La Segunda Guerra Mundial
Barcelona, Editorial Pasado & Presente, 2012
The Second World
War, Traducido por
Teófilo de Lozoya y Juan de Rabasseda.
1212 páginas, fotografías y mapas en B/N.
Por Francisco
García Campa
Esta
obra nos conduce a una de las etapas más cruciales de la historia reciente,
caracterizada tanto por la devastación que produjo, en especial en Europa y
Asia Oriental, como por la formación de un nuevo orden mundial a su
finalización en 1945.
A
primera vista parece una más de las numerosas publicaciones sobre este
conflicto armado que inundan los estantes de las librerías, pero no es así dado
que el autor con su característico estilo es capaz de conciliar el rigor
científico con la amenidad propia de una obra divulgativa como la presente.
Antony Beevor (1946) es uno de los más afamados historiadores militares actuales.
Estudió en la academia militar de Sandhurst al igual que su maestro John
Keegan. Fue oficial del 11º Regimiento Real de Husares, abandonando la vida
militar para dedicarse a su pasión: la escritura, una profesión que le viene de
familia, dado que su madre y su abuela fueron famosas escritoras...
Este
instinto de escritor junto a la influencia de su maestro Keegan le llevaron a
escribir la historia bélica desde el corazón, fijándose en los soldados y
civiles, en sus experiencias y sufrimientos y no solo en los oficiales que
dirigen las batallas desde sus despachos.
Sus
obras no aburren con datos y más datos, divisiones, regimientos que avanzan y
retroceden, información que es muy complicado digerir incluso utilizando los
mapas de batalla que adjuntan todos los buenos libros de historia militar.
Beevor
gracias a su calidad narrativa transporta al lector al campo de batalla como en
su obra “Stalingrado” (1998), donde se
siente con la lectura el frío y el dolor de los hombres del VI ejército alemán
y de los soldados soviéticos que son llevados a la muerte sin armas. Una sensación
que en mi caso no me produjo la otra gran obra sobre esta batalla, “Enemigo a las puertas” de William
Creig. También su obra “El día D” (2009) que tenía que competir
con dos grandes clásicos como “El día más
largo” de Cornelius Ryan y “El día D”
de Ambrose, salió bien parada. Su
secreto fue mostrar los días después de la batalla, no ocultar la muerte de
miles de vidas francesas, todo narrado con su característico estilo pegado al
barro de la batallas. Por último,
voy a referirme a mi obra favorita “Berlín,
la caída: 1945”, un relato desgarrador que muestra la “catarsis” del horror: En ella no se ocultan las violaciones de
miles de mujeres alemanas perpetradas por el ejército rojo en su avance, lo que
le generó críticas del gobierno ruso, tampoco la desesperación de los
berlineses ante el fin de su “orden”
y las dudas de británicos y americanos en el avance sobre Berlín.
Para
el aficionado de la historia militar cualquiera de sus obras es lectura
obligatoria y también para aquellos que desean conocer mejor uno de los
momentos más cruciales de la humanidad.
En
esta obra, Beevor se aleja de su visión cercana de los combates en lenguaje
militar, pasa de la táctica a la estrategia pero siendo fiel a su estilo
literario. Como el mismo dice en los agradecimientos, decidió escribir este
libro ya que “soy plenamente consciente
de las lagunas que tienen mis conocimientos [sobre la Segunda Guerra Mundial]”,
refiriéndose a que en sus anteriores obras se había centrado en “Teatros europeos” obviando otras frentes
de la guerra que esta obra va a desarrollar.
Como
ya he mencionado anteriormente, su gusto por humanizar la historia se refleja
en que la obra comienza con el relato del coreano Yang Kyoungjong que llego a
luchar en 3 ejércitos, lo que es una muestra más de lo absurdo de la guerra en
la que murieron “más de sesenta millones
de personas y cuyo alcance fue mundial”.
