Gracias a nuestro amigo David López Cabia ascenderemos el rio Nilo más
allá de las cataratas para conmover la intervención británica en las desérticas
tierras del Sudan. Una guerra que para muchos nos trae a la memoria la película
“Las
cuatro plumas” que muchos, los millennials
estáis invitados a verla en cualquiera de sus versiones, vimos en esas sesiones
de televisión de los fines de semana por la tarde.
La "Revuelta mahdista del Sudán"
En la década de 1870,
Sudán era un país pobre y oprimido bajo la dominación egipcia. Fue el contexto
ideal para que prosperase la rebelión del denominado Mahdi y sus seguidores.
Muhammad Ahmad ibn as Sayyid abd Allah, conocido como el
Mahdi, era un líder religioso que predicaba la vuelta a los valores más puros
del Islam, así como la expulsión de los egipcios. Así pues, Mohamed Ahmed, proclamaba
que él era el tan esperado Mahdi de los musulmanes.
Percatándose del peligro que representaba, en agosto de 1881, el
gobernador general, Raouf Pacha, decidió que era el momento
de acabar con la amenaza. Dos compañías de infantería fueron enviadas en un
barco de vapor a la isla de Abba para capturar al Mahdi. El comandante de
compañía que lograse capturar al Mahdi sería premiado con un ascenso. Así pues,
las dos compañías tomaron rutas distintas, pero cuando abrieron fuego,
terminaron disparándose entre ambas formaciones. Descubiertos por el estrépito
de los disparos, los soldados egipcios fueron masacrados por los seguidores del
Mahdi. Tan solo un puñado de hombres logró regresar al barco para escapar de la
matanza. Esto solo era el principio.
La rebelión se extendió y una fuerza de 4.000 hombres dirigida
por Yusef Pacha fue derrotada por los hombres del Mahdi el 7 de junio de 1882.
Tal era el desprecio que sentían por los seguidores del Mahdi que los egipcios
ni siquiera se molestaron en apostar centinelas para vigilar su campamento.
Las tropas egipcias fueron atacadas y los puestos avanzados
fueron tomados. Las grandes guarniciones lograron resistir, pero quedaron
asiladas en la vastedad del territorio sudanés.
La expedición del coronel Hicks
Con la creciente influencia de los británicos en el gobierno
egipcio, era imperativo poner fin a la convulsa situación que atravesaba sudán.
En 1883 se organizó una expedición contra las fuerzas mahdistas compuesta por
9.000 hombres comandados por el coronel
Hicks. Sin embargo, la expedición de Hicks, compuesta por tropas de dudosa
calidad, fue masacrada por el ejército del Mahdi.
Gordon, un nuevo gobernador para Sudán
Presionados por los británicos, los egipcios accedieron a
nombrar gobernador de Sudán al general
Charles George Gordon. Se trataba de un oficial que había servido en la
Segunda Guerra del Opio en China (1856-1860) y que había sido gobernador de
Sudán previamente (1877-1879, destacando por su honradez y su lucha contra la
esclavitud. Este nombramiento se produjo pese a las reticencias del cónsul
general británico en Egipto, sir Evelyn Baring. Las razones por las que Baring
se oponía al nombramiento de Gordon era por su inconstancia y porque la
presencia de un general británico en un lugar tan convulso como Sudán podía
terminar implicando el despliegue de tropas británicas.
El 18 de enero de 1884 Gordon partió de Londres hacia su nuevo
destino y tras presentar sus respetos ante el cónsul general Baring y el
jedive, el 22 de febrero de 1884 llegó a Jartum. Al llegar a Sudán se percató
de que la situación era muy diferente de la que vivió durante su primera etapa
como gobernador.
Gordon, se negaba a abandonar a quienes estaban bajo su mando,
por ello, permaneció en Jartum. Su sentido del honor le impedía abandonar la
ciudad, mientras esperaba a que el gobierno británico se viese forzado a enviar
tropas para acabar con el Mahdi. Bajo su mando tenía 7.000 soldados, a lo que
había que añadir la labor de proteger a 30.000 civiles.
El asedio de Jartum
Preparándose para la
defensa, los hombres de Gordon fortificaron sus posiciones, sembraron minas y
tendieron alambre de espino. Gordon no perdía el tiempo y de vez en cuando,
llevaba a cabo salidas para hostigar al ejército del Mahdi, atacándole con una pequeña
flota de embarcaciones de vapor. En ocasiones, incluso era capaz de enviar un
mensajero disfrazado a través de las innumerables huestes del Mahdi.
Las noticias del asedio de Jartum llegaron a Inglaterra y el
gobierno liberal de Gladstone se encontró con una fuerte oposición de los
conservadores y de la prensa, que reclamaban el envío de fuerzas británicas a
Sudán. Finalmente, Gladstone, presionado, accedió a enviar un ejército de
10.000 hombres a Sudán bajo el mando del general sir Garnett Wolseley.
