El
23 de mayo de 1618 en el Castillo de Praga los checos volvieron a poner de moda
su versión del “balconig” lanzando por la ventana a tres funcionarios imperiales.
Estas defenestraciones dieron lugar al comienzo de la
Guerra de los Treinta Años que tendrían su primer gran
enfrentamiento en las afueras de esta ciudad un par de años más tarde.
Para comprender la revuelta de Bohemia
y la primera fase de la larga Guerra que desangró a toda Europa, Peter H.
Wilson, autor
de una obra maestra sobre esta guerra nos da una perfecta visión de las causas y antecedentes
en “De
una crisis regional a una guerra general”. Bohemia era un reino dividido por la fe que
debido a la conjura de los más radicales miembros de los Estados Protestantes decidieron
por la “libertad religiosa” enfrentarse a su soberano. En el artículo de Václav
Bůžek “La Defenestración de Praga” conoceremos la intriga que llevo a
la decisión de arrojar por el balcón a los representantes imperiales, además de
las consecuencias de este acto de rebelión al emperador.
A finales de mayo pocos días después de
la Defenestración las autoridades bohemias ordenaron la creación de un ejército
para la defensa y conquista de las ciudades que aún seguían bajo el control
imperial. En “De las puertas de Viena a las puertas de Praga” Alberto Raúl
Esteban Rías nos muestra las campañas militares de ambos contendientes en los
dos años siguientes en tierras de los rebeldes e incluso en los territorios Austria
en los territorios austriacos de mayoría católica. Para la defensa de los
intereses del Emperador fue esencial la temprana ayuda española que Eienne
Bourdeu describe en “Hombres y dinero”.
Mansfeld cobrando las contribuciones de guerra |
Entre
los militares más famosos de esta fase de la guerra destaca el de “Ernst
von Mansfeld, empresario militar” lo que ahora se llamaría un
contratista que puso su compañía militar al servicio de la Unión Protestante.
Olli Bäcksröm nos explica el funcionamiento, financiación y reclutamiento de
estas tropas de mercenarios que se convirtieron en verdaderos ejércitos paraestatales. En este sistema,
capitanes o coroneles individuales reclutaban compañías o regimientos a sus
propias expensas. Mientras que Mansfeld ponía sus ejércitos al servicio de
gobernantes y señores de la guerra, los capitanes y coroneles bajo sus órdenes
ponían sus compañías y regimientos al servicio de Mansfeld.
Será
Oliver Chaline el que nos llevara a las afueras de Praga y nos describirá “La
batalla de la Montaña Blanca” en un completo texto ilustrado con dos mapas
que nos permiten comprender mejor los choques iniciales y el desplome
protestante. Tras la victoria de las tropas imperiales, toco el turno a Howard
Louthan en “La reconquista católica de Bohemia” de contarnos como el emperador trato de
restaurar una fe casi por completo destruida. La respuesta inicial fue de
violencia y coacción. Tales relatos de agresión, no obstante, solo son una
parte del proceso de recatolización de Bohemia. Roma recurrió también a
tácticas de persuasión y, en este caso, tenía a su servicio un extraordinario
arsenal de armas culturales como la acción de misioneros, publicación de libros
y al arte barroco el mejor reflejo de la contrarreforma.
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