Cangrejos Heike con caras similares a las humanas
representadas en una impresión del ukiyo-e por Utagawa Kuniyoshi.
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Son innumerables los
festivales temáticos que se celebran en Japón a lo largo del año, unos
por motivos religiosos y otros más profanos. Algunos, sin embargo, tienen un
origen legendario, si bien el mito iniciador se remonta a un suceso histórico
que sumió al país en el caos durante un lustro del último cuarto del siglo XII:
las Guerras Gempei. El Heike Ochudo Matsuri, que tiene lugar en
abril, y el Shiiba Heike Matsuri, en noviembre, son dos buenos ejemplos
con un elemento común: el apellido Heike, que designaba a un
todopoderoso clan también conocido como Taira, y que fue protagonista
insospechado al originar una leyenda que provocó un singular proceso evolutivo.
En efecto, si uno pesca
en el Mar Interior de Seto, el que se ubica entre las islas de Honshu,
Shikoku y Kyushu separando el Mar del Japón del Mar de Filipinas (unos 23.500
kilómetros cuadrados tachonados con más de medio millar de islas menores), es
posible que cobre una pieza que a buen seguro le dejará boquiabierto: un
insólito tipo de cangrejo cuyo caparazón presenta una serie de
abultamientos que forman la reconocible faz de un samurái. No se tratará
de un ejemplar aislado ni de ingeniería genética sino de algo natural motivado
por la capacidad de adaptación de esa especie a lo largo de más de ochocientos
años. Para entenderlo hay que echar un vistazo a aquella turbulenta etapa de
las Guerras Genpei...
Mapa de las batallas y ciudades importantes en las Guerras Genpei. Wikicommons |
Este conflicto enfrentó a
los citados Heike con otro importante clan, el Minamoto, también llamado
Genji, en una lucha por el poder que se desarrolló desde el año 1180
hasta el 1185, en lo que fue el final del Período Heian; éste,
considerado la época clásica de la historia japonesa; había empezado en el 794
d.C. y fue un momento brillante en lo cultural, artístico y literario, aunque,
por contra, empezó una decadencia económica. Ello debilitó la autoridad
imperial en favor de una casta militar en la que al principio, paradójicamente,
los Heike y los Minamoto se aliaron en la llamada Rebelión de Hogen para
desalojar de la regencia a un tercer clan, el Fujiwara.. Tuvieron éxito
pero, a cambio, quedaron abocados a enfrentarse entre sí en 1159, en lo que se
conoce como Rebelión Heiji.
Los Heinke habían
conseguido la primacía, pasando a ser los protectores del emperador Nijo
y copando los puestos de la administración. Durante un viaje a Kioto del líder
del clan Heinke, Taira no Kiyomori, los Minamoto vieron su gran
oportunidad: pactaron con su anterior enemigo, Fujiwara no Nobuyori, pusieron
sitio al palacio imperial y finalmente apresaron al emperador y su familia para
imponer su propio candidato. El inevitable enfrentamiento se produjo al
regresar Taira no Kiyomori, quien aplicando la astuta táctica de dividir al
adversario, se aseguró la inacción de Fujiwara y aplastó a los Minamoto,
ejecutando a sus principales representantes. Fue el comienzo de un ciclo de
dominio Heike, en el que esa familia ejercía un control total sobre el trono
hasta el punto de que uno de los emperadores, Go-Shirakawa, incluso llegó a
planear un golpe de estado, aunque fue descubierto y destituido por ello,
siendo coronado su nieto Antoku, que tenía sangre Heike por vía materna.
Eso enardeció a los Minamoto, que se alzaron en armas. La guerra retornaba al
Japón.
Taira no Kiyomori. Wikicommons |
Los Heike se impusieron
en una primera fase con cierta facilidad. Después los Minamoto se
reorganizaron, pero fue necesario acordar una tregua debido a que el país
estaba sumido en una gravísima hambruna. Por fin. Ambos ejércitos tuvieron un
choque terrible y definitivo en la batalla naval de Dan-no-ura, en la
costa suroeste de Honshu, el 25 de abril de 1185. Duró media jornada y la flota
que dirigía Minamoto no Yoshisune derrotó de forma contundente a la de los
Heike, ya que contaba con manifiesta superioridad numérica: tres mil
barcos frente a un millar. El combate tuvo dos fases: la primera fue un duelo
de arqueros con resultado incierto y en la segunda llegaron los abordajes para
luchar a espada; ahí los Minamoto supieron aprovechar su mayoría y se beneficiaron
de las corrientes para situar mejor sus naves. Además, al descubrir en qué
buque estaba el emperador Antoku, se lanzaron contra él intentando capturarlo.
