Dos ballesteros y un empavesado con dardo en la batalla de Higueruela Fuente: web Tercios de Flandes |
Hoy
Juan Molina Fernández nuestro
especialista en la Era de los Tercios
nos presenta a los empavesados, una unidad clave a la vez que desconocida de los
primeros ejércitos de la Edad Moderna.
El
empavesado fue uno de los tipos de tropas más comunes en la Baja Edad Media,
especialmente en los países mediterráneos europeos. No suele mencionarse
demasiado en los estudios actuales, quizás por la falta de glamour que un
infante suele tener en esta época. Quizás por las fuentes, que son escasas,
pero significativas de su importancia. La razón de esta escasez de fuentes en
este tipo de tropa puede deberse a tres motivos: primero, falta de interés de
los investigadores actuales; segundo, falta de interés en las fuentes de época
ante una tropa de bajo linaje; y tercero, que estas tropas en su origen han
sido denominadas de formas muy distintas. En muchos documentos se les llama lanceros, escudados o simplemente peones,
de tal forma que no podemos determinar con precisión su equipo y formas de
lucha. Sin embargo, atrapando varias fuentes fragmentadas, podemos hacernos una
idea de lo que fueron estos curiosos infantes bajomedievales...
El empavesado como
tropa
El
empavesado, rápidamente, puede definirse como el infante provisto de un escudo
pavés para su protección. Dentro de esta definición encontramos varios tipos de
empavesados. Los más conocidos, ya que son tratados con frecuencia en la
historiografía y los medios de comunicación especializados, son los ballesteros
empavesados. Este tipo de tropa contaba con un pavés muy pesado (generalmente
de un modelo plano con una nervadura central) que o bien portaba a modo de
mochila a la espalda o bien tenía unos soportes a modo de trípode para
enclavarlo en el suelo y mantener una protección contra los proyectiles
enemigos mientras recarga su ballesta. Este tipo de ballesteros fue muy
utilizado por las ciudades estado italianas y era una opción habitual para el
infante mercenario procedente de Italia (especial fama tenían los ballesteros
genoveses con sus paveses).
Sin
embargo, en este artículo queremos
centrarnos en el empavesado armado con armas de asta, al que llamaremos lancero
empavesado. Este lancero empavesado estaba armado con un pavés liso y
curvado (en la Península Ibérica, veremos que los paveses de otras zonas suelen
ser del tipo genovés), que cubría al
menos de la rodilla al hombro (aunque podía ser más grande). Además, portaba
una lanza de entre 1,80 y 2 metros por lo general o bien portaba un dardo, arma
poco conocida y que podríamos definir como una lanza corta (no más de 1,60 metros
de largo, posiblemente menor) que solía estar emplumada y cuyo principal uso es
ser utilizada como una jabalina. Posiblemente el dardo es el descendiente
bajomedieval de la lanza azcona. Además de estas armas, solían ir armados con
una espada simple de guarnición y la armadura que pudieran permitirse.
El
uso táctico del empavesado era muy posiblemente defensivo. Se utilizaría en
grandes bloques de infantería de modo similar a los futuros cuadros de
piqueros, o bien en conjunción con ballesteros y espingarderos, como aparece en
algunas representaciones pictóricas. Probablemente mantenían la posición en las
cargas enemigas y apoyaban a la caballería propia en sus acciones, de manera
similar a lo que hacían los ballesteros. Probablemente, muchos empavesados se colocaban al frente de
formaciones de ballesteros, especialmente en asaltos y asedios, para
protegerlos de los proyectiles, sistema en muchos casos más eficiente que el
ballestero armado con pavés en solitario.
Las armas del
empavesado
El
infante empavesado tenía como arma
principal el escudo pavés, como hemos visto antes, debía cubrir al menos
una proporción del cuerpo de la rodilla al hombro. En la Península solía ser
liso y curvado, pero en Centroeuropa, solía ser plano con un refuerzo central.
