En
pleno siglo XXI consideramos nuestra sociedad de democrática como heredera de
Grecia, exactamente del legado ateniense que se considera el arquetipo de las
polis griegas. Pero en la antigüedad seria Esparta, su antagonista, quien lograría
hacerse con la hegemonía tras su victoria en la Guerra del Peloponeso con un
sistema político y social alternativo que también sirvió como ejemplo a otros
movimientos políticos que se opusieron a las democracias liberales contemporáneas.
Para conocer como era realmente la sociedad lacedemonia, más allá de los habituales tópicos, os recomiendo la lectura del libro Esparta. Ciudad de las artes, las armas y las leyes de Nicolas Richer que nos da una imagen de una ciudad con frecuencia poco conocida. Basándose en las fuentes clásicas y los hallazgos arqueológicos nos va desvelando la Historia de Esparta y sus instituciones políticas y sociales que les convirtieron en una ciudad apasionante que ha fascinado a generaciones de amantes de la Historia Militar por ser una sociedad orientada a la Guerra. Tal seria su diferencia con el resto de polis griegas que e incluso su vestimenta y apariencia eran señal de su condición como espartano como ya os contamos en el artículo “La moda espartana”.
Tras
conocer los orígenes mitológicos e históricos de Esparta seguiremos su
expansión fuera de Laconia y como se fue estructurando la Esparta arcaica. Pero
será la llegada de Licurgo, un misteriosos personaje donde la realidad y la
leyenda se mezcla, que daría a los espartanos la Gran
Rhetra, la base de su sistema político y social que les diferenciaría del
resto de polis y convertiría a sus ciudadanos de pleno derecho, homonoi, en soldados a jornada completa
y no en ciudadanos que sirven temporalmente a la milicia como en las demás ciudades.
Esta
sociedad volcada a la guerra se mantiene por
la mano de obra esclava de los ilotas y en el trabajo de los periecos. Para lograr
que los ciudadanos se convertirán en el soldado perfecto eran sometidos a la
Agogé, un sistema educativo que separaba a los niños de sus familias para ser
educados por el estado. Esta dedicación a la guerra de los espartanos dio
una libertad a las mujeres que eran la que realmente dirigían la casa y la
exportación agraria de la familia mientras los hombres servían como hoplitas,
ya sea en guerras fuera del territorio espartano o en el periodo de vida comunitaria
con sus compañeros de armas.
Esos
hombres formados para la guerra formaron un
ejército invencible en décadas, basado en un núcleo de espartatistas que
eran apoyados por periecos y en casos de necesidad por ilotas, que lograron
vencer a Atenas y a sus aliados en la
Guerra del Peloponeso. Esta victoria dio lugar a un apasionante periodo
conocido como la
Hegemonía Espartana que finalizaría con la derrota
contra Tebas en Leuctra.
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