Asedio persa de Amida, 359 d.C. (Ilustración por Angus McBride) |
Colaboración
de Enol Alonso Capín
La
ciudad de Amida ( actual Diyarbaki, Turquia) situada al Oeste del Tigris en uno de sus meandros, había sido
fundada en el 3.000 aC por lo hurritas, acabó en manos romanas en el siglo II
aC tras arrebatársela a los partos y ya en el siglo I aC (ca 66 aC) fue
incluida al territorio romano. Durante el reinado de Constancio II a la ciudad
se la dotó de murallas y torres mayores reforzadas con piezas de artillería,
elementos esenciales en la defensa del episodio que nos ocupa.
La
ciudad contaba con la presencia de la Legio
V Parthica y otras seis legiones (XXX
Ulpia, X Fortenses, 2
legiones reclutadas en la Galia y las legiones de Superventores y
Praeventores), un escuadrón
auxiliar y los Comites Sagitarii, formando un total de 30.000 efectivos
encargados de proteger a cerca de 90.000 civiles, pero estos datos suponen una
discusión entre los estudiosos, ya que la otra teoría es que en la ciudad no
nos encontrábamos con más de 20.000 personas contando a las tropas...
Mapa de Oriente Proximo, Siglo IV |
Frente a estos los sasánidas desplegaron un mínimo
de 20.000
jinetes ligeros sagitarios y catafractos, un número indeterminado de elefantes
y efectivos de infantería. Así acabaron por movilizar 120.000 soldados.
Al
conocer la rendición de varias plazas romanas, la toma de Singara y el avance
sasánida, el comes Ursicino había
intentado trasladar los efectivos de la ciudad a Edesa, dónde estaba el cuartel
general de la región, pero fue interceptado por la avanzada persa, y sólo el comes pudo huir hacia el destino,
mientras que Amiano Marcelino y el resto de efectivos se refugiaron en Amida.
Tras
tres días de espera el grueso sasánida llegó a la ciudad y al primer día de
conflicto le sucedió una semana de duelo por la muerte del príncipe chonista (o
chionista), para que los persas emplearan los días siguientes en devastar los
campos limítrofes y construir torres de asedio, según Amiano Marcelino mayores
que las de Amida, artillándolas con las piezas de Singara.
En
los mismos días el ejército persa se había repartido por secciones el ataque a
la ciudad, que sólo comenzó cuando el rey de los chionistas, Grumbates, arrojó
la lanza como honor al haber perdido a su hijo. Así los sasánidas se lanzaron
contra las murallas amidenses sin resultado positivo y perdiendo al contrario
numerosos hombres por los proyectiles de los defensores, mientras que estos
sufrieron una peste durante diez días por el creciente número de muertos por
las bajas y las penalidades.
Con
la llegada del verano, esta situación y la posible recompensa, permitió a un
traidor guiar un grupo de arqueros sasánidas por los túneles subterráneos hasta
una torre que les sirvió de bastión a estos para causar severas bajas al día
siguiente hasta que los defensores se percataron y la destruyeron con
artillería.
La
posición de los defensores empeoró y los sasánidas se dedicaron al
hostigamiento y la construcción de rampas y acciones de minado de los lienzos,
pero también a acabar con los enclaves romanos que estaban defendidos todavía, concentrando
así en el campamento a los prisioneros, cuyo trato encendió los ánimos de los
legionarios galos, todavía faltos de su completa instrucción, por lo que los
mandos decidieron que tras habérseles negado realizar ataques nocturnos por las
numerosas bajas ahora debían dejarlos actuar a su albedrío una noche. En la
noche decidida los galos armados al estilo celta irrumpieron en el campamento
de los sitiadores matando a muchos enemigos y entre ellos a numerosos nobles y
notables, obligando al propio Sapor a pedir al día siguiente tres días de duelo,
que fueron empleados para construir rampas de tierra, a lo que los defensores
respondían ampliando las suyas.
Plano de Amida |
Tras
este impasse los sasánidas retomaron
el ataque con renovadas fuerzas empleando las torres de asedio. El ataque persa
fue ordenado hasta que la artillería romana realizó una densa descarga, para
centrarse después en la artillería persa, que también causaba severas bajas, y
tras destruirlas se centraron en los elefantes, que acabaron por desbandarse
por las bajas y los continuos proyectiles. Todo ello obligó al propio Sapor a
intervenir con su guardia personal, diezmada en poco tiempo al ser objetivo de
los defensores y llevando a su retirada del campo de batalla.
(C) Gerry Lynch, 2003 murallas de amida construidas por constancio II |
Sapor
en venganza mandó crucificar a todos los oficiales romanos, entre ellos el
propio comes Eliano, encargado de la
guarnición de Amida, se ejecutó a todos los que lucharon con los romanos, se
llevaron a miles de prisioneros que se convirtieron en esclavos, saquearon y
arrasaron la ciudad y de las siete legiones que participaron en la defensa de
Amida, todas desaparecieron, superando las derrotas de Carras y Teutoburgo. Por
su parte Sapor perdió en los 73 días de asedio cerca de 30.000 hombres y el
verano para continuar su campaña.
Por Enol Alonso Capín
Bibliografía:
·
Amiano Marcelino. Historia. AKAL/CLÁSICA, Madrid (2002).
·
Dando-Collins, Stephen. Legiones de Roma. La Esfera de los Libros, Madrid
(2012).
·
H. Dodgeon, Michael; Lieu, Samuel N.C. The Roman Eastern Frontier and the Persian
Wars AD 226-363: A Documentary History. Editorial Routledge, Londres y
Nueva York (2002).
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