El Gran Capitán observa el cadáver del Duque de Nemours tras la batalla de Ceriñola. Obra de Federico Madrazo. Wikicommons |
Entre
pitos y flautas, hoy es 2 de diciembre y se celebra el V aniversario de la
muerte de un gran español, Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de
Aguilar conocido como el Gran Capitán. Tanto ahora como en
el día de su muerte su figura parece olvidada por el pueblo que tanto le debe.
Desde su nacimiento en Montilla, en el
año 1453, su vida estaba destinada a o bien a la milicia o el clero, como segundón
que era. Para bien de Castilla y en el futuro de Aragón decidió coger la espada
y no la sotana y entró al servicio de la pretendiente al trono de Castilla Alfonso que tras su muerte pasarían sus derechos a su hermana Isabel.
En la batalla de Albuera, en 1479
durante la guerra contra la Beltraneja y sus aliados portugueses, ya aparece
citado entre los mejores combatientes. Pero fue en la larga Guerra de Granada,
donde sobresalió como soldado en el asalto de Antequera, Íllora, Montefrío y
especialmente en Loja donde hizo
prisionero al monarca nazarí Boabdil...
Escultura del amigo Salvador Amaya |
Gracias a sus éxitos militares el sur
de Italia era Aragonesa finalmente y Fernando le proclamó Virrey. Hasta que por
envidias de los cortesanos y en cierta parte del propio soberano, habiendo
muerto la reina Isabel valedora del fiel castellano, decidió destituirlo en
1506. Tras duros avatares regreso a España donde murió años después en el más
puro de los anonimatos olvidado por el Rey al que fielmente sirvió.
Entre las mayores anécdotas sobre este
gran hombre estas sus famosas cuentas. Además de gran militar era un magnífico
administrador y realizó una perfecta contabilidad de todos sus gastos como así
aparecen en los libros contables guardados en Simancas. Estos se refieren a las
entregadas al Tesorero del reino mosen
Luis Peixon, a la vuelta de la II Campaña de Nápoles, en total 924 hojas.
Pese
a ser un hombre que había mostrado siempre gran responsabilidad con el dinero
de la corona. El Rey preocupado de los altos costes de la
Guerra de Italia y creyendo las malas lenguas de los envidiosos, pidió al
virrey que le aclarara los gastos de sus campañas le pidió en una reunión cara a
cara en Nápoles.
Y
aquí es cuando comienza la leyenda, o no, ya que de un español como él todo se
puede esperar. Espeto al monarca una retahíla de gastos de lo más variado, en la
que ponía precio a la guerra y a todo lo que había conseguido para su rey. En el
Museo Nacional de Artillería se conserva la que se cree que fue su ajuste de
cuentas, contable por supuesto con el Rey:
Las verdaderas Cuentas del gran Capitán en el Archivo de Simancas |
Cien millones de ducados en picos,
palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo. Ciento cincuenta mil
ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de
los soldados del rey caídos en combate. Cien mil ducados en guantes perfumados,
para preservar a las tropas del hedor de los cadáveres del enemigo. Ciento
sesenta mil ducados para reponer y arreglar las campanas destruidas de tanto
repicar a victoria. Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces
del rey, que pide cuentas a quien le ha regalado un reino, cien millones de
ducados.
Os
dejo con un magnífico audio
del amigo del Blog, Javier
Santamarta Del Pozo sobre el Gran Capitán.
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