El agarre difería mucho. El más común era el agarre embrazado típico, a una
altura ligeramente superior a la línea central del pavés, sin embargo es
también muy común el agarre simple, a modo de gigantesco broquel. Éste tipo de
agarre simple puede verse en una de los grabados de la Guerra de Granada en la catedral de
Toledo, donde aparece un soldado granadino agarrando un pavés con una sola
mano, en un agarre similar al de una adarga. Existen, además, ejemplares
centroeuropeos con este tipo de agarre, pero la mayoría son paveses de
ballestero diseñados para dejarse en el suelo con unos soportes.
Típico paveses de ballestero centroeuropeos del siglo XV, planos con nervadura central. |
En
cuanto a las armas ofensivas, la principal con diferencia fue la lanza, de tal forma que en ocasiones al
empavesado se le llamaba “lancero”. Era un arma formada por un asta fuerte de
madera (madera de fresno, roble, o similar, capaz de soportar mucha fuerza) y
una moharra con forma de hoja, por lo general. No solía ser mayor de 2 metros,
pero hay ejemplos mayores, especialmente en las últimas décadas del bajo
medievo. En ocasiones aparecen representados empavesados portando armas
similares a lanzas, como partesanas, pero son más raras.
La otra gran arma
ofensiva del empavesado era el dardo. Era una lanza corta, de alrededor de 1,60 metros (igual de
alto aproximadamente que el lanzador o algo más pequeño) cuyo objetivo
primordial era ser lanzado como una jabalina al adversario. En muchos casos,
estaba emplumada como una flecha para mejorar la precisión. Se fabricaba con
maderas ligeras y resistentes y solía tener un asta muy fina, generalmente con
la contera ligeramente más gruesa que el inicio del dardo para darle equilibrio
al lanzarlo. El dardo se siguió utilizando al menos hasta el siglo XVII por
parte de las hermandades, pues es mencionado en “El Quijote”.
Historia del empavesado
Batalla de Wenzenbach, en 1504. Podemos ver a unos empavesados cubriendo a unos piqueros. |
El
pavés comenzó a usarse tal como lo hemos descrito aquí probablemente alrededor
del siglo XIV, sin embargo, fue en el siglo XV donde alcanzó mayor
preponderancia. Resulta sorprendente que, a tenor de las fuentes, el pavés como
protección de ballestero fuera más común en Centroeuropa e Italia y el pavés
como protección del infante con lanza más era común en los países mediterráneos
europeos. Esto se podría deber a la forma en la que evolucionó la guerra en
cada zona.
En
la Península Ibérica, es obvio que la evolución del pavés vino dada por el
mantenimiento de la estructura del lancero con escudo que se venía usando
durante toda la Edad Media, de tal forma que el anterior escudo “cometa” fue
derivando al más masivo pavés. Posiblemente se aumentó el tamaño de los escudos
como respuesta al mayor uso de la ballesta en la Baja Edad Media. No era
extraño que un ejército bajomedieval estuviera compuesto en la mitad de sus
fuerzas por ballesteros, con lo que las saetas eran un peligro evidente para el
infante mal armado.
En
cambio, posiblemente el uso del pavés fue más secundario y restringido a los
ballesteros en Centroeuropa, debido a la aparición de los piqueros suizos. La
brutal novedad que introdujeron los piqueros en el siglo XIV hizo que la
infantería de la zona tendiera a copiar el sistema. Y por muy efectivo que
fuera el pavés, la pica debe utilizarse a dos manos. Recordemos que en la
Península no se comenzó a utilizar la pica hasta la creación de la infantería
de ordenanza en la última década del siglo XV, y aún entonces al piquero se le
denominaba como “lancero”.
