74 cañones) y el “Soberano” (74 cañones). Los combates se saldaron con la captura de
cuatro navíos españoles: “San José”, “Salvador del Mundo”, “San Antonio” y el “San Nicolás” incluso durante un
instante el “Santísima Trinidad” llego a arriar la bandera en muestra de
rendición pero gracias al rescate del navío “Infante Don Pelayo” fue salvado y
llegó a puerto.
Será en esta lucha cuando nuestro
infante pasó a la historia, “El San
Nicolas de Bari”, dotado con una tripulación no profesional e insuficiente
solo 630 hombres de los 800 tripulantes teóricos. Tras ser atacado por la línea
británica fue desarbolado y una vez que perdió toda maniobrabilidad, el navío
fue abordado por el HMS Captain de
Nelson. Los infantes y marineros españoles supervivientes decidieron dar su
vida a un alto precio, entre ellos Martín Álvarez Galán que fue enviado por
Tomás Geraldino, capitán del navío, a la toldilla donde ondeaba al viento la
enseña rogigualda con la misión de impedir su captura. Con el tiempo la
resistencia española va retrocediendo hacia el castillo de popa, el suelo lleno
de la sangre de los valientes infantes ve caer a los últimos supervivientes.
Entre estos permanece, sable en mano el extremeño aunque herido impide la
captura de la bandera fiel a su orden.
Rodeado y agarrando la bandera con su
mano izquierda y el sable en la otra grita ¡Alto! a los británicos cuando se
acercan para capturar la enseña, El Sargento Willian Morris decide no hacerle
caso a un herido y se acerca al extremeño el cual de un certero sablazo pone
fin a la vida del atrevido inglés. El oficial británico que contemplo la acción
manda a sus hombres acabar con el español desarmado ya que había perdido el
sable tras matar al sargento inglés, desesperado agarro un fusil del suelo y
usándolo como una maza mantenía alejado a los infantes enemigos hasta que fue
tiroteado. Nelson que observó el sacrifico del español ordenó que fuese tratado
con todos los honores y su cuerpo fuese arrogado al mar con su amada bandera.
Pero sorprendente el duro extremeño aún vivía por lo que fue curado y
enviado con los demás prisioneros a Portugal, a la ciudad de Lagos.
Los británicos se llevan los barcos españoles capturados |
El desastre naval español costo además
de los cuatro navíos, 1283 bajas frente a las 300 británicas. Las autoridades
españolas decidieron investigar en un consejo de guerra la negligencia de los
oficiales, entre los testigos fue citado nuestro infante nada más regresar de
su prisión en Portugal. Su versión (1) de los hechos ante las pregunta del
fiscal de la causa muestran la gallardía de los soldados españoles y las
carencias de la oficialidad de la época:
General Núñez: - ¿Se encontraba en el navío “San Nicolás de Bari” con ocasión de
rendirse este barco a los ingleses?-.
Martín: - Yo no he estado nunca en el “San Nicolás de Bari” en ocasión de
rendirse a los ingleses.
General Núñez: - ¿No te encontrabas en el “San Nicolás de Bari” el 14 de febrero?-.
Martín:-Sí señor-.
General Núñez: -¿Y no fuiste después a poder de los ingleses?-.
Martín:- Si señor-.
General Núñez: - Entonces, ¿por qué niegas haber estado en el “San Nicolás de Bari” con
ocasión de rendirse a los ingleses?
Martín: - Porque el “San Nicolás de Bari” no se rindió, sino que fue abordado
y tomado a sangre y fuego-.
General Núñez: - ¿Y a qué llamáis entonces rendirse?-.
Martín: - Yo creo, que no habiendo ningún español cuando se arrió su bandera,
mal pudieron haber capitulado.
General Núñez: -¿Pues donde estaba la tripulación?-.
Martín: - Toda se hallaba muerta o malherida-.
El fiscal Nuñez maravillado con el
bravo extremeño quiso premiarlo con un ascenso a cabo pero Martín era
analfabeto por lo cual no podía ejercer este rango, por ello se puso a aprender
a leer y escribir y en pocos meses lo logró por lo que fue nombrado cabo el 17
de febrero de 1798. Y una vez embarcado en el “Purísima Concepción” fue ascendido a cabo 1º y el 21 de noviembre
se le concedió una pensión vitalicia de cuatro escudos mensuales por Decreto
Real.
Nuestro héroe murió el 23 de febrero de
1801 en Brest, Francia, tras sufrir un accidente a bordo del “Purísima Concepción” que dañó su pulmón
degenerando en una tuberculosis.
Estatua en su pueblo natal |
En recuerdo de su hazaña en 1848 se
dispuso por Real Orden que hubiera siempre en la armada un buque de más de diez
cañones con su nombre y posteriormente en 1878 se ordenó que su nombre apareciese
en la nómina de la Primera Compañía del
Primer Regimiento actualmente en el Tercio
de la Armada de San Fernando en Cádiz. Pero el mayor de los halagos que se
le puede dar a un soldado es el respeto de sus enemigos y aunque suene raro su
nombre figuraba en una casamata en Gibraltar en el que bajo un cañón español, con
la inscripción “Carolus III”, una
placa en ingles recordaba a nuestro extremeño:
“14 de febrero de 1797.-Batalla
Naval del Cabo de San Vicente. Hurra por el Captain, hurra por el San Nicolás,
hurra por Martín Álvarez”
También en el Museo Naval de la capital
británica se guarda su sable con el que defendió la bandera nacional ensartando
al Sargento William Morris.
Que su sacrificio no se olvide y que su
gallardía nos sirva de ejemplo.
Bibliografía
y fotografias:
-
“Historia
Moderna de España” Alfredo Floristan, Ariel.
-
Wikicomons, google images
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