Una de la
característica del ejército romano frente a los modernos fue el escaso número
de oficiales en relación a los soldados que conformaban una legión. Un general
en jefe, que normalmente seria cónsul o pretor, y un cuestor que para mandar
sobre unos 5.000 hombres era ayudado por seis tribunos militares. A simple
vista destaca la incapacidad de tan reducido número de oficiales para dirigir a
sus tropas por lo que gran parte de la historiografía moderna vuelca toda la
responsabilidad de la cadena de mando en los suboficiales: centuriones,
decuriones.
De hecho
para muchos jóvenes de familias nobles y ecuestres, el tribunado militar sería
el primer paso en su cursus honorum.
Por lo que para muchos la carrera militar sería una fase más en su vida
política más que una verdadera profesión de armas. Aunque para algunos como Cayo
Mario, el tribunado fue una recompensa por su valía y fama con las armas, lo
habitual era que jóvenes inexpertos asumiesen este mando y luciesen orgullos en
su cintura la cinta purpura y el paludamentum
sobre sus hombros...
Según Polibio están eran las formas de formarse para el
tribunado militar, tan válida una como otra:
“Tres son las
maneras por la que los que ambicionan llegar a generales pueden intentarlo
razonablemente: la primera, por la Historia y por lo conocimientos que ella
proporciona, en segundo lugar por un método y la enseñanza de hombres
experimentados y en tercero, por la experiencia práctica en los asuntos bélicos”
En esta ilustración de Ángel García Pinto para Desperta
Ferro, basada en el Altar de Domicio
Ahenobarbo (+-122-115 a.C.), podemos observar la panoplia de un tribuno de
finales del S. II a.C. que perfectamente sería similar a la que luciría nuestro
protagonista en los campos de batalla de Numancia y África.
Detalle del Altar de Domicio Ahenobarbo, Con el tribuno al lado del altar. Wikicommons |
El casco es
un ejemplar del Apulo-Corintio de
influencia helénica pero que los romanos transformaron totalmente. El modelo
corintio original las cavidades oculares tenían un claro sentido práctico ya
que este casco protegía la cara pero en los combates en orden abierto que
practicaban los romanos esta protección se convertía en un inconveniente al
reducir la visión. Por lo que en búsqueda de la practicidad los ojos y
protección nasales quedaron como mero elemento decorativo y de prestigio.
Casco tipo Apulo-Corintio con soporte para cresta |
Si os fijáis
en su cadera izquierda pende sujeto con una correa (cinctorium) un puñal con una bella empuñadura con cabeza de águila.
Su nombre es parazonio, parazonium, que era el puñal símbolo de
rango tanto en Roma como en Grecia. El uso de este arma era simbólico, en el
sentido de que era una señal de rango y se utilizaba para reunir a las tropas. Según
cuentan los relatos el oficial cambiaba su puñal por una gladius o una spatha
cuando se sentía realmente amenazado durante una batalla, ya que su hoja de
solo 38 y 46 cm lo hacía ineficaz en combate.
Ilustración de |
“Tribuno romano del S.II a.C.” Francisco García Campa –
Bellumartis Historia Militar
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