El
autor en su faceta de “polemista” en
la introducción del libro pone en duda la cronología clásica de la guerra,
septiembre de 1939 – agosto de 1945; enumera una serie de fechas y conflictos
que se podrían considerar como el comienzo del conflicto, lo que lleva a
considerarlo como “una amalgama de
conflictos”, no solo entre estados, sino como una verdadera guerra civil
entre la izquierda y la derecha de muchos países. También en la introducción
nos muestra la situación de preguerra en los distintos países, así describe el
surgimiento del nazismo en Alemania tras la deshonra de Versalles, el
militarismo japonés en Asia y la errónea política de apaciguamiento llevada a
cabo por Francia y el Reino Unido.
Frente
a la tradicional visión eurocentrista de gran parte de los historiadores,
Beevor se centra en la primera batalla del coreano Yang Kyoungjong, verdadero
comienzo de la Segunda Guerra Mundial para el autor.
Lejos
de Europa en el extremo oriente, el 12 de mayo se produjo el llamado “Incidente de Nomonham”, desconocido
para gran parte de los aficionados a la historia, frente al por todos conocidos
Danzing en Polonia. En el primero,
unidades mongolas bajo el protectorado soviético cruzaron el río Khalkhim Gol para dar de comer hierba a
sus caballos, los japoneses les expulsaron del territorio que consideraban
suyo, el ejército rojo envío apoyo a los mongoles comenzando la guerra ruso –
japonesa. El 31 de agosto buscan su propio “incidente”
para obtener el Casus belli contra
Polonia, para ello usan el engaño haciendo pasar a presos políticos por
soldados polacos que atacaron una emisora de radio de Glewith iniciando la
operación “abuela fallecida”, reflejo
de la sorna que tuvieron en el OKW, Estado Mayor Alemán, al poner el nombre al
comienzo del mayor conflicto de la humanidad.
La
obra se estructura en 50 capítulos que siguen una línea temporal agrupada
por teatro, es decir, espacios geográficos donde se desarrollan acciones
militares. Es interesante destacar que la mayor parte de los capítulos muestran
los acontecimientos de 2 o 3 meses, si bien hay algunos que abarcan un año
debido a los pocos sucesos destacables.
Los
capítulos 2 y 3 describen los acontecimientos desde septiembre de 1939 a marzo
de 1940. En ellos se refleja la apabullante invasión de Polonia gracias a la Blitzkrieg, Guerra Relámpago, que supuso la novedosa combinación de
divisiones panzer con apoyo aéreo que rompían el frente enemigo para facilitar
el avance de la infantería. El autor dentro de su estilo nos muestra la visión de varios soldados sobre estos
primeros enfrentamientos, alemanes que por primera vez veían a los judíos del
Este muy diferentes a los de Alemania ya que “terriblemente sucios y culturalmente muy atrasados”, según
palabras de un cabo “cualquiera que todavía
no fuera un antisemita radical lo sería después de esto”, comenzando la
auténtica persecución de los judíos polacos.
Se
describe la política dubitativa de Francia e Inglaterra que llevo a la “extraña guerra” o “guerra de broma” hasta mayo de 1940.
En
el capítulo 4 se muestra la guerra chino – japonesa desde 1937 al 1940 y la
guerra civil china entre comunistas y nacionalistas. Describe la guerra en Asia
como “espeluznante” debido al odio
racial de los japoneses hacia los chinos, circunstancia que posteriormente
ocurriría en Europa como nos expone esta obra.
El
conjunto de los capítulos 5 a 10 relata la invasión de Noruega y la ofensiva
del Oeste, es decir, la invasión de Francia, Holanda y Bélgica por parte del
ejército alemán. Detalla el “sauve qui
peut”, el salvase quien pueda de los soldados franceses tras la ruptura del
frente panzer por los alemanes. Se
recoge la rendición de Petain, el abandono británico del continente, debido
según Churchill a la “falta de agallas”
del General Brooke que propuso el
embarque de Dunkerque, destacando la frase de Gaulle “¡La France a perdu une bataile! Mains la France na pas perdu la guerre”.
