España estaba en manos de las tropas
invasoras, una sensación de impotencia se apoderó de todos los rincones de la
nación. Pero un brillo de esperanza ilumino brevemente a la moral de los españoles, era el
sacrificio del pueblo madrileño que se levantó en armas contra el invasor francés
el 2 de mayo de 1808. Pese a la
derrota el ejemplo cundió por toda España.
En numerosas ciudades y aldeas el
pueblo se unía a los restos del ejército o creaban grupos de hombres que se
enfrentaban al francés en una nueva forma de combate conocida como guerrilla, desgastar la retaguardia del
enemigo evitando el enfrentamiento en campo abierto.
Pese
a las anteriores derrotas en campo abierto las autoridades de la Junta de Gobierno de Sevilla o Junta
suprema de España e Indias aún confía en el ejército tradicional. El
presidente de la Junta, Francisco
Saavedra, ordenó a Francisco Javier Castaños
constituir un ejército en Andalucía para enfrentarse al seguro avance francés
a las órdenes de Dupont...
El nuevo Ejército de Andalucía fue creado rápidamente debido al inminente avance
galo. Para ello Castaños empleo a las tropas regulares aun disponibles en el
campo de Gibraltar, unos 16 regimientos de infantería y tres de caballería.
Pero la mayor fuente de efectivos fue el reclutamiento masivo de voluntarios
unos 17.000. Entre estos voluntarios
la mayoría de ellos eran jóvenes o ancianos sin gran experiencia militar.
Al llamamiento respondieron unos magníficos
jinetes acostumbrados a lidiar con otro tipo de enemigos, eran los garrochistas. Pastores andaluces de
ganado vacuno que usaban una larga vara de 3 metros conocida como garrocha para guiar a las bestias. Debido a su afamada
habilidad ecuestre se decidió crear varias unidades de lanceros voluntarios incorporados a la 3º División del General
Manuel de la Peña.
Alrededor de 400 jinetes reclutados
mayoritariamente entre Jerez de La Frontera y Utrera aportando cada uno de los
hombres tanto la montura como el arma. Una serie de documentos del archivo
municipal de Jerez nos muestran ejemplos de alistamiento: “Domingo Sestelo,
tres hombres sostenidos por él con caballos y garrochas. Bartolomé Angulo, a su
hijo y cinco hombres más con caballos y garrochas así como todo su caudal”.
Para lograr cierta uniformidad teniendo en cuenta
las prisas y la escasez presupuestaria se optó por una lógica solución permitir
que vistiesen sus ropas tradicionales de trabajo añadiendo una serie de
elementos como el color rojo del pañuelo y los botones con la efigie de
Fernando VII y la leyenda de “Viva Fernando VII”. Manuel Gomez Imaz lo describía
de la siguiente manera:
"El
vestido de los jinetes era muy original, airoso y galán; el sombrero, de los
llamados franciscanos, de anchas alas rodeado de cordón o cinta prendida de
gruesa moña, la chupa de estesado con hombreras y caireles, chaleco medio
abierto de cuello en pie, dejando ver el de la camisa con pañuelo de color
anudado, faja, calzonas ajustadas hasta debajo de las rodillas, con ancha
franja al lado y botones de muletilla en los que se veía el busto del rey con
la leyenda "Viva Fernando VII"; botín abierto y bajo que dejaba ver
entre éste y el ajuste del pantalón la medía azul o blanca, y el pañuelo de
color rojo en la cabeza, atado en la nuca, cuyos picos caían por debajo del
sombrero sobre la espalda, dejando ver la larga coleta envuelta en redecilla de
estambre.”
A todos nos viene instantáneamente a la mente un
picador de una corrida goyesca, pues estáis en lo cierto ya que el traje de
torero no es nada más que una adaptación del traje de majo, es decir la
vestimenta tradicional de la clase popular española.
Esos civiles se dirigieron al combate con un simple
cuchillo de monte y con su amada garrocha, muchos de ellos sustituyeron la tradicional
puya por una hoja de lanza. Con estas escasas armas y con una nula preparación
militar se dirigieron orgullosos al encuentro del invasor francés.
El primer encuentro con los francesa sería el 16 de
julio en la Toma de Mengibar, a las órdenes
del capitán José Cheriff realizaron
una heroica pero temeraria carga decisiva en la toma de la plaza. Pero en esta
arriesgada acción falleció su oficial que no les pudo acompañar en su gloriosa
carga en Bailen.
Tres días después se produjo el decisivo
enfrentamiento en Bailen, gracias a su participación días antes se decidió que
formasen parte del frente principal. Cuando comenzó la carga de la caballería, los
voluntarios ansiosos de acabar con el invasor francés y debido a su falta de
organización se adentraron demasiado en las líneas francesas muriendo la mayor
parte de ellos, salvo unos treinta que lograron volver a las líneas españolas. Durante
la carga los garrocheros se animan unos a otros con el siguiente lema:
¡¡España
Jerez, a por ellos, como a las vacas!!
Su papel en la batalla les llevo a la gloria,
aunque ahora casi nadie se acuerde de ellos, la fama de su habilidad a caballo
se propago por toda Andalucía y España. Su ejemplo fue seguido por otros ganaderos a lo
largo de la guerra haciendo la vida imposible a los franceses, como se deduce
de las medidas que adoptó la autoridad napoleónica contra ellos. Tras ocupar Jerez
en 1810 proclamaron la siguiente ordenanza: “Todo individuo que auxilie a
los garrochistas será fusilado o ahorcado. El que avise para prenderlos será
gratificado con cuatrocientos reales y si el mismo es soldado será ascendido”.
“Los
Garrochistas de Bailen o Lanceros de Jerez. 1808”Francisco
García Campa – Bellumartis Blog de Historia Militar.
Bibliografia:
- Web del Centro de Estudios Históricos Jerezanos
- Web Grandesbatallas
Interesante artículo que va a la carpeta de favoritos.
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