Wolseley
y su operación de rescate de Gordon
Sobre el terreno, Wolseley se dirigió hacia Dongola para
encontrarse con el mayor Kitchener. El mayor le informó de que Gordon había
enviado en uno de sus vapores a un oficial. Las noticias no eran muy
halagüeñas.
Desde Jartum, Gordon envió en un vapor a uno de sus oficiales
esperando que acudiese una columna de rescate. Sin embargo, la embarcación
impactó contra las rocas de una catarata y su tripulación fue apresada por un
jeque y ejecutada.
La fuerza de socorro comenzó a concentrarse en Korti. La
situación de Jartum cada vez era más acuciante, pues el 17 de noviembre de 1884
Wolseley recibió un mensaje de Gordon informándole de que no sería capaz de
resistir más allá del 14 de diciembre.
Miembros del cuerpo de camelleros y del 19 de husares. Obra de Orlando Norie |
Para reforzar la guarnición de Gordon se creó la denominada columna del desierto, compuesta por el
Regimiento Ligero de Camellos, el Regimiento de Guardias Montados Camello, el
Regimiento de Infantería Ligera Montada a Camello, un escuadrón de artillería
montada a caballo, media batería de artillería real, un destacamento naval con
una ametralladora Gardner, un destacamento de ingenieros, un hospital de
campaña móvil y destacamentos de transporte. Esto suponía unos 2.000 hombres y
300 camelleros a los que había que añadir guías locales.
Estos regimientos de infantería montada se habían acostumbrado a
las marchas en camello, pues habían recorrido el trayecto de Asúan a Korti a
lomos de aquellos animales. Al mando de la columna del desierto estaba el
brigadier Herbert Stewart.
Según las informaciones de Gordon, Jartum podía caer en manos de los derviches del Mahdi para el 14 de diciembre, pero nuevos mensajes enviados
por Gordon confirmaron que los defensores de Jartum continuaban resistiendo.
Por fin, el 30 de diciembre, la columna del desierto, liderada por el brigadier
Stewart, se puso en marcha.
Llegaron a los pozos de Gakdul, dejando tropas para proteger el
suministro de agua. El 14 de enero de 1885 reanudaron la marcha. Mientras
tanto, el Mahdi, consciente del avance de las tropas británicas, retiró 12.000
hombres del asedio de Jartum.
Para el destacamento fluvial tampoco era sencillo el viaje. Paso de la Segunda Catarata del Nilo |
La
batalla de Abu Klea
La columna de Stewart marchaba hacia Abu Klea, cuando el 15 de
enero descubrieron el rastro de los derviches. El rastro de las pezuñas y un
fusil abandonado delataron a los derviches. La fuerza de Stewart procedió a
atrincherarse.
Se puede apreciar en este mapa como la Columna del Desierto cortaba el amplio giro del rio. En medio de la ruta se encuentra abu Klea |
Al amanecer comenzaron las primeras escaramuzas entre los
tiradores de ambos ejércitos. La artillería británica también disparó sobre un
contingente de caballería derviche, pero al comprobar que el enemigo no quería
atacar la posición defensiva de Stewart, éste dejó una pequeña guarnición en la
empalizada y el grueso de las tropas británicas avanzaron formando en cuadro.
Una minúscula fuerza de 1.500 hombres se interponía ante los
incrédulos ojos de los emires. Éstos pensaron que su superioridad numérica
sería suficiente para aniquilarlos. Los derviches marcharon hacia la esquina
izquierda delantera del cuadro, pero los cañones sembraron la muerte entre los hombres del Mahdi. Las descargas de los soldados británicos causaron verdaderos
estragos en las filas de los derviches, que optaron por modificar la dirección
de su ataque. Así pues, la ofensiva se dirigió contra un destacamento equipado
con una ametralladora Gardner, que se atascó después de disparar 30 balas. La
posición del destacamento equipado con la ametralladora fue rebasada por los
derviches.
El Regimiento Pesado de
Camellos, que guarnecía el flanco izquierdo, tuvo que hacer frente al grueso
del ataque derviche. Uno de los ángulos del cuadro británico se mostró
vulnerable y un grupo de derviches consiguió internarse en la formación. Un
emir llegó a clavar su bandera en el interior del cuadro, pero rápidamente cayó
abatido por el fuego británico. Las descargas continuaron neutralizando al
grupo de derviches que había logrado penetrar en el cuadro. Quienes no cayeron
por los disparos de fusil, perecieron aguijoneados por las bayonetas.
El cuadro britanico en Abu Klea, versión artistica de G W Bacon & Co, The Strand |
Entre los camellos y los cadáveres de derviches y británicos,
los hombres de Stewart se las arreglaron para cerrar las brechas. Un nuevo
grupo de derviches atacó con caballería la esquina derecha posterior de la
formación, pero el cuadro se mostró sólido y los británicos repelieron la
ofensiva.
