El
historiador Enrique F. Sicilia Cardona nos
lleva en su última obra “La Batalla de
Sekigahara” al Japón Feudal en pleno periodo de cambio debido a los
primeros contactos con Occidente que conllevaría un cambio en la aislada sociedad
insular y sobre todo en el arte de la guerra nipona.
En el año 1543 con el
desembarco de los portugueses y sus arcabuces a una sociedad donde se luchaba
preferentemente con arcos, espadas y lanzas produjo una revolución armamentística.
Las armas de fuego no eran desconocidas en Japón pero su utilización no era
nada usual en las principales islas japonesas o, al menos, no se emplearon en
combate de forma generalizada hasta ese año que marcaría el comienzo de una
actualización armamentística que afectaría, no sólo al modo de combatir
samurái, sino a la principal casta guerrera japonesa en su conjunto. Al recibir
la isla de Tanegashima esos “novedosos”
artefactos se evidenciaba una progresiva influencia europea que potenciaría
otros aspectos comerciales y religiosos en el futuro. Este nuevo poder también
ayudaría a desequilibrar el conflicto entre los diferentes clanes japoneses que
luchaban por su supervivencia o la hegemonía absoluta, dentro del tormentoso
Japón de mediados del siglo XVI en adelante...
La
paulatina implantación del armamento de fuego portátil traería consigo, a
finales de ese siglo, el deterioro del estatus militar de esos samuráis por
parte de una clase menor, los ashigaru.
Estos soldados provisionales y agricultores, originados en siglos anteriores,
serían ahora empleados progresivamente como densas unidades especializadas y
permanentes. Solían estar armados con arcabuces y ubicados tácticamente en
posiciones refugiadas en primera línea, con la máxima protección e intentando
causar el máximo daño posible. Al poder herir y matar a distancia, ninguneaban
el credo samurái de muerte digna y honrosa en duelos directos cara a cara, y se
instalaban como uno de los factores más importantes a considerar. Además,
necesitaban poco aprendizaje y su letalidad, como se demostró en algunas
batallas y asedios, estaría más que probada.
Estos
nuevos ejércitos masivos, de base agraria y que manejaban las armas de fuego, terminarían
por modificar la rígida estructura militar, ya que no poseían los privilegios
sociales, ni profesaban la vida militar de los samuráis, resultando igual o más
decisivos en esas campañas finales del período Sengoku (país/clanes en guerra).
A su vez, esto desencadenaría un
cambio en los modos tradicionales de combatir en Japón y propiciaría un
desenlace determinante al sustituir, como eficaces instrumentos de muerte, a
los samuráis por los serviles y rurales ashigaru.
Esa suplantación del rol samurái en batalla anunciaría el posterior
apaciguamiento de su figura, a manos de la nueva dinastía dominante en Japón:
los Tokugawa.
Una
supremacía familiar creada por la figura de Tokugawa Ieyasu (1543-1616) que,
unido primero en Nagashino (1575) al genio militar de Oda Nobunaga (1534-1582)
y, más tarde, como líder único del ejército del Este en Sekigahara (1600),
solucionó casi de forma definitiva la política japonesa hasta bien entrado el
siglo XIX. Las armas de fuego no fueron las únicas claves para comprender esa
victoria final de Tokugawa, ni para la propia evolución de los ejércitos
implicados, pero sin su irrupción también sería arriesgado explicar por sí solo
ese resultado. En el caso de la gran batalla de 1600 que nos ocupa, es
indudable que las estrategias políticas y familiares previas contribuyeron en
gran medida a transformar la posible trampa a Tokugawa, en otra aún mayor para
sus enemigos y buscar un combate decisivo, que resolviera de una vez por todas,
la irregular sucesión de conflictos desde el fin de la Guerra Onin, en 1477. En
ese sentido, fue la batalla definitiva por la supremacía política en Japón y
marcó el apogeo de las guerras internas samuráis. En la propia batalla de Sekigahara combaten
más de 160.000 hombres. Una cifra prodigiosa para una guerra civil.
Si
quieres conocer en profundidad la “Batalla de Sekigahara” y el arte de
la guerra japonesa del siglo XVI al XVII te invito a leer este magnífico libro EnriqueF. Sicilia Cardona publicado por HRM Ediciones.
Pintura del període Edo sobre la batalla. |
Hola. Gracias por compartir información acerca de la Batalla de Sekigahara. Me sirvió demasiado este artículo, es justo lo que buscaba. Te dejo en mis favoritos para seguir leyendo el contenido que compartes. Espero sigas adelante con este blog, es muy interesante. Felicitaciones! Cata.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado y sigas mi blog, también te invito a escucharnos en Bellumartis Podcast
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