En el verano de 1942, los japoneses tenían bajo su dominio numerosas islas del Pacífico, así como vastos territorios en el sudeste asiático. Pese a la derrota sufrida en la batalla de Midway, el Imperio del Sol Naciente se cernía amenazante sobre Australia. En Guadalcanal, en las Islas Salomón, los nipones estaban construyendo un aeródromo, hacía de la remota isla un lugar estratégico.
El desembarco estadounidense
Así
pues, el 7 de agosto de 1942, tropas de la 1ª División de Marines de los
Estados Unidos desembarcaron en Guadalcanal. En aquel momento, la 1ª División
de Marines, bajo el mando del general Alexander Vandergrift, era la única
fuerza de combatir a los japoneses. La división solo contaba con provisiones
para 60 días y disponía de municiones para 10 días.
Tras
un bombardeo previo de tres horas, guardaron silencio los cañones de los
cruceros y destructores norteamericanos. Desde el aire, los aviones de los
portaviones del contraalmirante Frank Fletcher, brindaban apoyo a las tropas
terrestres.
El desembarco no encontró oposición y la fuerza principal avanzó hacia el litoral norte de Guadalcanal, mientras que unos 6.000 marines se encargaban de tomar Tulagi y Gavutu-Tanambogo. Así, la 1ª División de Marines avanzaba tierra adentro y en tan solo 36 horas logró hacerse con el aeródromo. Este campo de aviación pasaría a denominarse Campo Henderson, en honor a un piloto fallecido durante la batalla de Midway.
Sin
embargo, los marines estaban a punto de enfrentarse a graves problemas. Los
portaviones de Fletcher se retiraron y la armada aliada sufrió duras pérdidas
como consecuencia de los ataques llevados a cabo por la flota del vicealmirante
Mikawa. En vista de tan nefastos acontecimientos, los buques estadounidenses
abandonaron Guadalcanal. Esto dejaba a los marines sin buena parte de sus
provisiones y de sus municiones, que aún no habían sido desembarcadas. Para
mayor desgracia, otros 3.000 infantes de marina, que estaban a bordo de los
barcos, tuvieron que regresar sin pisar Guadalcanal. Los marines tampoco habían
podido desembarcar la mayor parte de su artillería pesada, ni de sus
alambradas.
En
la inhóspita jungla de Guadalcanal, los marines subsistieron gracias a las
provisiones capturadas a los japoneses durante los primeros días de la
invasión, así como también gracias a las bayas y raíces, que les servían de
alimento.
El contraataque exprés japonés
Por
su parte, los japoneses, enviaron refuerzos a Guadalcanal y el 20 de agosto el
coronel Ichiki emprendió un contrataque contra los estadounidenses. Sin
embargo, el intento por desalojar a los estadounidenses fracasó
estrepitosamente. Los nipones sufrieron 1.000 muertos al atacar a los marines
en la desembocadura del río Ilu. Ante tan desastrosos resultados, el coronel
Ichiki se quitó la vida.
Por
fortuna para los norteamericanos, aquel día, los primeros aviones tomaron
tierra en el aeródromo de Campo Henderson. De este modo, Vandergrift disponía
del apoyo aéreo de 12 bombarderos Dauntless y 19 cazas Wildcat.
Los japoneses, empecinados por expulsar a los marines de Guadalcanal, pusieron en marcha lo que se denominaría “el expreso de Tokio”. Transportados en destructores, llegaron refuerzos nipones a la isla.
Alrededor
de la isla se desarrollaban furiosos duelos aéreos y navales, mientras que los
infantes de marina permanecían firmemente anclados a su perímetro defensivo,
deteniendo todas las tentativas japonesas. Las condiciones en las que combatían
en la isla se tornaron miserables, con tormentas tropicales, insectos y
serpientes venenosas o enfermedades tropicales como la malaria, por no hablar
de otras dolencias como la disentería.
Durante
las noches del 12 y el 13 de septiembre de 1942, el general Kawaguchi trató de
conquistar el aeródromo atacando a través del cerro sangriento. Sin embargo, se
toparon con la férrea resistencia de los mejores marines: un batallón de
infantería de marina, un batallón de paracaidistas y un batallón de raiders y
artillería, todos ellos comandados por el teniente coronel Merritt Edson.
La
lucha fue encarnizada y los nipones estuvieron cerca de quebrar las líneas
estadounidenses. Pero los japoneses se toparon con un muro infranqueable. Se
trataba de soldados fanáticos combatiendo contra auténticos profesionales como
los marines. Cuando amaneció el 14 de septiembre, el terreno de batalla estaba poblado
por cientos de cadáveres nipones.
Por
fin, cinco días después de la desesperada defensa en el cerro sangriento, los
marines fueron reabastecidos. A medida que transcurría el tiempo, los
estadounidenses veían su posición fortalecida. Todo ello les llevó a construir
un aeródromo en Kukum. Merece la pena destacar los fortísimos combates que se
produjeron en el flanco derecho de los marines, en el río Matanikau.
La guerra de desgaste en la isla
Pero
los japoneses aún estaban lejos de darse por vencidos, por lo que arribó a
Guadalcanal el general Hyakutake con nuevos refuerzos, lo que hacía que los
nipones contasen con 20.000 hombres. Por su parte, los norteamericanos no
habían perdido el tiempo y ahora contaban en sus filas con tropas del 164º
regimiento de infantería del ejército.
Así, el 24 y el 25 de octubre, los japoneses volvieron a atacar el cerro sangriento con funestos resultados. Los nipones continuaban enviado más y más tropas contra el perímetro americano, pero no conseguían quebrar las defensas de los estadounidenses.
Un soldado norteamericano observa las alturas de la Cresta Edson.
Tras una prolongada guerra de desgaste, el 9 de diciembre, se decidió retirar a la exhausta 1ª División de Marines. Fue entonces cuando el ejército tomó el control de la batalla, con el general Patch al frente de 50.000 hombres. Por el contrario, el general Hyakutake, solo podía contar con la mitad de hombres que Patch. Debido a la agresividad de las fuerzas aéreas y navales de los Estados Unidos, la situación nipona comenzó a deteriorarse. Los japoneses veían cómo los suministros escaseaban.
El
ejército de Patch lanzó una ofensiva más allá del río Matanikau y el 23 de
enero de 1943 conquistó el cuartel del general Hyakutake en Kokumbona. Sin
embargo, el general Patch tuvo que detener su ofensiva cuando recibió
informaciones de que una gran fuerza naval japonesa se aproximaba a
Guadalcanal. Tan solo resultaron ser destructores que acudían para evacuar a
los soldados nipones.
Los
japoneses lograron evacuar a sus tropas de Guadalcanal y tras seis meses de
intensos combates, la batalla por la isla había concluido. La contienda se
había saldado con 20.000 bajas para los estadounidenses por 32.000 bajas de los
japoneses. Con la victoria de Guadalcanal, los estadounidenses habían dado el
primer paso en su camino hacia Tokio. A partir de ahí, comenzaría una dura
lucha de isla en isla hasta llegar a Japón.
Soldados japoneses muertos en el banco de arena de Alligator Creek, Guadalcanal, después de la Batalla de Tenaru.
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