Es destacable que en la batalla de Inglaterra presta mucha atención a las
unidades de cazas de la RAF, los héroes de Inglaterra “a los que nunca tantos deben tanto a tan pocos”.
En
el capítulo 11 expone la situación en África tras el envío del “Afrika Korps”
de Rommel y la británica en Egipto. También realiza una pequeña mención al comienzo
de la batalla del Atlántico.
En
los capítulos 12 al 15 muestra una guerra muy diferente a la ocurrida en
Francia, era la “Rassen Kriey”, la
guerra de razas, un nombre que muestra la visión nazi del conflicto contra los
eslavos, “untermenschen”, una guerra
sin compasión.
De
los capítulos 16 al 19 focaliza la atención en el Pacifico, tras el ataque
japonés a Pearl Harbour. Su relato pasa de una a otra sin perder al lector.
Concretamente el capítulo 19 analiza el comienzo del holocausto tras la
conferencia de Wansee. Se señala la propaganda antisemita de Goebbels, la fundación
de los grupos de exterminio, la labor de los Einsatzgruppen “la shoah por
medio de las balas” y la creación de los guetos en los territorios del
este.
En
el conjunto formado por los capítulos 20 al 25 va intercambiando el teatro del
Pacifico con el ruso, describiendo las innumerables operaciones militares.
En
los números 26 y 27 se centra en África con la batalla del Alamein y el
desembarco aliado en el Magreb, operación “Torch”.
Los
números 28 y 29 muestran la vida en Europa durante la guerra, los civiles bajo
los bombardeos, los planes fantasiosos de Hitler sobre el futuro del continente.
También se describen las operaciones encubiertas de la SOE tras las líneas
alemanas.
A
partir del capítulo 30 comienza el cambio en la guerra, actuando los alemanes y
japoneses a la defensiva. Se describen las batallas de Kursk, la invasión de
Italia y la guerra en Birmania.
En
concreto, los capítulos 38 y 39 se centran sobre todo en el Día D y sus preparativos
en la “Primavera de Esperanzas”. En
el 40 se enumeran una serie de conspiraciones militares contra Hitler a raíz
del desastre de Stalingrado, entre ellas, la Operación Walkiria protagonizada por Von Stauffenberg. En Varsovia
la Armia Krajova se levanta contra
los alemanes para ser ellos los dueños de su libertad, dado que los rusos
estaban al otro lado del Vístula, así “Mientras
Paris se salva, Varsovia era destruida”.
Los
últimos capítulos relatan el armagedon,
los momentos más crueles del conflicto, con el descubrimiento por los aliados
de los campos de la muerte nazis, la toma de Berlín por el ejército de Konev y
el uso de las armas nucleares en Japón.
En
palabras de Beevor “La Segunda Guerra
Mundial con sus ramificaciones globales, fue el mayor desastre de la historia
provocado por el hombre. Las estadísticas que tratan de recoger el número de
muertos, sesenta o setenta millones, escapan de nuestra compresión.”
Su
obra trata de dar luz sobre este conflicto a las nuevas generaciones, siendo para
él este periodo esencial para comprender el presente, dado que en el se
produjeron todos los dilemas, tragedias, corrupciones, traiciones, sacrificios y
pasiones propias del ser humano.
Para
finalizar el libro vuelve a utilizar una anécdota con el fin de mostrar el
absurdo de la guerra; una campesina alemana embarazada de un francés con el que
huye a Francia en junio de 1945, un ejemplo de como las “decisiones de los lideres supusieron la destrucción de cualquier
seguridad en el entramado tradicional de la vida humana”.
Respecto
a mi opinión sobre esta obra es que a pesar de la dificultad de mostrar en un
solo volumen el desarrollo de este conflicto, Beevor logra que tanto expertos
como aficionados descubran nuevos aspectos de la guerra, sin olvidar el lado
humano propio de sus anteriores obras.
Si
bien desde el punto de vista historiográfico la obra no destaca por su carácter
investigador si lo hace por su perfecta narración cumpliendo la función de obra
divulgativa como Beevor describe sus relatos.
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