Fotograma de la pelicula de 1961 dirigida por Anthony Mann |
Hoy tenemos el placer en BHM de contar con el
especialista en El Cid y su época, Alfonso
Boix Jovaní. Sin más os dejo con esta breve introducción al mundo del
Cid:
Igual que sucede con algunas películas
actuales, el Cantar de Mio Cid podría
describirse como “basado en hechos reales”, pues no todo lo que se narra es
completamente histórico, de ahí que la leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar deba
mucho al más importante de los textos épicos conservados en castellano. Esta
importante dosis de ficción se hace extensiva a las batallas contenidas en el
poema, muy interesantes por una peculiaridad: prácticamente todas, a excepción
de la acaecida en Tévar, se articulan en torno a la conquista y defensa de una
plaza, escenario que permite al poeta describir, como mínimo, dos maneras de
hacer la guerra: por un lado, las tácticas de conquista empleadas para tomar la
localidad; por otro, la batalla campal frente a quienes intentan recuperar el
lugar recién conquistado por el Cid...
El Cid por José Ferre Clauzel |
Tras ser desterrado por un crimen que no ha
cometido –lo del héroe injustamente proscrito no comienza con “El Equipo A”–,
el Cid marcha con una pequeña tropa y sin apenas recursos de subsistencia, lo
cual le impide sostener largos asedios que conviertan a su hueste en presa
fácil de todo ejército que acuda en auxilio de los sitiados. Por ello, el Cid necesita
una primera y fulgurante ida conquista, cuya estrategia desarrollará con la
inestimable ayuda de su brazo derecho y gran asesor, Minaya Álvar Fáñez. La presa
será Castejón, en cuyas cercanías aguardará
el Campeador por la noche para abandonar su escondite cuando los habitantes
abran las puertas de mañana, cuando vayan a trabajar al campo.
En su segunda conquista, lograda en Alcocer, y ya con más medios, el Cid se
permite un asedio de quince semanas, tras las cuales comprende que no puede
perder más tiempo y simula renunciar a su propósito levantando la posición, y
abandonando, en medio de la llanura, una rica tienda completamente pertrechada,
que actuará a modo de caballo de Troya: al ver cómo se aleja el Cid, los
habitantes de Alcocer correrán felices para hacerse con dicha tienda pero,
cuando estén lo bastante lejos de la población, la tropa del Cid se dará la
vuelta –el popular tornafuye–, lanzándose tras los pobladores de Alcocer que,
corriendo a pie, no llegarán a tiempo de cerrar las puertas de Alcocer. Muy
diferente es la toma de Valencia, donde vemos al Cid comandando un inmenso ejército
y sobrado de medios, lo que le permite sitiar la capital del Turia durante casi
diez meses. El Cantar, por cierto, no
especifica el uso de trabucos u otro armamento de asedio para vencer la
resistencia Valenciana, si bien no debe descartarse su uso a tenor de lo que
revela la Historia Roderici, la
crónica por antonomasia sobre el Cid, donde sí se cita la presencia de un
aparato para doblegar la resistencia valenciana.
Los choques más espectaculares se producen tras
las conquistas, cuando el Cid pasará de ser sitiador a asediado, y desempeñando
brillantemente este papel al manejar diversas estrategias para vencer a un
enemigo superior y dispuesto a reconquistar la plaza ganada por Rodrigo. Ante los
reyes Fáriz y Galve, el Campeador optará por una clásica carga, aunque acabará
siendo un tanto accidentada porque el impetuoso Pedro Bermúdez no podrá
contenerse y abandonará la formación a lo loco, lanzándose él sólo contra los
enemigos y obligando al Cid a ordenar el ataque antes de lo previsto para que
sus hermanos de armas puedan socorrer al impetuoso Don Pedro. Otra carga, mucho
más organizada, se dará en la batalla
contra Bucar, tras la toma de
Valencia, donde también Don Jerónimo atacará en solitario tras serle
concedido el honor de ganar las primeras heridas. Todavía en Valencia, la batalla
contra el rey de Sevilla carece de narración detallada, pero el Cantar indica que, con el choque ya
decidido, el Cid persiguió a los moros, empujándolos contra el Júcar, donde
muchos se ahogaron. La narración, pues, remite aquí a un factor tan importante
como es el aprovechamiento de los accidentes naturales a la hora de plantear
una batalla, y recuerda al modo en que William Wallace aplastó a medio ejército
inglés contra el río Stirling, donde muchos perecieron ahogados.
Estas conquistas son, habitualmente, ficticias
en la mayor parte de su relato, cuando no en su totalidad. ¡De hecho, ni
siquiera sabemos si la batalla de Alcocer sucedió en realidad! Pero eso no
significa que las estrategias detalladas no sean válidas, como también son enormemente
valiosas las descripciones de las fases de las batallas más importantes, o las relativas
a la equipación de los soldados. En ese aspecto, tanto la batalla de Tévar como
la de Cuarte son modélicas: en la primera, el poema relata cada fase del
desarrollo de la contienda: primero, el Cid y el conde Don Ramón de Barcelona intercambian
cartas, provocándose, tras lo cual disponen las tropas en orden de batalla. Las
tropas del conde de Barcelona ocupan posiciones elevadas, montes -aquí, de
nuevo, se observa el aprovechamiento de la orografía-, mientras que el Cid,
consciente de que la equipación de los suyos es más adecuada para el combate
que la de sus contrarios, aguarda la embestida enemiga para recibirlos formando
un muro con las lanzas, rompiendo su formación y obteniendo una rápida
victoria. En Cuarte, el Cid derrota a los almorávides dividiendo sus propias fuerzas
para lanzar un ataque de flanco donde, mientras un primer contingente a caballo
ataca frontalmente el real almorávide, un segundo cuerpo golpea por el sureste,
provocando el espanto enemigo. Estas dos batallas reflejan perfectamente la
interesante variedad de tácticas, estrategias, perspectivas según el enfoque de
asediador o asediado, y la riqueza de las narraciones de todo el Cantar que lo convierten no sólo en el
pilar sobre el que se asienta la leyenda del Campeador, sino también en una
importante fuente para desarrollar estudios polemológicos sobre la guerra
medieval en la Península Ibérica.
“La guerra
en el Cantar del Mio Cid” Alfonso Boix Jovaní– Bellumartis Historia Militar
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