Oleo de Juan Abellán |
A lo largo de la Historia uno de los
mayores quebraderos de todos los ejércitos fue como enviar suministros a
unidades aisladas y rodeadas por el enemigo. La forma más habitual era por
medio de operaciones nocturnas aprovechando los espacios no vigilados por los sitiadores
pero sería en el siglo XX con la aparición de la aviación cuando se encontraría
la solución definitiva: el suministro aéreo.
Lo
ideal para realizar un puente aéreo es que los sitiados posean una aeródromo o
una pista de tierra y en el caso de que sea imposible el aterrizaje de
aeronaves la única opción es el uso de paracaídas. Aunque esta solución no es
la panacea ya que las corrientes de aire y la velocidad de caída impedían en
los primeros tiempos de la guerra aerotransportada el envió de materiales delicados
sin que corriese el riesgo de romperse.
Pues sería en nuestra Guerra Civil
cuando se encontró una ingeniosa solución a estos problemas aportando una
ventaja extra ya que el propio paracaídas era reutilizable, bueno más concretamente
comestible...
En Jaén el Levantamiento Nacional
fracaso estrepitosamente ya que tanto el gobernador civil Rius Zunón y el Teniente Coronel de la Guardia Civil Pablo
Iglesias permanecieron fieles a la Republica. Antes de armar a los civiles como
había ordenado el gobierno de la Republica, decidió concentrar a todas las
unidades de la Guardia Civil en los cuarteles de Jaén, Úbeda, Linares, Andújar, Martos y
Villacarrillo; abandonando los distintos cuartelillos y puestos diseminados por
la provincia.
Pese a que los guardias civiles eran
fieles al gobierno las sospechas de su cercanía a los golpistas y sobre todo debido
al aumento de la violencia contra terratenientes y religiosos en la provincia
que podría desencadenar un cambio de fidelidades entre los miembros de la benemérita.
El gobierno permitió al Capitan Antonio
Reparaz Araujo comandante del cuartel de Andújar el 5 de agosto que comenzase a trasladar a los guardia civiles y
sus familiares al Monasterio de Nuestra
Señora de la Cabeza y a Lugar Nuevo.
El monasterio estaba en perfecto
estado de conservación pese al ataque de los milicianos al Monasterio que
conllevó la muerte de todos los Padres Trinitarios.
El traslado de los 50 guardias de
Andujar junto con 25 guardias civiles de Venta Cárdenas, 20 paisanos armados y
231 civiles, fue organizado por el teniente
coronel Iglesias y el propio capitán
Reparaz, quien en realidad era el verdadero organizador de facto y mentor
del traslado como describió en su libro “Desde
el cuartel de Miaja hasta el Santuario de la Virgen de la Cabeza”. El nuevo
destacamento de la Guardia Civil establecido
en el monasterio fue puesto bajo el mando del comandante Nofuentes.
Hasta el 22 de agosto todo parecía tranquilo
en el Santuario ya que los nuevos habitantes del mismo eran fieles a la Republica,
cuando el capitán Reparaz se pasó al
bando nacional junto a doscientos guardias. Por lo que las autoridades republicanos
comenzaron a dudar seriamente de la fidelidad del resto de miembros de la
Guardia civil. El 26 de agosto los
milicianos fueron enviados al Santuario para
recoger parte del armamento como muestra de fidelidad y el comandante Nofuentes les
entregó las ametralladores y muchos de los fusiles, pistolas y cartuchos.
En
septiembre la situación cambia totalmente y tras un intento de evacuar el Santuario
como había ordenado el comandante
Nofuentes, debido al miedo de ser agredidos los civiles (familiares de
Guardias Givieles y falangistas) durante el traslado a Andújar el Capitan Cortes decide detener a Nofuentes y acabar con el traslado. En el Santuario quedarán unas 1.200 personas
de los que unos 165 son guardias civiles aunque el general Luque calculó que
eran unos 270 combatientes y unos 870 no combatientes entre ellos mujeres y
niños.
El 14 de septiembre comienza el Asedio
al Santuario que se encontraba totalmente rodeado de milicianos fieles a la Republica.
Para que los defensores del Santuario pudiesen resistir durante largo tiempo
solo precisaban de suministros, alimentos y armas suficientes ya que el
santuario se encontraba en una posición elevada y fácilmente defendible. ¿Cómo hacer llegar a los sitiados los suministros?
La
solución era fácil, como hemos visto, el suministro aéreo, 70
toneladas de armas y alimentos desde Córdoba y unas 80 desde Sevilla fueron lanzadas
en paracaídas durante el asedio. Debido a las escasas dimensiones del Santuario
los aviones descendían en picado antes de lanzar a baja altura la carga. Pero
que sucedía con las mercancías frágiles como medicamentos, la solución la tenía
un simpático animal: el Pavo. Pese a
no poder volar sus alas le permiten descender de forma lenta y vertical lo que facilitaba
el lanzamiento de forma segura de los medicamentos. Además por cierto el paracaídas
al contrario que los de seda se puede
degustar de distintas maneras y todas muy sabrosas.
Hay
que destacar el papel del Capitán Carlos de Haya y la tripulación de su DC-2
que realizaron 70 de las 170 misiones áreas de suministro que permitieron
resistir a los asediados durante 9 meses hasta el 1 de mayo de 1937 que fue tomado por el Ejército Republicano.
“¡PAVOS AL RESCATE! Santuario de
Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar (Jaén)”
Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
Fuentes
y créditos:
-
“La
Guerra Civil Española” Anthony Beevor, Critica.
-
Cuadro de Juan Abellán “Lanzamientos de pavos”
-
Wikicommons
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