Duramente castigados, los derviches pusieron pies en polvorosa y
la artillería británica disparó para aligerar la retirada enemiga. La mitad de
los hombres que se encargaban de la ametralladora Gardner habían muerto o
estaban heridos, sin embargo, repararon la ametralladora y abrieron fuego
contra la marabunta que se batía en retirada.
Tras la batalla, los cadáveres de 1.100 derviches yacían sobre
el campo de batalla. A continuación, los hombres de Stewart se hicieron con los
pozos de Abu Klea. Como los suministros y pertrechos no habían llegado, la
columna se vio obligada a dormir en el desierto.
La batalla de Abu Kru
El 18 de enero, la
columna de Stewart reanudó su avance hacia Jartum. Sus tropas estaban exhaustas
por la exigencia de la marcha y la dureza del desierto. Era 19 de enero cuando
llegaron a un paso situado a unos 8 kilómetros al sur de Metemeh. Un escuadrón
del 19º de Húsares divisó entra una colina y el río Nilo una enorme fuerza
derviche, mucho mayor que a la que se habían enfrentado en la batalla de Abu
Klea.
Artillería en camello, guerra mahdi |
Los derviches dispararon contra la empalizada británica, matando
a dos corresponsales de guerra y al brigadier Stewart. El coronel Wilson tuvo
que asumir el mando y se dispuso a seguir el plan trazado por Stewart. En la
retaguardia quedaron la artillería, medio Regimiento Pesado de Camellos, el 19º
de Húsares y el destacamento naval.
Un cuadro de 900 hombres marchaba hacia los derviches, con la
ametralladora Gardner y las armas pesadas cubriéndoles. El trayecto se hizo más
enervante cuando los soldados británicos comenzaron a caer bajo el fuego de los
tiradores derviches. Una gran masa de derviches apareció y los más impulsivos
abrieron fuego, sin embargo, cuando se ordenó alto el fuego, el cuadro
británico obedeció diligentemente.
Los derviches se abalanzaron sobre el cuadro. Los británicos,
pacientemente, aguardaron. Cuando solo se encontraban a trescientos metros, una
granizada de fuego desgarró salvajemente las filas de los derviches. Las
descargas fueron tan letales que ningún derviche pudo acercarse a menos de
cincuenta metros. La batalla de Abu Kru fue breve, durando unos pocos minutos.
De las gargantas de los victoriosos soldados británicos brotaron tres gritos de
hurra.
A pesar del triunfo británico en Abu Kru, los derviches
continuaban presentes en la zona, superando en número a la reducida fuerza del
coronel Wilson. Por ello, se fortificó Gubat.
A través del río, el 21 de enero de 1885, llegaron los barcos de
vapor de Gordon. Más derviches marchaban al norte para combatir a la columna
británica, aunque la ciudad de Jartum, sometida a fuertes ataques, continuaba
soportando las acometidas de los derviches.
Muerte de Gordon y caída de Jartúm
El 24 de enero, el
coronel Wilson partió hacia Jartum con un puñado de hombres a bordo de dos
buques de vapor. Pero el Mahdi ordenó el asalto definitivo contra la ciudad
sitiada. El descenso del caudal del río Nilo dejaba en una posición
comprometida a la ciudad. Ya el 26 de enero de 1885, los derviches se lanzaron
al ataque. Jartum, sometida a una orgía de muerte y destrucción, terminó por
caer en manos de las tropas del Mahdi.
Pese a que el Mahdi había dado la orden de no matar a Gordon, se
le entregó la cabeza del general británico. El Mahdi fue incapaz de mirar los
ojos sin vida de Gordon.
Ignorando la caída de Jartum,
los barcos de vapor, con el coronel Wilson y los primeros hombres de la columna
del desierto, llegaron a la ciudad. Al arribar, fueron recibidos con un nutrido
fuego por los derviches. Ante semejante recepción, dieron media vuelta y tras
sufrir una odisea, lograron regresar.
Con la caída de Jartum, no tenía sentido continuar la campaña
militar en Sudán, por lo que las tropas británicas procedieron a la retirada.
Cinco meses después de la conquista de Jartum, el Mahdi murió a causa de la
viruela y fue sucedido por el califa Abdullah.
Las derrotas italianas en África a manos de los derviches y la
amenaza de expansión francesa en el continente propiciaron una nueva
intervención británica en 1896. Ésta vez, las tropas egipcias y británicas,
competentemente dirigidas por el general Kitchener, derrotaron a los mahdistas.
La victoria angloegipcia en 1898 en la batalla de Omdurman selló la victoria británica en Sudán y Jartum
terminó siendo reconquistada, con las enseñas de Egipto y Gran Bretaña ondeando
en el palacio que había ocupado el general Gordon.
“La Guerra
mahdista: La columna del desierto” David López Cabia – Bellumartis Historia
Militar
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