Al ver la derrota
inminente, muchos guerreros Heike optaron por suicidarse arrojándose al
mar. La abuela de Antoku eligió el mismo camino antes que caer en manos del
enemigo y se llevó con ella a su nieto, tal como narra el Heike Monogatari
o Cantar de Heike, considerado una especie de Ilíada
nipona:
El emperador había cumplido aquel año los siete de edad, pero parecía mucho mayor. Era tan hermoso que parecía emitir un resplandor brillante y su pelo negro y largo le colgaba suelto por la espalda. Con una mirada de sorpresa y de ansiedad en su rostro preguntó a la Dama Nii:
-¿A dónde me llevas?
Ella miró al joven soberano mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y... lo consoló, atando su largo pelo en su vestido color de paloma. Cegado por las lágrimas, el niño soberano juntó sus bellas manitas. Se puso primero cara al Este para despedirse del dios de Ise y luego de cara al Oeste para repetir el Nembutsu. La Dama Nii lo agarró fuertemente en sus brazos y mientras decía "en las profundidades del océano está nuestro capitolio", se hundió finalmente con él debajo de las olas.
Cangrejo Heike, (Heikeopsis japonica) |
La represalia de
los Minamoto, uno de cuyos líderes, Minamoto Yoritomo, se convirtió en el
primer shogun (una especie de dictador militar), fue espeluznante,
exterminando con saña a todo adversario sin tener en tradición cuenta su edad. La tradición cuenta
que sólo sobrevivieron cuarenta y tres damas de honor que fueron condenadas a
vender flores y favores a los pescadores de la zona. Los Heike fueron
prácticamente borrados de la faz de la Tierra... o quizá no, como
parecen mostrar los mencionados cangrejos. Resulta que algunos matsuris
(festivales) evocan en sus recreaciones a los samuráis ahogados en la batalla y
la creencia es que los espíritus de éstos perviven en esos crustáceos, de ahí
su significativo caparazón. Carl Sagan explicaba en su libro Cosmos
cómo esa leyenda -o quizá antes ya- favoreció las características morfológicas
de la especie y la pervivencia de ésta:
Cómo se consigue que el rostro de un guerrero quede grabado en el caparazón de un cangrejo? La respuesta parece ser que fueron los hombres quienes hicieron la cara. Las sombras en los caparazones de los cangrejos son heredadas. Pero entre los cangrejos, como entre las personas, hay muchas líneas hereditarias diferentes. Supongamos que entre los antepasados lejanos de este cangrejo surgiera uno con una forma que pareciera, aunque fuera ligeramente, a un rostro humano. Incluso antes de la batalla de Dan-no-ura los pescadores pueden haber sentido escrúpulos para comer un cangrejo así. Al devolverlo al mar pusieron en marcha un proceso evolutivo: Si eres un cangrejo y tu caparazón es corriente, los hombres te comerán. Tu linaje dejará pocos descendientes. Si tu caparazón se parece un poco a una cara, te echarán de nuevo al mar. Podrás dejar más descendientes. Los cangrejos tenían un valor considerable invertido en las formas grabadas en sus caparazones. A medida que pasaban las generaciones, tanto de cangrejos como de pescadores, los cangrejos cuyas formas se parecían más a una cara de samurái sobrevivían perfectamente, hasta que al final se obtuvo no ya una cara humana, no sólo una cara japonesa, sino el rostro de un samurái feroz y enfadado. Todo esto no tiene nada que ver con lo que los cangrejos desean. La selección viene impuesta desde el exterior. Cuanto más uno se parece a un samurái mejores son sus probabilidades de sobrevivir. Al final se obtiene una gran abundancia de cangrejos samurái.
O sea, la guerra como herramienta de la evolución.
Ilustración del Heike Monogatari o Cantar de Heike |
Fuentes:
-
Historia de Japón. Economía, política y sociedad (VVAA)
-
Cosmos (Carl
Sagan); Wikipedia.
“Las guerras gempei y los insólitos cangrejos heike con cara de samurái” Jorge Álvarez – Bellumartis Historia
Militar
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