Otra imagen de la batalla de Higueruela donde podemos ver a un grupo de empavesados a punto de lanzar dardos sobre el enemigo. Foto (fuente web “tercios de Flandes”) |
Curiosamente,
algunas de las pocas menciones escritas al empavesado provienen de sus últimos
años, quizás porque surgió la necesidad de diferenciarlo de otro tipo de
peones. Aquí, en la ordenanza de 1495 de la Santa Hermandad, nos detalla con
todo lujo de detalles el equipo del peón castellano de entonces, mencionándose con
frecuencia el pavés y el medio pavés (misma forma, pero más pequeño):
«Mandan Sus Altezas a suplicación de todos sus Reinos y Señoríos e de todos los Estados dellos que todos sus súbditos y naturales de cualesquier ley o estado o condición que sean agora e de aquí adelante, tengan cada uno dellos en su casa e en su poder armas convenibles ofensivas e defensivas según el estado.Que todos los que viven e moran en las ciudades e villas francas e exentas, los más principales e más ricos dellos, hayan de tener o tengan unas corazas de acero e falda de malla e de launas e armaduras de cabeza que sean capacete con su barbera e celada con barbote e gocetes e musiquies e una lanza de larga medida e espada e puñal e caxquete.Los hombres de mediano estado e hasienda que hayan de tener o tengan corazas e una armadura de cabeza aunque sea caxquete e espada e puñal ed una lanza larga de la medida suso dicha e lanza común e medio pavés o escudo de Pontevedra o de Oviedo, e a los que pareciere de estado mediano que son dispuestos para tirar espingardas e ballestas, les encarguen que las tengan en lugar de lanza e pavés, e entiéndase que el que hubiere de tener espingarda, tenga también cincuenta pelotas y tres libras de pólvora, e a quien se mandase que tengan ballestas, que haya de tener con ellas dos docenas de pasadores.Los que fueren de menor estado e hasienda que tengan espada e caxquete e lanza larga e dardo con ella o en logar de lanza larga una lanza mediana e medio pavés e escudo de Pontevedra o Oviedo».
En
las campañas del Gran Capitán en Italia se mencionan
los empavesados todavía. De hecho, en la primera campaña se hace relación del
tipo de infantería, dividiéndola en lanceros,
escudados y espingarderos. Sabemos que los ballesteros eran incluidos dentro de
los lanceros, que eran mayoritariamente piqueros, así que no sería descabellado
pensar que los escudados se refieran
a todos los empavesados, tanto con pavés completo o medio pavés, rodeleros,
adargueros.
Empavesados centroeuropeos, posiblemente húngaros, dando cobertura a escopeteros a principios del siglo XVI. |
En
la segunda campaña de Italia, aunque la figura del escudado desaparece de las
cuentas, sabemos que el Gran
Capitán tenía un cuerpo de 300 empavesados gallegos y asturianos, que
tenían fama de ser muy efectivos. Los italianos, parece ser, compararon a estos
gallegos y asturianos con los “antiguos
soldados romanos” por su disciplina y parecida panoplia. De aquí podemos
deducir que los anteriormente citados “escudos
de Pontevedra y Oviedo” posiblemente se refieran a los paveses completos.
Durante
la primera década del siglo XVI van desapareciendo los empavesados, ya que
entre la presión de la pica y las nuevas armas de fuego, que pocos paveses
podían soportar (aunque sí los más pesados y resistentes) hizo que decayera su
uso rápidamente. En algunas ilustraciones de las primeras décadas del siglo XVI
aún se ven paveses, pero a partir de aproximadamente 1520 prácticamente no hay
fuentes.
Sin
embargo, no desaparecieron del todo. Se tienen referencias al uso de tablas y tablachinas en determinados teatros de combate hasta el siglo XVII.
Las tablas, no son ni más ni menos que pesados paveses reforzados para aguantar
disparos de arcabuz, muy utilizados en las guerras subterráneas de las minas,
donde el primer soldado portaba la tabla y el segundo un arcabuz o una pistola.
La tablachina no es ni más ni menos que el nombre dado entonces al medio pavés
(eran famosas las utilizadas por las milicias canarias durante el siglo XVI, utilizando
madera de drago).
“El peón empavesado: la tropa
olvidada” Juan Molina Fernández – Bellumartis Historia Militar
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