Cuando más leo, más me sorprende la
cantidad de pequeños sucesos que podrían haber cambiado la Historia. Esta vez
os voy a hablar de un incidente que de no ser verdad, a alguno le parecería fruto
de un guionista de comedia a lo Monthy Python.
En plena Guerra de Broma o Drôle de
Guerre, como se conoce a la extraña situación en la frontera francoalemana
entre septiembre de 1939 y mayo de 1940, un oficial alemán por un descuido estuvo
a punto de cambiar la Historia.
El 9 de mayo de 1940 en el bar de la base aérea de Loddenheide el comandate Erich Hoenmanns conoció a un
colega paracaidista llamado Helmuth
Reinberger. Este último, responsable del aprovisionamiento de la 7ª Division Fallschirmjäjer, había llegado
a Münster para una reunión informativa sobre la futura invasión de Francia. Al día
siguiente debía regresar a Colonia por ferrocarril pero Hoenmanns le convenció
para que él le llevase en avión. Quien se podía negar a un viaje rápido de
regreso a casa y hacerle a la vez el favor a su nuevo amigo, ya que este
necesitaba hacer horas de vuelo...
Un Messerchmitt BF-108. Ronnie Macdonald wikicommons |
El día 10 de enero a primera hora de la
mañana ambos despegaron a bordo de un Messerchmitt
Bf 108 con destino a Colonia. Pese a la densa niebla decidieron seguir su
vuelo esquivando el banco de nubes dirigiéndose hacia el oeste, acercándose a
la frontera belga olvidando el riesgo de perder la mercancía. Era tan importante que el comandante tenía por
seguridad que ir por tierra pero Reinberger se olvidó de ello o asumió el
riesgo, ¿quién sabe?
¿Cuál era la mercancía? Era una copia
completa del “Plan Amarillo” para la invasión de Francia y los países bajos, que estaba
prevista para el 17 de enero, es decir la semana siguiente. Entre los datos
cruciales de ese Plan elaborado bajo la dirección de Von Manstein e inspirado
en el “Plan Schlieffen” de la Primera Guerra Mundial, se puede destacar además del uso de las unidades panzer como punta de ataque,
el ataque a los países neutrales de Holanda y Bélgica.
Sigamos con los dos amigos un poco
perdidos ya que el Rhin estaba helado y no se diferenciaba de los campos. Abandonaron
el territorio alemán y llegó hasta el curso del Mosa en el tramo fronterizo
entre Bélgica y Holanda. Hacia las 11 en pleno vuelo el piloto nobel caló el avión
en pleno vuelo, no solo sucede a los coches. Al parecer corto el suministro del
motor accionando sin querer un mando de la cabina.
Cerca de Vucht el avión aterrizó de emergencia,
muy bruscamente por cierto ya que rompió las dos alas contra unos árboles y el
morro se partió. Confusos por el golpe se acercaron a una granja a pedir ayuda
y para averiguar en que pueblo estaban, se llevaron un gran susto. Estaban en Bélgica,
Reinberger rápidamente corrió hacia el avión gritando como un loco que debía destruir
los papeles, imaginaros la cara de sorpresa del piloto que no sabía nada de los
documentos. Como poseído apiló los documentos detrás de un seto e intento sin éxito
encender su mechero. Regresó a la granja y le pidió fuego al propietario belga,
este se lo dió pensando que sería para un cigarrillo (me imagino).
Restos calcinados de los documentos. Museo Militar de Bruselas |
Justo cuando empezó la hoguera a tirar,
llegaron unos guardias fronterizos atraídos por el avión que cayó planeando. Uno
de ellos vio el humo detrás de los arbustos, le olía a chamusquina, y encontró
un montón de papeles ardiendo. Rápidamente apago el fuego con sus botas
logrando salvar la mayor parte de los documentos.
Los guardias llevaron a los soldados
alemanes a su cuartelillo en Mechelen-aan-de-Mass, en espera de que llegase
alguien a aclarar la situación.
De
nuevo otra situación rocambolesca, esta vez en el cuartelillo. El piloto pidió ir
al servicio lo que aprovecho Reinberg para correr a coger los papeles, que
estaban sobre una mesa, para tirarlos al fuego. Tal era el nerviosismo del
comandante que al abrir la estufa se quemó la mano, tal fue su grito de dolor
que los guardias corrieron hacia la sala evitando que los lanzase al fuego. Desesperado
Reinberger trato de arrebatar el arma a un guardia, no para escapar si no para
suicidarse.
General Raoul Van Overstraeten asesor del rey Leopoldo III de Belgica |
Los
documentos fueron recogidos por oficiales de inteligencia que los llevaron
raudos y veloces a sus superiores. Pese a las dudas iniciales y la perdida de
gran parte de la documentación, el general Raoul Van Overstraeten los dio por
buenos ya que coincidían con la filtración del ministerio de Exteriores
italiano de un ataque hacia el 15 de enero. El rey Leopoldo comunico el hallazgo
a su ministro de Defensa, general Henry Denis, y al comandante en jefe francés,
general Maurice Gamelin y a Lord Gort, comandante de la Fuerza Expedicionaria
Británica (BEF). El monarca decidió hablar personalmente con sus vecinos, la
princesa juliana de los países bajos y la gran duquesa de Luxemburgo con estas
dos frases “Ten cuidado, el tiempo es peligroso” y “Cuidado con la gripe”.
Al
final del día llegaron las noticias a Berlín del incidente, y por supuesto,
rodaron cabezas entre los responsables de la Luftwaffe. Hitler envió a los agregados
militares en La Haya y Bruselas que averiguasen si el Plan Amarillo estaba en
manos aliadas. Para ello iban a encontrarse con los dos accidentados. Los
belgas en previsión de la posible llegada de los diplomáticos alemanes engañaron
a los dos alemanes diciéndoles que se habían perdido todos los datos y que no sabían
de que trataban esos papeles. Así lo declaró Reinberger “por la forma en que se
me hizo la pregunta, me di cuenta que él [el investigador belga] podía no haber
comprendido nada de los fragmentos que había leído”. De hecho los alemanes
cayeron en la trampa como lo confirma la anotación del Generaloberst Alfred Jodl en su diario “Informe de la conversación
del agregado aéreo con los aviadores accidentados. Resultado: El maletín se ha
quemado de forma considerable”.
Cambios del Plan Amarillo, en el sector Belga y Holandes |
El
plan fue rediseñado por von Mainstein con la colaboración de Guderian, dando más
importancia a las Ardenas como eje del ataque. Pese a los cambios los aliados
no hicieron mucho caso a los datos obtenidos, ya que no cambiaron su
estrategia, especialmente en el uso de los carros de combate. Os invito a leer el libro “Blitzkieg. Mito y realidad de la Guerra Relámpago de Hitler” donde se trata en profundidad
la Invasión de Francia.
Nuestros
dos colegas de vuelo fueron condenados en ausencia a muerte por su aventura aérea.
Pero por suerte para ellos fueron evacuados como prisioneros de guerra a Canadá
librándose de la pena, al final de la guerra regresaron a Alemania, siendo parcialmente
perdonados. La mujer de Hoenmann murió en los interrogatorios de la Gestapo.
PARA SABER MÁS:
“Incidente Mechelen,
un plan a prueba de fuego” Francisco García Campa – Bellumartis Historia
Militar
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